El Levante, duro rival del Real Zaragoza como preámbulo al parón de Navidad

Ha pasado como una exhalación la primera vuelta de la liga 23-24. Esta tarde de miércoles laboral, 20 de diciembre, se acaba el primer tramo del calendario del torneo con un sugerente Real Zaragoza-Levante en La Romareda. Es la jornada 21, la que marca la llegada de la mitad de la carrera en la Segunda División, que este año coincide plenamente con el último partido, asimismo, del año natural. El horario, las 19.00, no es el más adecuado en plena época prenavideña, más allá de las ineludibles circunstancias de índole laboral para muchos afectados. Ello repercutirá en multitud de ausencias de abonados y seguidores blanquillos en las tribunas del estadio. Una vez más. El neofútbol tiene su eje de balanza en la televisión. Que los graderíos estén más o menos llenos es secundario para la organización.

Sobre el césped, sin apenas tiempo de desconectar de lo acontecido en el reciente fin de semana, zaragocistas y levantinistas van a tratar de mejorar de manera visible (pueden hacerlo los dos en caso de victoria) sus respectivas posiciones en la clasificación, que están muy por debajo de las expectativas que portan en sus credenciales. Es un partido de venidos a menos. De dos grandes decepciones en lo que va de curso.

El Real Zaragoza va a procurar salir de la 14ª posición, ese espacio tan feo, incómodo y semejante al de los difíciles años precedentes, que chirría hace días a su gente. Esta vez, aquel inicio fabuloso de cinco victorias seguidas en los cinco primeros partidos, aquel liderato zaragocista que generó tanta euforia desmedida, aún hace más dolorosa esta sensación de desvanecimiento en la tabla. Urge reparar este flanco.

El Levante, por su parte, acude a Zaragoza como 7º clasificado. Es decir, fuera de la zona noble. No pisa ni los terrenos de la promoción. Es, junto con el Elche, el favorito de inicio de liga que peores sensaciones ha emitido hasta ahora. Frágil en defensa (ha encajado 24 goles) y con dificultades para ganar partidos pese a su plantilla larga y de calidad.

El Zaragoza tiene 27 puntos y desea irse de vacaciones con 30, cifra redonda que se acercaría a un promedio habitual de acceso final a la promoción de ascenso a principios de junio. El Levante, con 31, aspira a meterse entre el 4º y el 5º puesto si vence en La Romareda. Un botín sugerente. Como se ve, hoy, en la antesala de la desbandada vacacional en los dos vestuarios, que se vaciarán durante 10 días y no tendrán partidos de nuevo hasta dentro de 26 fechas, priman los números. Es hora de balance, de ese arqueo de caja referencial del ecuador del torneo.

En lo futbolístico, el entrenador de los aragoneses, el cada vez menos novel Velázquez, tiene el reto de evitar que el equipo se le cale, después del patinazo (empate, y gracias) en el campo del colista Amorebieta. A la espera de un mercado de invierno que se espera movido (aunque largo, hasta finales de enero activo), el castellano debe cerrar este último eslabón de una mala primera vuelta sin otro borrón y rasgado que melle al Real Zaragoza un poco más.

Sin novedades en la enfermería, lo normal sería la repetición del once inicial por cuarta vez consecutiva, con el 5-3-2 que, por ahora, es de cabecera. Pero lo de Lezama del domingo invita a alguna novedad. Manu Vallejo, Grau, Lluís López o Sergi Enrich podrían serlo. El escaso descanso es factor importante para mover el género.

Al margen de la cara que presente el Levante, con la zaga llena de bajas, y que se presume de máxima dificultad, se tiene más miedo al VAR que al rival. Hay obsesión con las sorpresas desagradables que devienen del arbitraje.