REAL ZARAGOZA

Real Zaragoza-Villarreal B: nace la temporada de la gran ilusión

El equipo zaragocista inicia este sábado la liga 23-24 frente al filial amarillo en La Romareda (21.00). Es el 11º año consecutivo en Segunda, en el que el objetivo del ascenso es real.

La plantilla del Real Zaragoza, este viernes en el último entrenamiento antes del inicio de liga.
La plantilla del Real Zaragoza, este viernes en el último entrenamiento antes del inicio de liga.
Rubén Losada

Han transcurrido 78 días desde que se cerró la anterior liga en La Romareda, en aquel insulso partido de trámite ante el Tenerife que el Real Zaragoza empató 1-1 en un evento que ha pasado a los anales de la historia del club por el espontáneo y extraordinario homenaje que todo el mundo rindió al capitán, Alberto Zapater

Y 78 días después, dos meses y medio en medida temporal superior, nace hoy la siguiente temporada, la 23-24, con un volteo de las cosas de grandes dimensiones en el apartado deportivo, estratégico y filosofal alrededor del equipo. Este es el escaso periodo de tiempo en el que algo ha cambiado en el seno de la entidad y que, percibido como positivo desde el exterior, ha generado un halo de ilusión sin par en los últimos 11 años, trecho que encadena el cuadro zaragozano de forma consecutiva en Segunda División

El ascenso es, desde 2013 –cuando se cayó por última vez desde Primera–, la aspiración intrínseca de cada zaragocista, el anhelo legítimo de quienes provienen y portan los genes de un club histórico, con palmarés noble, con títulos enormes en España y Europa. La realidad, durante la mayor parte de esta década última, ha sido tozuda para demostrar a la generalidad de los seguidores del primer club aragonés que venían tiempos duros, como nunca antes hubo. 

Y así ha transcurrido el decenio. Con especial énfasis en el colmillo retorcido de la trama de las temporadas en el último trienio, donde se habló, barajó y temió el descenso a Segunda B (Primera RFEF desde hace dos años) con consistencia por la errática marcha de los tres últimos proyectos, que necesitaron reparaciones de hondura con el tren ya en marcha y a toda velocidad. Milagro incluido (el de Juan Ignacio Martínez ‘Jim’) hace tres torneos.

Este preámbulo es imprescindible para entender lo que hoy viene al mundo zaragocista. Esta liga 23-24 es la que debe y va a enterrar con cal viva todas estas vivencias recientes. En la que el equipo tiene que cambiar su hábitat natural desde 2020, la zona baja de la clasificación, y mudarse al otro lado opuesto, a lo más alto. Ahí donde no pisa desde el fiasco de la liga de la pandemia, la 19-20 en la que acabó 3º, tiró increíblemente el ascenso directo en el fútbol sin público y tras el largo parón de la vida en todo el orbe y terminó por fallar en la promoción ante el Elche cuando era el gran favorito.

Ahí, en la cúspide de una Segunda División que siempre será tierra inhóspita para cualquier zaragocista, antinatural, es donde se espera respirar desde hoy y hasta mayo. Las emociones, los estímulos futbolísticos del zaragocismo, se han disparado en positivo desde que la dirección deportiva que encabeza Juan Carlos Cordero se puso en marcha en junio con la publicación de los primeros fichajes y el aluvión de salidas de la casi extinta plantilla anterior. La nueva propiedad, ya sin ataduras serias por la herencia deportiva de la etapa anterior (cosa que sí sucedió hace un año), ha logrado ilusionar como hacía largo tiempo no se conocía por Zaragoza.

Este sábado empezarán su estadística como zaragocistas la mayoría de los nuevos fichajes: el respescado Marc Aguado, Maikel Mesa, Toni Moya, Sergi Enrich, Bakis, tal vez el recién llegado Valera... Futbolistas de notable peso específico que van a dotar a la personalidad del grupo de un carácter y un potencial muy diferente al del pasado reciente.

Hay más novedades, aunque por hache o por be lo normal es que tarden más en estrenarse, casos de los franceses Poussin (portero) y Lecoeuche.

El calendario trae a Zaragoza como primer oponente a un juvenil Villarreal B, filial del Submarino Amarillo, siempre un riesgo oculto por el desconocimiento de su verdadero potencial tras la restauración veraniega, pues repiten temporada en Segunda tras haber salvado el pellejo ‘in extremis’. Ciertamente, al zaragocismo este factor, esta noche, le da lo mismo. Da igual quién esté en frente. Es un día donde se sueña celebrar la fiesta que procede siempre cuando hay un alumbramiento deseado: el del año del ascenso. Al menos, el año en el que ese sea el propósito y no el opuesto. Que sea en hora buena.

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