Zafarrancho en la Ciudad Deportiva para reparar los destrozos de la tormenta

La Ciudad Deportiva del Real Zaragoza vive horas de reparaciones y evaluaciones de daños tras la tormenta del pasado jueves que, por su localización geográfica, le afectó de lleno. 

Varios pinos de gran porte fueron derribados por el viento y el agua, lo mismo que sucedió con diversos tramos de vallas metálicas que separan y cierran los campos de entrenamiento de las instalaciones de la carretera de Valencia. El barro sigue presente en diferentes zonas del recinto, por donde las barranqueras discurrieron durante el excepcional episodio meteorológico que puso en máxima alerta a determinadas áreas del plano de Zaragoza, entre ellas la Ciudad Deportiva. 

Afortunadamente, no hubo daños personales. Tampoco en los interiores de vestuarios, oficinas y otros servicios. Y, lo más importante, el césped y el estado general de los terrenos de juego no se ha visto afectado de modo serio. El buen drenaje de cada campo ha favorecido que, con el paso de las horas, ni la primera plantilla ni las del resto de equipos del fútbol base zaragocista se hayan visto perjudicados en su planificación de pretemporada.

Pero una flota importante de operarios del club está trabajando en las últimas horas en modo zafarrancho urgente para solucionar los efectos originados por la caída de los árboles y de las vallas en varios puntos de la finca del Real Zaragoza. El ruido de las motosierras, de las desbrozadoras y sopladoras, el ir y venir de maquinaria adecuada para retirar los pinos derribados, se entremezclaba desde primera hora de este lunes con el entrenamiento del equipo que dirige Fran Escribá. 

La caída más apartosa es la que aconteció en la banda del campo principal que utiliza a diario la plantilla profesional, la lindante con las oficinas, la sala de prensa y el antiguo gimnasio. Hasta tres pinos, de los más altos y longevos de la Ciudad Deportiva, han sido arrancados de la tierra. Por fortuna, la orientación con la que se fueron al suelo fue hacia el lateral del campo de juego y no hacia dentro del mismo o, aún peor, hacia el tejado de los edificios. De haber sido así, la afección hubiese sido de gran importancia. 

También hay pinos tumbados en la trasera de una portería del campo 6 (el del fondo, junto al camino) y en el talud que separa los terrenos de juego de la zona alta con la zona baja de la aterrazada Ciudad Deportiva zaragocista. Es muy probable que, tras el estudio urgente y minucioso de cada árbol de los que han quedado en pie tras este excepcional caso, se talen muchos de ellos para evitar riesgos a futuro. 

En la rotonda doble por la que se accede a las instalaciones blanquillas desde la autovía, en frente de Cuarte de Huerva, los restos de barro y piedras son aparatosos e impactantes. La señal de tráfico que indica el desvío hacia la Ciudad Deportiva y el Colegio Británico tiene restos de lodo que evidencian que fue cubierta por completo por el río de agua que generó la tormenta, es decir, con un volumen de caudal de más de metro y medio de altura. 

Así pues, paralelamente a la cuestión fundamental de la pretemporada futbolística del Real Zaragoza, que está programada este verano en un 90 por cien de su tiempo en su propia Ciudad Deportiva (con la excepción de la semana de final de este mes de julio, en la que el equipo se trasladará a San Pedro del Pinatar, Murcia), la meteorología ha añadido este foco de actualidad al día a día de los de Escribá. Entre lo que pudo ser y lo que al final ha sido, los responsables de la entidad se sienten afortunados, pues la actividad principal del Real Zaragoza no se va a ver alterada en lo nuclear.