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Real Zaragoza: una mejora con claroscuros

El Real Zaragoza ha crecido en diferentes aspectos del juego con la llegada al banquillo de Víctor Fernández, pero aún no tiene el soporte de los resultados y su nivel defensivo ha declinado

Entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva para preparar el partido contra el Levante
Entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva para preparar el partido contra el Levante
Ruben Losada/FotografiArte

La mano de Víctor Fernández, como no podía ser de otro modo, se nota. La está notando el Real Zaragoza en lo bueno, pero también en otras facetas sobre las que el equipo debe compensarse y corregirse si no quiere comprometer su solvencia competitiva. La victoria contra el Tenerife y la cruel derrota contra el Levante han representado bien la identidad adquirida por el conjunto aragonés desde que, hace cuatro jornadas, Víctor Fernández relevó a Julio Velázquez.

Desde entonces, el Zaragoza ha ido asimilando las nuevas fórmulas, postulados, ideas y estilo de Víctor a fuego lento, pero sobre unas premisas básicas: mejorar aquello que le ha lastrado durante todo el curso. Es decir, la calidad de fútbol ofensivo: la generación de ocasiones, el incremento de la cuota de gol, la diversidad atacante… El problema ha sido reconocible durante toda la temporada, independientemente de los entrenadores. Víctor ha elevado las prestaciones en este aspecto. El Zaragoza, especialmente en los dos últimos partidos, ha crecido por delante. Sin embargo, esas mayores inclinaciones ofensivas están teniendo una contrapartida en forma de desequilibrios e inseguridades defensivas. Tanto Tenerife como Levante le generaron más ocasiones de lo habitual y exigieron lo mejor de los centrales Francés y Jair Amador. Ambos han sujetado y absorbido varios de los defectos organizativos y tácticos expresados por el equipo a nivel general.

En este sentido, durante la temporada, el Zaragoza sostuvo sus garantías competitivas en su nivel defensivo. Si algo ha hecho el equipo con cierta solvencia, constancia y fiabilidad durante el año, con Escribá y con Velázquez, es defenderse con solidez, orden táctico y eficacia. Todo esto se ha comprometido ahora.

Es una consecuencia directa del nuevo régimen de Víctor. El Zaragoza ha variado su mentalidad. Es un equipo más agresivo, incisivo y atrevido en ataque. La oferta por delante de la pelota ha crecido, juega con más gente en campo rival y descolgada. La entrada de un segundo delantero (Azón) ha ido en esa línea. El peaje a pagar es claro: el Zaragoza ahora juega más expuesto. El Tenerife, por ejemplo, le remató nueve veces (cuatro a portería) y el Levante le tiro 17 veces (tres a puerta). En Valencia, se observó un Zaragoza, especialmente hasta el empate, muy separado, dividido en bloques, muy vulnerable. Francés y Jair debieron elevarse sobre el equipo. De esos 17 remates locales, diez fueron bloqueados. Pero lo significativo es que el Levante llegó a zonas de finalización. Es el punto de mejora que aún debe cuidar el conjunto aragonés, pues puede comprometer el crecimiento ofensivo que ha manifestado en las últimas jornadas. Un progreso, también en sensaciones generales, aún condicionado por la falta del soporte de los resultados. El Zaragoza juega algo mejor, pero suma igual de poco que toda la temporada: Víctor, de momento, solo se ha anotado una victoria, cuatro puntos de doce posibles.

Con el técnico aragonés, la producción goleadora se ha estirado tímidamente. De marcar 0,93 goles por partido hasta su llegada a marcar ahora 1 por encuentro. Idénticos números en defensa: de encajar 0,93 goles con los anteriores entrenadores, menos de un gol por partido, a recibir ahora 1 por jornada. El Zaragoza solo dejó a cero la portería en Mirandés con Víctor.

El gran cambio ha llegado en ataque. El Zaragoza se está definiendo como un equipo cómodo cuando gestiona espacios largos más que cuando domina desde la pelota. Después de tener el 60% de la posesión contra el Espanyol y el 57% frente al Mirandés; el equipo ha invertido su tiempo de pelota: frente al Tenerife, esa posesión fue del 34% y contra el Levante fue del 40%. Los contextos de esos partidos, un gol tempranero a favor contra los canarios y un rival granota también valiente, propositivo y atacante, lo propiciaron. El Zaragoza supo leer bien ese tipo de encuentros abiertos.

Más que un equipo que esté creciendo desde el culto al balón -viejo dogma de Víctor- está configurándose como un conjunto contragolpeador. Es en este registro donde más ha crecido la calidad de los ataques, como se apreció en el segundo gol al Tenerife o en la segunda mitad de Valencia, donde con algo más serenidad, concreción y definición el Zaragoza pudo marcar más goles. También el balón parado -dos tantos al Tenerife se fabricaron en la pizarra- le está dando mayor contenido atacante al Zaragoza de Víctor. El equipo ha diversificado su registros ofensivos. Y eso es lo que ahora marca su paso adelante.

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