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La larga inercia torcida de la que el Real Zaragoza debe salir

En puertas de reanudar la liga, su racha en los últimos tres meses y medio es la tercera peor de la categoría. La segunda vuelta nace con el equipo en la posición 14ª, fruto de solo haber ganado dos de los últimos 16 partidos.

Raúl Sanllehí, Julio Velázquez y Juan Carlos Cordero; director general, entrenador y director deportivo del Real Zaragoza, respectivamente.
Raúl Sanllehí, Julio Velázquez y Juan Carlos Cordero; director general, entrenador y director deportivo del Real Zaragoza, respectivamente.
Guillermo Mestre

La liga de Segunda División se reanuda este fin de semana tras tres semanas largas de parón por las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Y el Real Zaragoza afronta un reto mayúsculo, alentado por sus dirigentes públicamente y escuchado con la habitual –últimamente– anuencia por parte de buena parte de la afición zaragocista, que subraya la obligación de optar al ascenso a Primera a primeros de junio, cuando el torneo regular concluya.

La encomienda es de órdago a la grande para sus protagonistas directos –futbolistas, técnicos y responsables deportivos– porque a este descanso invernal, una vez consumida la primera vuelta, el Real Zaragoza llegó parado en la posición 14ª con 28 puntos. Es el punto de partida con 21 partidos por delante, la mitad del camino.

Clasificación parcial de las últimas 16 jornadas

A nadie escapa que la primera fase del curso ha sido de suspenso. Este no era el plan previsto en verano. Hay tiempo para rectificar. Esto, matemáticamente y jurisprudencialmente, es defendible. Se puede. Pero, a la par, la operación de reflotamiento de este equipo deja muy escaso margen para seguir acumulando los múltiples errores del primer 50 por ciento de la obra ya construida.

De entrada, Julio Velázquez, segundo entrenador del proyecto tras el despido irremediable en noviembre de Fran Escribá, descarriado progresivamente durante dos meses y medio de desnortamiento del grupo que tardó en ser subsanado más de lo razonable, tiene ante sí tres partidos en enero que serán llaves para cimentar la esperada y necesaria mejoría: Eldense, Andorra y Alcorcón, rivales de la zona media-baja.

El entrenador, que logró –sin ningún brillo, con 6 puntos arañados de 15 dirimidos– detener la caída libre heredada de Escribá, asume desde ya mismo otra responsabilidad: la de relanzar al equipo con un ritmo de puntuación muy superior al de sus cinco primeros pasos en el banquillo zaragocista. Lo conocido, no sirve.

Porque la radiografía, la resonancia magnética del Real Zaragoza, emite un diagnóstico rotundo a mitad de enero, hoy mismo: su inercia es la tercera peor de la categoría desde el 10 de septiembre. Tal cual. Literal. Indiscutiblemente. De aquí es de donde tiene que sacar Velázquez, en comandita con los ejecutivos que regentan el mercado invernal hasta el día 31 –Sanllehí y Cordero–, al Zaragoza de nuestros días.

El hábitat del que ha de escapar

En las últimas 16 jornadas, en los últimos 3/4 de la primera vuelta, en lo más reciente que aglutina lo sucedido en mitad de septiembre, octubre, noviembre y diciembre, el Real Zaragoza solo ganó dos partidos (en Andorra y al Leganés). Parámetro que asusta por sí solo.

Empató siete duelos y perdió otros siete en este trecho complejo. Eso se ha traducido, durante estos tres meses y medio de escaseces y máculas en el juego, en una suma de solo 13 puntos (de un global de 48 posibles). Solo ha adicionado el 27% de lo litigado. En este tramo parcial de la liga, el Real Zaragoza es antepenúltimo, 20º, solo un punto mejor que el colista Cartagena y tres que el vicecolista Amorebieta, los únicos dos que empeoran su analítica. Otros equipos, de esos que están todo el tiempo viviendo en los puestos de descenso, casos del Alcorcón y el Huesca, han estado más acertados que el Real Zaragoza desde mediados de septiembre. Un cotejo que ayuda a entender la profundidad del problema: los madrileños han sumado dos puntos más que el Zaragoza en este trimestre reciente; y los oscenses, hasta seis más.

El Real Zaragoza está en la obligación de salir de esta espiral de inmediato. No caben excusas. Si, por ahora, sigue respirando con cierta holgura durante tan largo tiempo es, asumido está por todo el mundo, gracias a su impecable inicio de temporada. Ese en el que fue capaz de ganar, de carrerilla, los cinco primeros partidos y sumar 15 de 15 de modo tan llamativo como excepcional y, obviamente, visto lo visto, sin ninguna continuidad. Esta primera fase, este primer cuarto de la primera vuelta, infló los flotadores y los ‘airbags’ del equipo al límite y con ese aire ha ido tirando mientras su posición en la tabla decaía paso a paso, desde la 1ª a la 14ª.

Los mensajes del presidente Jorge Mas en su visita prenavideña fueron una llamada a la ilusión de la muchedumbre. Habló de ascenso, de prisas, de no demoras. Marcó unas pautas al resto, a los del césped y los despachos en los que el balón es el ‘leitmotiv’.

Raúl Sanllehí, el director general, el mando en plaza presencial desde que hace año y medio tomó las riendas de la SAD la nueva propiedad internacional, se tuvo que subrogar a esos mandatos. Le cuesta pronunciar el sustantivo ‘ascenso’, pero no le queda otra.

Juan Carlos Cordero, el director deportivo, es el siguiente eslabón de la cadena, solo por encima del entrenador, Julio Velázquez. Dice estar satisfecho con la plantilla hecha en verano, pese a que estos diagnósticos aquí reflejados le discuten tal parecer. Y el nuevo técnico, que pide ir partido a partido para evitar presión sobre su cargo, no debe preocuparse por ello. Así se disputa la liga: no se ha inventado aún la fórmula de jugar cinco partidos a la vez un fin de semana. Pero, ha de ser capaz Velázquez de que lo suyo sea sinónimo de triunfo tras triunfo. O similar. No dispone de otra medicina.

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