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Fran Escribá pide mantener la tensión hasta el último día

Pese a que la sensación generalizada en el Real Zaragoza es de calma tras alcanzar los 48 puntos en Éibar, el mensaje para el equipo es de implicación máxima hasta cuadrar las matemáticas.

Fran Escribá en el centro del entrenamiento en la Ciudad Deportiva, junto a Nieto, Azón, Puche y su ayudante Javi Suárez.
Fran Escribá en el centro del entrenamiento en la Ciudad Deportiva, junto a Nieto, Azón, Puche y su ayudante Javi Suárez.
Rubén Losada

Más de 20 minutos duró la charla previa al inicio del primer entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva. Los lunes, los días pos partido, suelen ser siempre densos en análisis, loas y reproches desde el cuerpo técnico para la plantilla. Son infinidad los detalles analizados con las nuevas aplicaciones, el ‘big data’ y los propios apuntes de los colaboradores directos de Fran Escribá. Y esta vez, después de dos días de fiesta tras el 1-1 de Éibar, convenía esclarecer que fue lo bueno y qué lo malo entre tanto como sucedió en Ipurúa.

El mensaje para la plantilla es contundente: con 48 puntos, la permanencia está muy cerca, pero no matemáticamente conseguida y, por lo tanto, hay que manenter la tensión al límite. Nada de relajación. Se palpa cierta sensación de calma, como si la buena racha en la que se haya el equipo, nueve partidos seguidos puntuando, invicto, ya hubiera desembocado en el logro principal de esta temporada torcida desde el mismo inicio, que no es otro que salvar el peligro de la zona baja cuanto antes y con la mayor holgura posible.

Escribá quiere concentración y aplicación hasta el último día, que será frente al Tenerife en los alrededores del 28 de mayo. La victoria del Málaga en Lugo (0-2) anteayer quitó brillo al punto logrado en Éibar, pues aumentó la presión por abajo dejando el peligro a nueve puntos. Es cierto que hay hasta seis equipos por detrás del Real Zaragoza que, por ende, están más cerca del abismo y generan una trinchera de sosiego, natural y lógica. Pero no caben confianzas. Los malagueños vienen lanzados, han dejado atrás ya a la anterior referencia, la Ponferradina –que tiene muy mala pinta–, y no hay que dar por sentado que con los 48 puntos que tiene el cuadro zaragocista vaya a ser suficiente. Porque aún quedan cinco jornadas, 15 por disputarse. Y las matemáticas no se discuten ni se negocian. Con ellas no se debate.

La visita de Las Palmas el domingo que viene a La Romareda causa respeto. Todo lo que no sea mantener el mismo grado de implicación de los últimos dos meses puede ser pernicioso para este Zaragoza actual, que tiene su techo de solvencia y depende de muchos factores, propios y exógenos, para sacar adelante con victorias cada partido que acomete. Tanto que, de hecho, solo ha logrado ganar 11 de los 37 ya disputados.

Por eso Escribá atornilló anímicamente a los suyos. No cabe relajarse, aunque la tendencia refleja de muchos protagonistas invite a ello. Quizá con 48 puntos ya esté obrada la permanencia y ahora, por mera cuestión de tiempos, aún no se sepa y solo pueda discernirse a posteriori, cuando todo pase. O tal vez haga falta aún un punto, o dos, incluso tres (el Deportivo de La Coruña bajó en su día a Segunda B con 51 en un año de un perfil parecido a este).

La plantilla está advertida. El final del torneo tiende a ser menos nervioso de lo que se diagnosticaba hace cuatro o cinco jornadas, buena cosa. Pero aún falta el esprint final. Y pararse en la recta de meta suele traer consigo fiascos y, según sea su efecto, bochornos.

El Málaga lleva tres victorias seguidas, ha sumado 14 de los últimos 21 puntos. Puede, de seguir su dinámica, llevar el final de la liga a un escenario lleno de taquicardias. Y el Real Zaragoza no debe estar en ellas. Ese es el lema. Lo de mirar arriba es una frivolidad.

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