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Julio Velázquez no mejora a Escribá en el Real Zaragoza

Velázquez no arranca: el actual técnico del Real Zaragoza no mejora los números de Fran Escribá. Su promedio de puntos es inferior y el impacto de Edgar Badía marca la diferencia en el balance goleador

Entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva para preparar el partido contra el Amorebieta
Entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva para preparar el partido contra el Amorebieta
Toni Galan

El Real Zaragoza se ha frenado, estancándose, después de dos derrotas consecutivas frente a Eibar y Cartagena, en un punto de la temporada crucial y definitorio. La victoria, hace dos semanas contra el Sporting, situó al equipo ante una frontera, una línea que, de haberse cruzado, le hubiera disparado en la clasificación y subido a la locomotora del tren de aspirantes al ascenso. Sin embargo, el cuadro aragonés ha encontrado un techo a su rendimiento. Un tabique contra el que se ha estrellado y contra el que ha descubierto la realidad de su fútbol, de su nivel y de sus posibilidades.

Después de tres meses a bordo de los planes tácticos del Zaragoza, el entrenador Julio Velázquez no le ha entregado al equipo la solvencia competitiva suficiente para elevar su estatura, sus capacidades y sus perspectivas. El técnico castellano detuvo la caída al vacío que le costó el puesto a Fran Escribá. Imprimió su sello personal, reordenó algunas cosas y gestó un efecto positivo al que el fútbol le ha dado, finalmente, una textura gaseosa y efímera. Velázquez no está mejorando los números de Fran Escribá. Su promedio de puntos por partido es inferior: 1,272 frente al 1,375 de su antecesor.

Después de 11 jornadas tripulando al Zaragoza -un periodo ya apreciable para extraer conclusiones sólidas y establecer referencias-; Velázquez no ha conducido al equipo a un nivel superior de juego, rendimiento y resultados. Con él, el conjunto aragonés ha ganado solo tres partidos, perdido otros tres y empatado cinco. En total, 14 puntos, una cosecha insuficiente para poner al Zaragoza en el carril de los candidatos al ascenso, misión para la que fue contratado por Juan Carlos Cordero y objetivo remarcado por el presidente Jorge Mas el pasado mes de diciembre. Con el ritmo de puntaje impuesto por Velázquez, el Zaragoza apenas proyecta 19 más. Es decir, acabaría la liga con 55 puntos, una cifra de equipo de permanencia.

La reacción, en este sentido, se ha quedado corta. Más allá de su efecto inicial, no ha tenido continuidad. Velázquez no arranca. El Zaragoza, aunque ha encontrado una idea de juego, no la ha convertido en un pasaporte hacia la victoria. Ni ha crecido como equipo; ni ha evolucionado su fútbol; ni ha subsanado sus carencias principales; ni ha potenciado sus fortalezas. Tampoco ha dado nunca la sensación de hacerlo, ni siquiera durante el periodo de ocho jornadas invicto con Velázquez. Al equipo, entre empates y alguna victoria, siempre se le aprecio cierta musculatura competitiva, aunque también un fútbol incompleto, escaso, conservador e incierto que le pudo dar algún punto más, pero también restarle.

El factor Badía

En este sentido, el impacto de Edgar Badía marca la diferencia esencial entre el rendimiento del Zaragoza de Fran Escribá y el del Zaragoza de Julio Velázquez. El conjunto aragonés sigue manteniendo su bajo caudal goleador. Marcaba 1 gol por partido con Escribá y ahora 1,09 con Velázquez. Tampoco hay grandes diferencias en la generación de ocasiones. Los goles esperados a favor (XG) del Zaragoza han pasado de 1 a 0,9 con el actual entrenador. Esta métrica avanzada nos determina no solo la cantidad de remates (volumen de ataque de un equipo), sino también la peligrosidad de éstos (calidad de esos ataques). El equipo aún ha empeorado algo, pero es más eficaz.

El gran contraste viene en la incidencia de la portería. El Zaragoza con Escribá tenía en la defensa su principal fortaleza, hasta que Poussin y Rebollo empezaron a influir en negativo. Con el valenciano, se encajaba 1 gol por partido. Ahora, se reciben 0,8. Sin embargo, el ‘factor portero’ aflora cuando se compara los goles esperados en contra (XGA), es decir, la cantidad y calidad del peligro generado por los rivales. Con Escribá los XGA por partido fueron de 0,8; mientras con Velázquez son de 0,86. Es decir, con el actual técnico el Zaragoza encaja más o menos lo que le generan. Antes, le anotaban más. La razón principal, sintetizando, es que sus porteros paraban menos.

El Zaragoza ha llegado así a un punto de no retorno en el que los dos próximos partidos, contra Villareal B y Amorebieta, definirán hasta dónde puede llegar y cuál es su destino en la temporada.

El equipo se juega mantener viva la llama de la promoción cuando aún faltan quince partidos. Pero Julio Velázquez también se juega su bolsa de crédito. El equipo, con su paso actual, con su modelo de juego de hoy, ya ha exhibido cuál es su potencial. Los síntomas del Zaragoza de Velázquez son muy similares a los del Zaragoza de Escribá. Han cambiado las formas, pero no el fondo.

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