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La escalada de Adrián Liso

El extremo zurdo, de solo 18 años, tiene todos los boletos para estrenarse en el Real Zaragoza, avalado por su espectacular progresión.

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Adrián Liso, en un entrenamiento del Real Zaragoza
Toni Galan

"Cuándo lo vi, dije: ‘¿De dónde ha salido este tío?’" Este tío al que se refirió Víctor Fernández el pasado viernes en su rueda de prensa es en realidad un adolescente, un chaval de 18 años, pero al que, cuando se le observa de cerca, digamos, a veinte metros, se le descubre la anatomía de una fiera, de un toro, de una densa masa de músculos y tendones, especialmente, en la región del tren inferior. Liso siempre fue uno de los predestinados de la Ciudad Deportiva, alguien distinto, con un modo de jugar al fútbol intenso, agresivo y caliente, pero, sobre todo, vertical, frenético y atrevido.

Lejos de tener los pies delicados de otros o del talento de quien todo lo puede ver y hacer en el campo, Liso se caracterizó, desde niño, por su energía atómica, una potencia de caballo y una única dirección a la que lanzar su fútbol: el área rival. Ahora, además, ha añadido la progresión física de quien se ha hecho hombre. El resultado es el jugador que ha enamorado a Víctor Fernández esta semana. Y ya sabemos que Víctor es muy dado a este tipo de flechazos, como le sucedió en su última etapa con el duende y la determinación de Pep Biel. Ahora, le toca a Liso.

El futbolista, amamantado en la Ciudad Deportiva, donde ingresó en edad infantil y no en alevín, y el Montecarlo, reside en El Burgo de Ebro, y lleva un mes subido en la cresta de la ola: lleva cinco goles en sus últimos cuatro partidos. En el Juvenil, le metió al Sabadell y un doblete al Barcelona, para, en las dos últimas semanas, en el Deportivo Aragón marcarle a Barbastro e Izarra.

A Víctor le chivaron que un chaval iba en moto por los campos de la cantera, y en un par de entrenamientos entendió lo que tenía delante: un extremo puro, de arrancada, zurdo, contundente en su juego ofensivo y con capacidad resolutiva.

Un especialista, un tipo de atacante, de los que quedan pocos, o ya no nacen ni se hacen, que es todo condiciones naturales. Aunque en la Ciudad Deportiva ha jugado como delantero, y metiendo muchos goles, y también se adapta al pie cambiado en la derecha -así le organizó al Barça juvenil un lío culminado con una poderosa diagonal y disparo a la red-; el sitio de Liso es la izquierda. Ahí, su fútbol profundo es realmente complicado defender.

Estos días, en la Ciudad Deportiva, los entrenamientos los ha llenado de lamentos de quienes le tocaban echarle el freno. Ha sido tal el impacto de Liso esta semana que a Víctor Fernández se le ha abierto la boca y tiene decidido ponerlo hoy en La Romareda. Queda por ver si como titular o no, pero ese debut se puede dar por descontado. Entre medio, el Real Zaragoza lo ha renovado hasta 2027, una operación encauzada desde hace varias semanas, a la que se le ha dado el acuerdo final desde las oficinas de la Ciudad Deportiva esta semana, viendo cómo venía el chico en sus últimos partidos.

Y así, en apenas un mes, el poder mágico del fútbol le ha cambiado la vida a Liso. Una escalada vertiginosa que le ha subido del juvenil al primer equipo con opciones de debutar, pasando por el filial y un nuevo contrato en el club de su corazón. La trayectoria de Víctor Fernández no abunda en apuestas canteranas, pero, cuando lo hace, cuando Víctor dice «de dónde ha salido este tío», rara vez se le tuerce la puntería. Si Adrián Liso ha entrado por sus ojos veteranos, eso ya es señal de mucho.

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