fútbol

Así es el nuevo Real Zaragoza

El proyecto 2023-24 del club aragonés se basa en jugadores de presente, con experiencia en el oficio y que estarán bajo la batuta de un Escribá que matizará su clásico 4-4-2 en función de la necesidad

Maikel Mesa corre al frente del grupo en el entrenamiento de este miércoles.
Maikel Mesa corre al frente del grupo en el entrenamiento de este miércoles.
Francisco Jiménez

La concepción, diseño y edificación del nuevo Real Zaragoza se ha guiado por una premisa: el presente. La planificación de la plantilla se ha movido en ese carril. Ni jugadores aún con su fútbol metido en el cascarón del futuro, ni futbolistas con sus mejores palabras ya escritas en el pasado. El hoy ha gobernado la política de Juan Carlos Cordero: el rendimiento inmediato como punto de partida para facilitar el armazón competitivo del equipo desde el mismo comienzo de la temporada que ahora arranca. Este es uno de los parámetros predominantes y comunes a la mayoría de las nueve contrataciones. Incluso los más jóvenes, Mollejo (22) y Valera (21), acreditan una trayectoria experta en la Segunda División. No hay apuestas ni experimentos: en este Zaragoza solo vale el hoy.

Durante los dos últimos meses, se ha fraguado así una revolución con nueve incorporaciones (ocho fichajes incluyendo la continuidad de Mollejo, más el regreso de Marc Aguado de sus tres años de cesión en el FC Andorra). Un proceso aún incompleto, al que se le quieren dar las pinceladas finales en el tramo final del mercado, y que ha implicado, también, la salida de 15 futbolistas del Real Zaragoza que finalizó la temporada. La sacudida a la plantilla es evidente y profunda. El grupo ha cambiado en número, pero también en otros aspectos. Han variado los perfiles técnicos y tácticos, el nivel de calidad y otros atributos esenciales en el cableado del fútbol del equipo.

Juan Carlos Cordero y Fran Escribá, además de por el rendimiento reciente e inmediato, han priorizado cuestiones como la experiencia y el recorrido en el fútbol profesional y en la categoría (Maikel Mesa, Sergi Enrich, Sinan Bakis, Lecoeuche...); el refuerzo de la calidad física y atlética (Toni Moya, Germán Valera, Bakis…); la mejora de la personalidad y madera competitiva (Mollejo, Maikel Mesa, Enrich…); y el enriquecimiento posicional con jugadores con capacidad para desempeñar diferentes funciones y adaptarse a varias demarcaciones (Mesa, Mollejo, Valera, Moya…). Casi todos los fichajes comparten estos atributos.

Así, a la plantilla se le ha aportado amplitud y diversidad, multiplicando el margen de acción de Fran Escribá. La continuidad del entrenador valenciano es el motor sobre el que gira todo el proceso de construcción del equipo. Va a permitir acelerar adaptaciones, crecer desde principios ya trabajados, fortalecer mecanismos asentados en muchos jugadores de la plantilla y desarrollarse desde varias de las esencias y propuestas tácticas de la versión de la temporada pasada: la salida por fuera desde centrales; la disciplinada organización defensiva; las superioridades en el sector derecho; el manejo de diferentes formatos de presión y el cartesiano equilibrio y ordenamiento posicional sin balón.

Pero el sello de Escribá se expresará ante todo en la estructura del equipo. La plantilla está concebida para un 4-4-2 clásico, con doble pivote, dos puntas y dos extremos, y algunas de sus variantes: el 4-2-3- y, sobre todo, el 4-4-2 en rombo. Este sistema táctico se ha trabajado en la pretemporada ante la ausencia de extremos y porque potencia a varios de los mejores jugadores, como Marc Aguado, Maikel Mesa, Francho, Bakis o Azón.

Sin embargo, el rombo será un recurso más que un discurso. Es un dibujo complejo, difícil de desarrollar, que exige tiempo, acoplamiento asimilación para no sufrir fisuras, pero también futbolistas muy específicos a nivel físico, táctico, técnico y cognitivo. El Zaragoza tiene algunos, como Marc Aguado, sus interiores de recorrido como Moya y Francho, un punta para jugar a la descarga y el apoyo como Bakis y otros rápidos y verticales como Mollejo o Azón, un mediapunta que domina la zona como Mesa y otro con aptitudes para jugar ahí como Bermejo. Pero le faltan laterales con desequilibrio y centrales que defiendan hacia delante (solo tiene a Francés). El rombo da dominio, control, ritmo y capacidad ofensiva, pero también expone al equipo cuando se despliega, agudiza su lado débil en los flancos del rombo y reduce los puntos de desequilibrio individual: los laterales deben ser los encargados de ello, por eso, el colectivo debe engranar a la perfección para generar esas superioridades.

Por ello, aunque el rombo estará ahí, y será útil en función del contexto, de los rivales o los momentos, el Zaragoza se está levantando sobre el 4-4-2 fetiche de Escribá. Tendrá extremos, dos puntas, un doble pivote… Y jugadores capaces de matizarlo, como Maikel Mesa, Mollejo o Francho. Será un 4-4-2 distinto al de la pasada temporada porque sus intérpretes principales serán otros. Un 4-4-2 menos dinámico y enérgico arriba que con Simeone y Azón o Mollejo, más propositivo con la pelota y menos contemplativo, con más índice de posesión y menos metros para correr.

Lo será así, porque, en gran medida, dos de sus jugadores principales, recién llegados, son futbolistas acostumbrados al juego de posición. Uno es Sinan Bakis. Y otro, el director de orquesta, Marc Aguado, quien deberá evolucionar de mediocentro posicional hacia un pivote más funcional. Posiblemente, en estas dos figuras, residan muchos de los secretos del nuevo Zaragoza.

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