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Real Zaragoza-Las Palmas: cuestión de amor propio para los blanquillos

El equipo aragonés recibe al último de los equipos aspirantes al ascenso directo que le restan en el calendario, con la salvación matemática como objetivo único.

Giuliano Simeone charla con Azón y Grau durante el entrenamiento del Real Zaragoza este viernes.
Giuliano Simeone charla con Azón y Grau durante el entrenamiento del Real Zaragoza este viernes.
Rubén Losada

Empieza en la noche de este domingo en La Romareda (21.00) la cuenta atrás de cinco para el Real Zaragoza en esta liga 22-23. Y llega laUD Las Palmas, rival de altura en el presente, pues es uno de los aspirantes al ascenso directo en estas últimas cinco jornadas que restan de torneo. Y también adversario histórico de viejos tiempos de mayor gloria para ambos clubes, en Primera División, con plantillas y jugadores internacionales en ambos bandos, con presencia en Europa por poderío propio.

El equipo que dirige Fran Escribá está en puertas de cuadrar el arqueo de caja con la puntuación matemática de la salvación, es decir, la elusión de cualquier problema con el descenso al tercer escalón del fútbol español actual (llamado Primera RFEF, eufemismo casi paradójico, pues a esa Primera no hay que ir nunca, precisamente, es a la otra). No deja de ser su único objetivo desde hace ocho meses, cuando por tercer año concatenado el equipo blanquillo se metió en la selva de la zona baja de la tabla y apenas ha podido ver algo de luz entre la maleza en el último tramo de cuatro o cinco partidos. Todo gracias a una dinámica positiva importante que lo hace estar invicto en nueve duelos consecutivos. Es el gran logro de esta limitada plantilla que ya está dando sus últimos pasos como grupo, como proyecto. Un meritorio respingo postrero, abanderado por Escribá –quien viene anunciando su continuidad para el año venidero, el del abordaje por fin a la pelea por subir a la élite– y que hoy puede alargarse un eslabón más si el Real Zaragoza es capaz de domar a un Las Palmas que viene muy obligado por sus nervios y patinazos recientes.

Para los zaragocistas, que ya ven con alivio la línea de meta al fondo y están en esa fase donde el cerebro canta en silencio «que se acabe esto pronto, por favor», este partido tiene mucho de amor propio. Primero, por sí mismos. Y, además, porque hay un ramillete de rivales y colegas de división que dependen de la actitud, la conducta y la praxis del Real Zaragoza para poder avanzar en sus objetivos supremos. Son las ondas expansivas de los finales de temporada. En efecto, hoy jugarán con la camiseta blanca y el pantalón azul del Zaragoza, figuradamente, los Eibar, Granada y, aunque ya dirimeron sus partidos de esta jornada ayer, también Levante, Alavés e, incluso, Albacete y Cartagena. A todos estos, aspirantes al premio mayor dentro de 27 días, les va media vida en que el Real Zaragoza sea capaz de ganar hoy a Las Palmas.

Es, pues, un partido de orgullo para los jugadores blanquillos. Saben que han dado un rendimiento insuficiente todo el curso, que lo ofrecido a la magnífica afición zaragocista un año más ha estado muy por debajo de lo que esta plaza merece y ansía. El último ‘arreón’ en el que, afortunadamente, aún se hallan inmersos, está edulcorando la acritud del paladar del zaragocismo para dar paso a un verano ilusionante como pocos. Por este lado del análisis apriorístico también la noche trae gotas de responsabilidad que deben sacar a relucir los futbolistas que alinee Escribá para rematar su reacción correctamente y no volver a las andadas.

Hay 15 puntos de diferencia en la tabla a estas alturas: 63 tiene Las Palmas por 48 el Real Zaragoza. Esa es la vara de medir, orientadora, que indica a futuro a la dirección deportiva del Real Zaragoza por dónde deben llegar las mejoras a este plantel caducado en más del 50 por ciento del material humano. Es el último de los rivales de la parte noble de la categoría que le toca en suertes a los de Escribá en su vía crucis. Solo ha podido ganarle al Granada (1-0). El resto, mucho empate y derrotas ajustadas, menos aquel 1-4 recibido del Alavés en una tarde donde falló lo que hoy se espera que no falle: el mencionado orgullo, el amor propio, la autoestima del profesional, tan importante en casi todos los ámbitos de la vida.

Escribá puede repetir por cuarta vez el mismo once inicial, algo anómalo en su librillo como técnico, tan dado a mutaciones y revoluciones de semana en semana. Pero dejó una línea suelta en su discurso en la rueda de prensa previa anteayer que previene de alguna modificación. Quizá vuelva Francés al eje de la zaga, después de un mes suplente sin pisar el césped. También Zapater tiene opciones de dar relevo a Grau, jugador de techo bajo todo el año.

En frente, los Jonathan Viera, Vitolo, Sandro, Loren, Moleiro, Pejiño, Loiodice, con pedigrí de élite, saben que con la victoria pueden salir líderes de Zaragoza. Y, asimismo, son sabedores de que el cupo de fallos (solohan ganado un partido de los últimos ocho) lo han agotado si quieren jugar el año que viene el Primera División.

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