De 700.000 euros, de cinco metros de altura o que no necesita conductor

FIMA muestra en Zaragoza las máquinas más caras, las más modernas, las de mayor tamaño.

Maquinaria expuesta en FIMA.
Maquinaria expuesta en FIMA.
Aránzazu Navarro

Lo decía el presidente de Feria de Zaragoza en la presentación de FIMA. La Feria Internacional de Maquinaria Agrícola, que se celebra hasta el sábado en Zaragoza, exhibe al mundo tecnología puntera por valor de 5.000 millones de euros. Una cifra que se adivina solo con el paseo por los distintos expositores que ocupan los 161.080 metros cuadrados de sus once pabellones y que despierta la admiración y el asombro de cuantos se pasean por el recinto. Más cuando se habla de precios.

Situada en la rotonda sur, la picadora que New Holland exhibe en la zona exterior se ha convertido en una atracción, especialmente cuando se sabe que su coste alcanza los 700.000 euros. No lo aparenta a primera vista, no parece una de las máquinas más especializadas, pero su trabajo exige potencia y tecnología que eleva sus costes. Primero porque puede cosechar el cereal en verde y sacarlo directamente picado y para ello necesita al menos un motor de unos 1.000 caballos. Además no tiene que ir acompañada de un remolque en el que ir vertiendo el grano porque va equipada con una tolva para el almacenamiento.

Los precios en los que se mueven estos vehículos, aunque no siempre los fabricantes están dispuestos a confesarlos, varían por supuesto en función de su potencia, aunque pueden estar en una media de 70.000 euros, de sus equipamientos, de su tamaño o de la tecnología y ergonomía con la que van equipados. También de la elección de la pintura exterior. Es cierto que cada marca ofrece los colores corporativos con los que se han hecho famosos y fácilmente identificables por los campos de todo el mundo, pero en esa gama el precio va subiendo si se elige una pintura metalizada o, como se puede ver en FIMA, si se opta por tunearlo y poner los colores de la moto del piloto de GP Dani Pedrosa.

Dimensiones

El tamaño también importa. Las inmensas cosechadoras de New Holland y John Deree son las que más halagos despiertan entre los visitantes. “Vaya bichos”, se escucha decir entre los asistentes, porque algunas de estas máquinas alcanzan hasta los 5 metros de altura e incluso llegan hasta los 12 metros de longitud las cuchillas con las que van equipadas. Y no menos interés despiertan los tractores más pequeños, réplicas de las grandes marcas que las compañías internacionales venden en tiendas instaladas en su propio expositor por si alguno de los visitantes quiere comprar una máquina (de juguete, claro) para que los más pequeños de la casa siga sus pasos.

Pletórica de tecnología, como la definió el presidente de la Comunidad, la Feria Internacional de Maquinaria Agrícola exhibe el futuro. El ejemplo es el tractor autónomo que presenta la marca japonesa Kubota. Denominado Agrirobo y equipado con las más exigentes medidas de seguridad, este tractor, de un tamaño medio, combina las funciones de los tractores manuales con la posibilidad de realizar una conducción autónoma. Puede ir equipado además con otras cinco máquinas llamadas “esclavas”. Un avance tecnológico con el que Kubota quiere responder a uno de los retos futuros de la agricultura, donde se prevé una importante escasez de mano de obra. Reduce asimismo los costes porque una sola persona puede operar varias máquinas y su peso más ligero y su motor de bajas revoluciones permiten una agricultura más sostenible. Eso sí, reconocen los responsables de Kubota, de momento no podrá verse en los campos españoles ni en los de ningún país de Europa, ya que la legislación no permite actualmente la conducción autónoma.

Y del futuro al pasado, con solo salir del pabellón 8 y hacer una inmersión en la zona en la que se ha instalado el Museo Aquagraria de Ejea, en el pabellón 11. Allí se exhibe la tecnología de principios del siglo XX y se evidencia cuánto de innovador tiene un sector al que, tras la visita a FIMA, cuesta llamarle primario. El más antiguo es un tractor Le Robuste 35 fabricado en Hungría en 1939, pero hay también dos legendarios tractores americanos J. L.Case de 1946 y 1948, respectivamente. Para dejar constancia de que la innovación ya tenía nombre aragonés en el pasado de la maquinaria agrícola, el Museo Aquagraria muestra una trilladora Herz (marca Hernández fabricada íntegramente en la localidad zaragozana de Ejea de los Caballeros en 1950), todas ellas de museo pero en perfecto funcionamiento.

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