Carta abierta del cardiólogo de Dwamena en Zaragoza: "Es el final de una triste y previsible historia"

El doctor Antonio Asso recuerda al jugador, fallecido el sábado en Albania, como “un gran chico, noble y de mirada limpia”, aunque “empeñado en seguir su carrera por encima de todo”.

Dwamena, en su presentación con el Real Zaragoza en 2019
Dwamena, en su presentación con el Real Zaragoza en 2019
Toni Galán

El exfutbolista del Real Zaragoza Raphael Dwamena falleció el pasado sábado jugando a fútbol en Albania. Su corazón se paró, se desplomó sobre el césped y los médicos nada pudieron hacer por él para salvarle la vida. Fue un final triste y lamentable, pero previsible para los cardiólogos que le trataron a lo largo de su vida. Uno de ellos fue Antonio Asso, médico del Servicio de Cardiología del hospital Miguel Servet de Zaragoza y del Instituto de Arritmias de Quirónsalud Zaragoza.

Este cardiólogo fue quien en el año 2019, junto con los servicios médicos del Real Zaragoza, tuvo que hacer ver a Dwamena que sus problemas cardíacos eran incompatibles con la práctica del fútbol. No sin esfuerzos por las reticencias del jugador, lograron colocarle un desfibrilador. En una carta abierta remitida a HERALDO, Asso recuerda que en ese momento fue “consciente de la trascendencia que mis palabras tendrían sobre este joven atleta africano -por aquel entonces en la élite económica y profesional- cuyo futuro como futbolista se desvanecía”.

Cuando el futbolista dejó Zaragoza, siguieron manteniendo el contacto durante un tiempo por los consejos que Dwamena le pedía, aunque las respuestas que le daba el doctor caían en saco roto: “Estaba empeñado en seguir su carrera profesional por encima de todo y acabé perdiendo la esperanza de influir en él”.

Tanto fue así que perdió el contacto con el futbolista y supo por la prensa que hace algo más de un año había decidido quitarse el desfibrilador que le habían implantado en Zaragoza y que le había salvado la vida unos meses antes, cuando sufrió una arritmia maligna. “Si muero, es la voluntad de Dios. Me voy y punto”, había declarado Dwamena sobre su decisión de extirparse el dispositivo de su corazón.

Cuando se enteró de estos hechos, el doctor Asso tuvo claro cuál sería el final del futbolista. “Desde ese momento fui consciente de que un día sucedería la tragedia que el sábado se ha consumado en un campo de fútbol de Albania”.

El doctor Antonio Asso.
El doctor Antonio Asso.
Heraldo

Este es el contenido íntegro de la carta que el doctor Antonio Asso ha remitido a HERALDO:

Conocí a Dwamena en octubre del 2019 cuando el Dr De los Mártires del Real Zaragoza, preocupado por unos mareos que refería el jugador en los últimos partidos, solicitó su valoración. Meses atrás se le había colocado un diminuto monitor subcutáneo y el registro era inequívoco sobre la relación de sus síntomas con unas graves arritmias ventriculares que se producían durante los partidos de fútbol. 

Antes de comenzar a explicarle los hallazgos fui consciente de la trascendencia que mis palabras tendrían sobre este joven atleta africano -por aquel entonces en la élite económica y profesional- cuyo futuro como futbolista se desvanecía. 

Logramos convencerle de la imperiosa necesidad de implantarle un desfibrilador para al menos garantizarle la vida, a la par que desaconsejamos la práctica profesional deportiva. Insistí en que según fuera evolucionando la enfermedad, en algún momento podríamos abordar el origen de la arritmia mediante alguna intervención de ablación, pero eso requería que se mantuviera vivo, y para ello era imprescindible el desfibrilador. 

Raphael era un gran chico, noble y de mirada limpia, sin aires de estrella. Depositó en nosotros toda su confianza, y tras implantarle el desfibrilador marchó fuera de España. A veces me solicitaba algún consejo puntual que yo respondía de buen grado, aunque era consciente que no escuchaba. Estaba empeñado en seguir su carrera profesional por encima de todo y acabé perdiendo la esperanza de influir en él. 

Hace un par de años me comunicaron que el desfibrilador le había salvado la vida al presentar una arritmia maligna que había sido correctamente tratada de forma automática por el dispositivo. Posteriormente habíamos perdido el contacto. Hace un año supe por la prensa que había solicitado la retirada del desfibrilador implantado por nosotros y que finalmente se le había explantado (creo que en Suiza). 

Era ya tarde, su decisión era irrevocable y ponía toda su responsabilidad en sí mismo y en la voluntad del Dios en que creía. Desde ese momento fui consciente de que un día sucedería la tragedia que el sábado se ha consumado en un campo de futbol de Albania. 

"Cabe especular -para el creyente- que esas técnicas (el desfibrilador) son servidas por ese mismo Dios en el que Dwamena firmemente creía"

Ha fallecido como consecuencia de una respetable decisión personal, pero si no se hubiese explantado el desfibrilador Raphael seguiría vivo

Año tras año los avances tecnológicos ponen en nuestras manos nuevas herramientas para tratar mejor los graves problemas arrítmicos que padecía, y cabe especular -para el creyente- que esas técnicas son servidas por ese mismo Dios en el que Dwamena firmemente creía. Es el final de una triste y previsible historia. 

A veces las noticias son confusas, y conviene aclarar para los miles de pacientes que llevan un desfibrilador y confían en la seguridad que aporta, que no ha fallecido alguien que llevaba un desfibrilador, sino alguien que NO lo llevaba. 

Descanse en paz Raphael Dwamena.

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