El viaje fallido a Onteniente (Valencia), iniciado en la tarde del miércoles y finalizado a primera hora de la madrugada de ayer viernes, que se ha saldado sin jugar el previsto partido de Copa ante el Atzeneta de Tercera RFEF, ha cambiado y alborotado la semana diseñada por Fran Escribá y el cuerpo técnico en un principio.

En puertas del fin de semana y a 48 horas de recibir al Real Oviedo en La Romareda en la noche del lunes, lo programado por el entrenador a estas alturas era contar con un buen análisis de situación respecto de los futbolistas que, con el paso de las últimas jornadas, se han convertido en los menos utilizados en sus planes básicos. En Onteniente deberían haber participado muchos –o todos– minutos los Sergi Enrich, Bermejo, Luna, Lluís López, el portero Poussin, los apoyos habituales del filial Vaquero y Juan Sebastián... tal vez también Bakis hubiese podido estrenarse como goleador zaragocista en partido oficial.

Nada de esto ha sucedido por ser materialmente imposible. No hubo partido por causas de fuerza mayor –meteorológicas– y este elenco de futbolistas llega a la siguiente cita de la liga contra los ovetenses sin esa oportunidad de escaparate consumada. Si para Escribá el duelo ante el Atzeneta iba a ejercer de purga para rebajar presión en el vestuario entre los que más minutos le demandan tras tres meses de competición, ese efecto se le ha extraviado al técnico sin remedio alguno, quedando en suspenso durante 12 días. Cuando se active de nuevo, el día 14, las condiciones ambientales ya serán otras, pues se habrá jugado ante el Oviedo y en Elche y las coordenadas de navegación del equipo serán diferentes, ya sean mejores que las actuales o, según los marcadores, con mayores dificultades.

En lo puramente práctico, el hecho de haber anulado el partido ha roto el diseño de cargas de trabajo para los jugadores. El miércoles entrenaron en modo pre partido (suave y con aporte táctico). El jueves no hicieron nada más que una activación (día perdido). Y el viernes retomaron las pautas tras un doble viaje a la sierra de Valencia, más de 820 kilómetros de autobús, con la mente un tanto despistada por la ruptura del guión. Estos episodios súbitos requieren reseteos atinados.