REAL ZARAGOZA

Un Real Zaragoza de cara nueva: es la esperanza de este sábado ante el Leganés

El estreno como local del nuevo entrenador, Julio Velázquez, es la esperanza de un cambio radical. El cuadro aragonés recibe al líder destacado, el Leganés, tras 90 días sin ganar en La Romareda.

Los futbolistas del Real Zaragoza, en un refrigerio durante el entrenamiento.
Los futbolistas del Real Zaragoza, en un refrigerio durante el entrenamiento.
Francisco Jiménez

Es tarde de fútbol de alto voltaje la de este sábado en La Romareda. El paupérrimo Real Zaragoza de los últimos dos meses y medio, obligado hace semana y media a cambiar de entrenador ante la evidencia de la gravedad de su crisis, recibe al líder destacado de la categoría, el Leganés (18.30).

Un reto mayúsculo para un equipo, el zaragocista, que ha de encontrar cuanto antes la puerta –o gatera, serviría igual– de salida del laberinto en el que se metió a mitad de septiembre y del que, no solo no consigue escapar, sino que su inercia lo ha hecho enredarse y ponerse nervioso cada vez más según pasan las semanas. Del feliz accidente de las cinco primeras jornadas, aquellas en las que los pupilos del cesado Escribá ganaron los 15 puntos de tacada, ya no queda más que el vídeo y el reportaje fotográfico, como en esas bodas que acaban al poco con un divorcio súbito. Una anécdota vital.

Este fin de semana el gran protagonista inicial en los créditos del largometraje de La Romareda es Julio Velázquez. Es el nuevo entrenador, que se estrena oficialmente en casa, tras haber aparecido en la vida zaragocista con un chasco monumental, el sábado pasado en Albacete. Aquella fue su bienvenida general, para que tomara con fidelidad la temperatura al enfermo y supiera a qué encomienda se enfrenta. Esta tarde, el segundo test lo pone de largo en el coliseo zaragozano y con el partido más difícil del momento, pues es el primer clasificado el adversario en suertes.

Velázquez va a dirigir por primera vez al Real Zaragoza delante de su gente tras haber heredado un cadáver. No es exagerar, pues el equipo zaragocista es el colista en el parcial de las últimas ocho jornadas, con solo 3 puntos (cero victorias, tres empates y cinco derrotas). Y es el penúltimo en el tramo de las últimas 12 jornadas, con 7 puntos (un triunfo, cuatro empates y siete derrotas). Esta es su primera misión: recuperar las constantes vitales del pálido grupo de futbolistas que le han traspasado en la unidad de cuidados intensivos (UCI).

En Albacete, el doctor Velázquez no pudo, supo o acertó a mover una sola tuerca. El Real Zaragoza, en el primer día de guardia de Julio, firmó su peor actuación del curso. No es lo que se pretende cuando se cambia de técnico. Por eso, este es un duelo muy especial, de muchas lecturas durante el juego y, por derivación, cuando todo acabe, a las 20.30.

Dentro del legado que Velázquez ha recibido vienen las bajas por lesión y las abolladuras varias por otros motivos de un equipo gripado hace un trimestre. Siguen fuera de órbita Cristian Álvarez, Bakis y Nieto (este, el del daño más grave, como es sabido). También se han subido a la ambulancia gigante del vestuario tanto Azón como el perenne Lecoeuche. Y sigue sancionado Lluís López. Por su parte, Mollejo, que se rompió la nariz (literal) esta semana en un choque durante un ensayo, estrenará una máscara protectora, a ver si con ella es capaz de seguir adelante sin pasar por el quirófano para reparar sus huesos quebrados hasta más adelante.

Han pasado 90 días desde la última alegría en La Romareda. Son tres meses los que lleva la afición zaragocista sin disfrutar de una victoria (aquel 2-0 ante el Eldense del 3 de septiembre, aún en el tórrido verano). No solo eso. Han pasado otras muchas cosas, como la certeza de que las previsiones del proyecto en su periodo matriz no han respondido, ni por asomo, en buena parte respecto de las expectativas creadas.

Es, además de la tarde de Velázquez como galán o primera estrella del reparto, un día donde muchos jugadores blanquillos van a pasar por el microscopio de la afición. Es la evolución de la maduración del queso en estos casos, nada nuevo que se descubra aquí. Zaragoza y su gente sabe mucho de estos procedimientos después de más de una década de viacrucis permanente.

La alineación es este sábado lo de menos. Incluso el rival, más allá de saber su alto potencial. Es una tarde de miradas atentas a lo propio. Al fútbol. A lo sustancial. Ilusionadas y críticas en idéntico grado. Momento de espabilar.

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