Julio Velázquez comenzó la lluviosa mañana de este viernes en la Ciudad Deportiva con una nueva sesión de vídeo, como cada día desde que llegó a sustituir a Fran Escribá, hace ya 10 fechas. Y, a continuación,  balón, balón, balón... mucho balón. Todo ello, a solo 24 horas de recibir al líder Leganés en La Romareda este sábado a las 18.30. 

El nuevo entrenador del Real Zaragoza prepara con mimo su debut en el estadio municipal zaragozano, con el reto de devolver al equipo a la senda de los triunfos tras su estreno fallido en Albacete que tanta preocupación ha generado (aún más de la que ya había) en todo el zaragocismo. Su encomienda es de órdago a la grande, con el equipo sumido en una crisis de resultados e identidad de grado severo: solo ha sumado 7 de los últimos 36 puntos disputados y su fútbol es pálido, pobre, débil, sin apenas pulso. 

Velázquez ha de revivir a un muerto. Reto mayúsculo. Por eso trata, a través de las imágenes audiovisuales, de transmitir a la plantilla cómo quiere jugar, un nuevo formato que rompa con el inconsistente que manejaba Escribá y que derivó en su despido por insolvencia en los partidos de sus planteamientos. El nuevo técnico muestra cada día los detalles que considera necesario modificar, muchos radicalmente. 

Y después, ya sobre la hierba del campo de entrenamientos, trata de que la teoría de la pantalla se traslade a la práctica con la pelota en juego. Son días de caras serias, de aplicación e interés máximo por parte de los futbolistas. El primer partido en esta nueva era, el pasado sábado en Albacete, concluido con una nueva derrota por 1-0, con el enésimo gol encajado en los alrededores del minuto 90, supuso una denuncia de todos los defectos y males que están derrumbando el proyecto de este año. Ante el Leganés hay que mandar señales de vida hacia el exterior. Esa es la obligación de Velázquez y sus muchachos.

La mañana no trajo novedades nominales. Nieto, Bakis y Azón, los lesionados de importancia, se vieron levemente por el gimnasio. Al canterano lo acompañó luego un fisio a la mesa de masajes. Por su parte, Cristian Álvarez hizo el calentamiento con el resto de los porteros pero se retiró al poco a las máquinas, bajo cubierto. Su reaparición está aún verde. Al que no se le vio fue al francés Lecoeuche, el lesionado perenne desde primeros de junio, cuando llegó del Valenciennes, de nuevo de baja médica por una dolencia muscular. 

El último lastimado, Mollejo, con la nariz rota tras un choque en un lance del juego en el ensayo del miércoles, está en plena fase de adaptación a la máscara que le va a acompañar en lo sucesivo hasta final de temporada, pues se ha decidido que no se opere de la fractura de los huesos nasales hasta junio. 

En los 15 minutos en los que la prensa puede estar presente, nada más noticiable se pudo observar. De lo que ocurra en la hora y media posterior, como cada día, todo el zaragocismo queda a la espera de lo que desde el club se quiera trasladar. Es la antesala de la jornada 18. Importante estación en Zaragoza, con Velázquez mostrándose por primera vez en el banquillo de La Romareda. Eléctrico lugar.