El Real Zaragoza llevó a cabo este miércoles una sesión de trabajo ordinaria en la Ciudad Deportiva... con 27 futbolistas siguiendo las pautas del cuerpo técnico que dirige Fran Escribá. Todos los útiles de la primera plantilla (solo con las bajas de los lesionados Mollejo y Azón) y el refuerzo puntual del filial Rastrojo. 

Es un reto para el entrenador acometer estos entrenamientos con un grupo tan masivo. Puede hacer dos equipos y aún le sobran cinco piezas. Escribá ya ha dejado alguna perla entre líneas en sus ruedas de prensa aludiendo a la dificultad que supone para un técnico esta circunsancia de contar con una plantilla tan extensa. Un problema. La imagen, en los primeros minutos de la mañana (los 15 que se permiten a los medios de comunicación observar), es más propia del inicio de la pretemporada en julio, cuando todo está por definir y el destino de muchos protagonistas está aún en el aire, que de un grupo que se apresta a afrontar la recta final de la liga, a solo 12 jornadas para la conclusión. 

De cara al partido del domingo frente al Leganés en La Romareda (en el inusual horario de las 14.00, hora de comer), Escribá no tiene a nadie sancionado. Y desde la enfermería se ha reincorporado Quinteros, central de participación residual durante el año cuya lesión -larga, perenne- nunca ha tenido parte médico que desvelara la dolencia, al parecer en un talón. Así que, como quiera que el entrenador blanquillo ha llamado del Aragón al interior/extremo derecho Rastrojo (quizá algo más que un mero apoyo, dado el carácter de muchedumbre que tiene ahora mismo el plantel zaragocista), eran 27 los hombres en chándal de faena sobre el maltrecho -otra vez- césped de las instalaciones de la carretera de Valencia. 

Los porteros Cristian Álvarez, Ratón y Rebollo; y los futbolistas de campo Vigaray, Luna, Gámez, Larrazabal, Nieto, Fuentes, Francés, Jair, Lluís López, Quinteros, Zapater, Francho, Grau, Alarcón, Molina, Eugeni, Bermejo, Vada, Puche, Bebé, Simeone, Gueye, P. Sans y Rastrojo han seguido el guión del día durante hora y media. Cabe pensar el nido de conflictos que tendría Escribá si retornase la norma anterior a la pandemia de que solo fueran convocados 18 hombres a los partidos.

Desde que el neofútbol varió las citaciones oficiales y las elevó a 23, los efectos nocivos de contar con una plantilla superpoblada quedan ligeramente atenuados. Pero, de facto, dentro del grupo, eso no es así. Y es que, de los 27 que este miércoles trabajaban para ganarse un sitio ante el Leganés, solo 11 lo obtendrán. O sea, 16 se quedarán fuera de órbita y con el consiguiente malestar propio del mundo del fútbol cuando un jugador no entra en los planes principales de un entrenador. Este es el reto y el arte de orfebrería que está teniendo que lidiar Escribá cada día. Son las secuelas de la planificación del pasado verano.