Jefe de la sección de Deportes de HERALDO DE ARAGÓN

Real Zaragoza-Tenerife: esa increíble sensación

Partido Real Zaragoza-Tenerife en La Romareda.
Partido Real Zaragoza-Tenerife en La Romareda.
Toni Galan

Cantar un gol es una sensación increíble y, para quienes viven el fútbol de verdad, resulta difícilmente igualable. Da lo mismo que sea en un monumental estadio repleto de aficionados que en el patio de un colegio o en un parque con dos sudaderas como porterías. Disparar a puerta, ver cómo el balón vuela como a cámara lenta, oir esa especie de chasquido que emite cuando acaricia las redes... y ese sonoro ¡gooool! que sale desde lo más profundo de uno mismo.

Los jugadores del Real Zaragoza llevaban casi ocho horas jugando al fútbol sin vivir en sus carnes esa sensación. Este domingo llegó por partida triple. El primero en cantar gol fue Alejandro Francés, que lo venía buscando en los últimos partidos y por fin lo encontró. Víctor Fernández había dicho en la previa del partido que le iba a pedir más al central, y a los cinco minutos este respondió con un golazo, más propio de un cazador del área que de un zaguero como él.

El segundo fue Iván Azón, que realmente lo necesitaba. El canterano siempre lo intenta, siempre pelea, siempre lo da todo... pero –las cosas como son– le cuesta encontrarlo. Cada vez que grita ‘gol’ es un premio para él, para su lucha constante en la que nunca escatima nada. Y el tercero fue del que más acostumbrado está a cantarlos. Maikel Mesa en ocasiones peca de abusar del fútbol de salón, pero las cifras que deja son incuestionables: si sigue así, superará la decena de goles, unos datos notables para cualquiera que no sea un delantero centro puro y duro.

Hubo más gente que ayer gritó los goles. Los cantaron con rabia los 18.614 espectadores que acudieron a La Romareda, y todos los sufridos aficionados que lo vieron por televisión. El zaragocismo se merecía una alegría, después de tantas y tantas tardes de salir del estadio con el gesto de estar masticando clavos.

También los cantó Víctor Fernández, que con estos tres puntos podrá trabajar con más calma. Todo se ve mejor con el descenso un poco más lejos. El Real Zaragoza fue ayer otra cosa. Se vio un equipo más fresco, con más de alegría para llegar al área. Pero, ojo, con las mismas fases –o parecidas– de ausencia y desesperación que lo ha caracterizado toda la temporada. Julio Velázquez ganó al Leganés y empató en Cornellá al poco de llegar. Y la cosa acabó como acabó. La esperanza es que con Víctor Fernández cambie la historia y el Zaragoza tenga, al menos, un final de liga tranquilo.

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