La peluquera que dejó la ciudad para emprender con estilo en Belchite

Elena Llorente regresó a su pueblo hace dos años tras vivir en Zaragoza para abrir su propia peluquería y dar "un giro de 360 grados" a su vida.

Elena Llorente en su peluquería de Belchite
Elena Llorente en su peluquería de Belchite
Adecobel

Elena Llorente es peluquera y, tras 13 años regentando un establecimiento con una socia en el barrio zaragozano de La Jota, ahora levanta la persiana de su propio negocio en Belchite. Hace dos años volvió a sus orígenes. donde vivió hasta los seis años pero del que nunca se ha desligado. “Nos fuimos a Zaragoza por motivos laborales pero todos los fines de semana íbamos al pueblo”, explica. Allí es donde tiene a sus amigos y familia y ahora también su proyecto más personal.

La peluquería Elena Llorente abre de lunes a sábado, excepto el martes, por descanso semanal, y clientela no le falta. “Me pongo citas cada 30 minutos y voy organizándome para atender yo sola a todas”, comenta Elena, que una vez al mes no falta a su cita con el fisioterapeuta para aliviar un poco las molestias de la espalda.

Pero sarna con gusto no pica y para Elena abrir su propio centro en el municipio zaragozano es una nueva vida que no cambiaría por nada. Llegó hasta allí en busca precisamente de eso, "dar un giro de 360 grados", y lo ha conseguido. “Me mudé con mis hijos y todos estamos muy a gusto viviendo en el pueblo”, asegura.

Por la puerta de su establecimiento entran clientas y clientes de todo tipo, desde gente niños, que a menudo son compañeros de colegio de sus hijos, hasta las madres de éstos o personas más mayores. El despegue de su peluquería fue relativamente sencillo ya que en ese mismo local ya había anteriormente un negocio así. Ella lo tiene en alquiler y reformó algunas cosas para adaptarlo a sus necesidades. “Antes de abrir ya sabía que iba a tener trabajo porque ya iba a casa de muchas vecinas los fines de semana”, explica.

Su apuesta fue un tanto arriesgada y muchos pensaron que estaba loca por abrir un negocio nuevo en plena pandemia. Más a más con las restricciones de aforo, así como las de movilidad y el resto de medidas extremas de los meses más complicados. A pesar de ello, la necesidad de salir de Zaragoza y de establecer su nuevo hogar en Belchite pudieron más. Ahora, echando la vista atrás, no puede estar más contenta con el importante paso que dio. “Aquí tengo flexibilidad horaria y las clientas se adaptan si surge alguna emergencia o si un día tengo que cerrar antes por el motivo que sea. Esto en una peluquería de Zaragoza no lo puedes hacer y ya me he perdido durante muchos años la función de teatro de mis hijos”, resume Elena, sobre las ventajas de tener un negocio en un pueblo. 

Para estar al tanto de las novedades, Elena procura estar en continuo reciclaje y suele hacer cursos. Por suerte, habitualmente son los lunes, así que cuando acude a uno, cierra lunes y martes para poder asistir. “Las modas cambian pero, sobre todo la gente joven pide que le hagas lo que llevan los famosos”, indica. 

Por el volumen de trabajo que saca adelante tener alguien contratado no le vendría mal pero de momento esto es algo que no entra en sus planes. “De momento no quiero dar ese paso porque significaría tener que prescindir de la libertad de horario y la flexibilidad que tengo ahora”, explica. Además, su experiencia anterior con personas asalariadas a su cargo no ha sido del todo buena.  

Por el momento, Elena saborea primeros frutos que está dando su decisión de volver a Belchite para tener su propio negocio. Ahora vive feliz, rodeada de sus seres queridos, y con facilidades de conciliación familiar. Y, a pesar de los dolores de espalda que conllevan las largas y exigentes jornadas laborales de pie, secador en mano, trabaja y gana dinero haciendo lo que le gusta. ¿Qué más se puede pedir?

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