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Real Zaragoza-Leganés: en busca de la tranquilidad

Su mala dinámica de goles y victorias le exige al Real Zaragoza una reacción contra el Leganés para evitarse problemas mayores en la tabla. Francho es baja.

Foto del entrenamiento del Real Zaragoza en el estadio de La Romareda
Foto del entrenamiento del Real Zaragoza en el estadio de La Romareda
Toni Galán

Por lo que parece, el Real Zaragoza es de los menos malos en la liga de la mediocridad en la que se ha transfigurado la lucha por la categoría esta temporada en Segunda División. Solo así se explica que un equipo incapaz de ganar a casi nadie en los dos últimos meses siga sobreviviendo a flote en medio de su tempestad de falta de goles, fútbol pobre e inofensivo y deriva de resultados. El Zaragoza agarra aún un tablón de seis puntos sobre la línea de crédito que ofrece la Ponferradina: lejos de perder colchón, el equipo, punto a punto, sorbo a sorbo, incrementa su margen de seguridad mientras el calendario va descontando las semanas. Nadie quiere pensar en que, en algún momento, a la Ponferradina le dé por ganar partidos.

El relato del Zaragoza, una vez más, se escribe con semejante enfoque y argumentario que en las semanas precedentes. La victoria es inaplazable, aunque sea para romper de verdad distancias con el descenso, abrirse un horizonte de serenidad y rutina, zanjar cuanto antes las obligaciones de la temporada y perderle la vista al filo del precipicio al que viene asomándose el conjunto aragonés en las últimas semanas.

El Leganés es el rival esta vez, a la hora del vermú, a las dos de la tarde de un domingo soleado, primaveral, florido y de cuaresma. Un rato en el que se nos pueden ocurrir cientos de cosas mejores que asistir a un nuevo episodio de impotencia goleadora y debilidad ganadora de este Real Zaragoza. Una cita más como otras muchas en los últimos tiempos con el autocastigo. Pero, precisamente, en eso consiste ser del Real Zaragoza: es lo que hay, pero es lo que queremos. Así que el respetable acudirá a La Romareda a una hora inédita para intentar llevarse la alegría que aún no ha llegado en 2023. El Zaragoza hace aguas en casa, donde no marca un gol útil desde la victoria 3-0 contra el Huesca en diciembre.

Dentro de este envoltorio, se guarda un partido al que Fran Escribá le quiere encontrar rápido la trama de la victoria que, de una vez por todas, le devuelva a su equipo el sentido final de su afán competitivo, alimente con puntos su fútbol y le entregue una bolsa de tranquilidad para las próximas semanas. Todo pasa por el gol.

Si hasta la llegada del técnico el Zaragoza no marcaba porque no generaba situaciones con valor de peligro; ahora no los marca porque no acierta en esas ocasiones. La negación ante el gol de Simeone, a quien poco hay que reprochar aun con todo porque sin sus goles de otoño a saber dónde estaría el equipo, es la viva representación del desatino constante a la hora de la definición. El Zaragoza ha mejorado en defensa, después de dos porterías a cero, y eso le va a permitir estar siempre en disposición de llevarse el partido. Pero tiene que concretar. Esta cuestión vertebra todo aquello que pueda dar de sí el conjunto de Escribá contra el Leganés.

Al partido, no llega Francho Serrano, apagado por la gripe esta semana, además de los habituales Azón y Mollejo. En cambio, el técnico recupera a Fran Gámez. El plan del Zaragoza apunta a edificarse de nuevo con un sistema 4-2-3-1, una vez que las bajas en la delantera y la falta de alternativas solventes para conservarlo ha desactiva el 4-4-2 con el que Escribá recompuso al equipo. Se habla de puntuales matices tácticos entre un dibujo u otro, pero la cosa cambia bastante: no es lo mismo atacar con balones al pie de Vada o Eugeni que al fútbol vertical y enérgico de Mollejo o Azón. Al Zaragoza no le cambian los modos un dibujo u otro, sino los jugadores.

Vada, precisamente, apunta a ser el relevo de Francho, movimiento que desplazaría a Bermejo a la derecha, con Bebé en la izquierda y Simeone en punta. En el doble pivote, Jaume Grau, Alarcón y un Zapater venido a menos en los últimos partidos se juegan dos plazas. La defensa apunta a seguir igual.

El Leganés llega con Imanol Idiakez al frente, un entrenador que se ha expresado mejor como profesional hablando de su etapa en el Zaragoza cuando le han puesto una grabadora delante que dirigiéndolo en aquellos días en los que se atragantó con una plantilla que casi sube a Primera unos meses antes. Después de un mal arranque, la escuadra pepinera entró en buena línea y ahora, después de un par de meses más irregulares, aún aspira a engancharse a posiciones de promoción pese a perder la pasada semana contra el colista Ibiza. Y eso que, en su puesto de media tabla, apenas le saca cinco puntos al Zaragoza.

Mimbres tiene de sobra Idiakez, en una plantilla con jugadores de gran nivel como Fede Vico, Dani Raba, Rubén Pardo o José Arnáiz -fichado ya por Osasuna para el año que viene- y bien reforzada además en invierno con Karrikaburu o Enric Franquesa. También firmó el exzaragocista Narváez, duda en La Romareda por unas molestias musculares. Es baja por sanción el central Jorge Sáenz, y su lugar en la línea de tres zagueros lo ocupará Omeruo.

Sobre un 3-5-2, el Leganés se ha definido como un equipo de ánimo ofensivo, abierto y atrevido, con velocidad en la circulación de la pelota y con una propuesta bien aseada. El Zaragoza, en este sentido, deberá saber contener y atacar. Pero, sobre todo, marcar.

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