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Las carencias de la SD Huesca, al descubierto

La derrota en La Romareda desnudó al equipo de Ziganda, que arrancó dormido y se mostró romo y sin plan B, males que no son nuevos.

Kento, medio de la SD Huesca, cae en una pugna por el balón con el zaragocista Mollejo.
Kento, medio de la SD Huesca, cae en una pugna por el balón con el zaragocista Mollejo.
Toni Galán

La dulzura de la victoria tiene la capacidad de cubrir los aspectos más oscuros, aquellos que sin embargo afloran en la derrota en ocasiones con demasiada crudeza. El 3-0 de La Romareda desnudó a la SD Huesca, le puso ante sus vergüenzas, aquellos defectos que si bien no le están impidiendo cuajar una campaña tranquila en la que a falta de una jornada para cerrar la primera vuelta suma 27 puntos, la mitad de los 50 marcados como primer objetivo, le impiden precisamente poder ilusionarse con algo más.

Ante el Real Zaragoza, el partido quedó sentenciado en el primer cuarto de hora. Los azulgranas recibieron entonces dos goles y se vieron sobrepasados por la mayor animosidad de su rival. Sorprendió su somnolencia, similar a la vivida en la Copa del Rey contra el Juventud de Torremolinos y muy alejada de la buena primera parte en Eibar de su anterior actuación como visitante. En la Costa del Sol se pudo esgrimir que sobre el césped había un once plagado de jugadores sin minutos o que el rival o el escenario no eran motivantes. Se habló de falta de mentalización. Nada de eso es extrapolable al derbi, un tipo de partido de los que se dice que todo lo demás no cuenta, un mantra que el sábado no funcionó.

La eliminación copera en la tanda de penaltis tras un 2-2 marcó el inicio de la irregularidad que se viene arrastrando en el tramo final del año. Tras un comienzo de curso en el que la primera victoria tardó cuatro jornadas en llegar, el Huesca supo encadenar después siete partidos sin perder. La racha se cortó en Ponferrada, pero quedó enjuagada con el triunfo ante el Villarreal B previo al desplazamiento a Torremolinos. Desde entonces han transcurrido cinco compromisos ligueros en los que solo se han sumado cuatro puntos, todos en El Alcoraz. A domicilio solo ha habido derrotas acrecentando el abismo que existe entre los compromisos en casa y los desplazamientos; 21 puntos en el hogar por seis lejos de él.

La tarjeta global de resultados es de siete victorias, otras tantas derrotas y seis empates. Salvo la goleada al Ibiza todos los marcadores a favor han sido 1-0 o 0-1. Nunca se ha conseguido una remontada, lo más parecido fue el 1-1 frente al Mirandés conquistado con un gol de Ratiu en el añadido. La prioridad del Huesca es mantener la portería a cero y aprovechar alguna de sus escasas oportunidades para adelantarse. No le duele para nada ceder el balón a su oponente. Con un 14% infringió a Las Palmas su primera derrota y con un 27% había tumbado al Andorra el miércoles.

Que el Real Zaragoza se adelantase a los tres minutos fue un duro golpe del que iba a ser difícil sobreponerse y que agravó el 2-0 en el 14’. Aunque Ziganda cambió el dibujo para pasar del 4-4-2 a una defensa de tres con dos carrileros -opción que también se había empleado con el Andorra, pero para esperar a los del Principado aún con el 0-0, no para buscar una remontada- y con ello el equipo se asentó, a lo largo del choque se mostró romo frente a un oponente que en la segunda parte, se acomodó atrás. Los azulgranas acabaron con un 52% de posesión y como en la otras cinco ocasiones en las que se han impuesto en este apartado estadístico no ganaron. De hecho, solo lanzaron una vez a puerta siendo los centros laterales prácticamente el único recurso para acercarse a Rebollo.

La situación preocupa a Ziganda desde tiempo atrás. Sin embargo, aún no ha conseguido encontrar una solución a la falta de alternativas ofensivas. La plantilla evidencia estar confeccionada para un tipo de juego muy concreto y le cuesta cambiar el paso.

Más allá de la modificación de la disposición sobre el campo, faltó cintura para realizar más movimientos. Los primeros cambios, los de Joaquín y Salvador por Vilarrasa y Timor, fueron en el minuto 56. A pesar de la falta de mordiente, ya no hubo más hasta el 82; Soko y Villar por Escriche y Valentin. Había bajas importantes como Mateu y Juan Carlos y lo cierto es que se está llegando al parón invernal con muchos futbolistas al límite.

Errores defensivos

Junto a la falta de llegada, algo sabido, en La Romareda llamaron la atención los errores defensivos. Aunque se acumulan diez porterías a cero, tampoco es algo nuevo. En los últimos cuatro compromisos a domicilio siempre se han encajado al menos dos goles. El 1-0 de Francho fue facilitado por un mal despeje de Ratiu, el 2-0 de Giuliano llegó en un córner en el que el Real Zaragoza tocó el balón tres veces en el área y el 3-0 de Vada en el añadido fue en un penalti por una mano evitable de Juan Villar.

El domingo toca visitar al Burgos (19.00) con la obligación de borrar la mala imagen de La Romareda. Después, ya no habrá que competir hasta el 9 de enero cuando llegue el Albacete a El Alcoraz, tiempo para recobrar fuerzas y pensar en cómo mejorar de cara a una segunda vuelta exigente.

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