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El Huesca de Antonio Hidalgo

A pesar de la falta de pegada, en el 0-0 con el Albacete el técnico observó por primera vez el juego que quiere para los azulgranas.

Antonio Hidalgo, entrenador del Huesca, durante el partido con el Albacete.
Antonio Hidalgo, entrenador del Huesca, durante el partido con el Albacete.
Verónica Lacasa

Como el propio Antonio Hidalgo reconoció, fue el primer partido en el que su mano de se dejó notar sobre el césped de forma clara, el día en el que se dieron dentro del terreno de juego muchas de las situaciones que había planteado antes en la pizarra y los entrenamientos. Aunque no se lograse la victoria, el 0-0 del domingo ante el Albacete en El Alcoraz puede ser considerado como un paso importante dentro de la evolución del Huesca de Cuco Ziganda al del actual titular del banquillo tras dos encuentros previos en los que el estímulo anímico jugó un papel importante por encima de lo táctico.

El empate de Eibar fue con el cambio de entrenador aún muy reciente y en la derrota con el Elche ya se vieron algunas diferencias que frente a los manchegos se hicieron más notables. El equipo es más presionante, se han introducido modificaciones a la hora de sacar el balón, se busca más hacerse con la posesión, jugar a la espalda y crear situaciones de superioridad numérica. Los azulgranas estuvieron seguros en defensa, sin los fallos individuales de bulto que tantos puntos han costado y sujetados por las paradas de Álvaro. El problema continúa adelante, donde una vez más fueron casi inofensivos con un único tiro a puerta. Sin goles no se puede ganar y en las últimas seis jornadas solo se ha logrado uno. También hace falta tirar y con Hidalgo no se ha pasado aún de los seis intentos en un mismo encuentro.

Después de haber probado con una misma alineación en sus dos primeros compromisos al frente en la que la única variación fue la entrada de Kanté por el lesionado Joaquín, Hidalgo decidió revolucionarla aprovechando el regreso del malagueño y de Valentín. En defensa, del Huesca de los laterales se pasó al de los centrales. Después de que los cuatro zagueros específicos de banda hubiesen sido titulares en Ipurúa y frente al Elche, con el Albacete solo se mantuvo Loureiro, que jugó por la izquierda a pesar de ser diestro confirmando el gran peso que ha adquirido. Repitió en el eje Rubén Pulido y tuvieron minutos por primera vez con Hidalgo Jorge Pulido y Blasco, que ofreció movilidad y capacidad de incorporación ofensiva. La mayoría de las aproximaciones del Albacete fueron con tiros desde fuera del área ante sus dificultades para ganar más metros.

Se quiso que el equipo fuese líquido y para ello Valentín fue clave. El extremo, cuyo regreso se había cuidado con mimo después de haber sufrido recaídas en una lesión en los isquiotibiales que le habían hecho perderse las seis jornadas previas, retraso su posición cuando al equipo le tocó protegerse para que éste se siguiese ordenando con cinco atrás como viene sucediendo desde la llegada de Hidalgo y la adelantó para proyectarse en ataque con un 4-4-2.

Los dos hombres más adelantados, de inicio fueron Joaquín y Bolívar, la gran novedad. El venezolano, precisamente un cedido del Albacete, fue titular por primera vez como azulgrana jugando 58 minutos, dos menos que todo lo que había acumulado previamente. No es que deslumbrase, pero puede decir que suyo fue el único intento entre los tres palos, una contra que culminó sin la fuerza suficiente.

Solo se mantuvo imperturbable el trío que conforman en el centro del campo Javi Martínez, Kento y Sielva, una estructura que por ahora no admite discusión para Hidalgo y en la que el japonés carga con la responsabilidad de destruir y los otros dos, con la de conducir el balón.

Hidalgo está introduciendo sus conceptos de manera progresiva, semana a semana, para que se consoliden y se generen automatismos no queda otra. El problema es que a la vez se hace necesaria la llegada de buenos resultados. La salvación está a cuatro puntos y la misión es alcanzar el final de la primera vuelta en la mejor situación posible de cara a los cambios que se esperan en el mercado de invierno. Restan para ello ocho jornadas.

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