El Real Zaragoza ha salido de la 30ª jornada de liga ubicado en el puesto 17º, igualado en puntos con el 18º –que es el Oviedo por el leve factor provisional del diferencial goleador general–, es decir, justo asomado en el balcón del descenso y pisando en la cornisa de la permanencia. Suelo escasamente firme. En todo caso, de máximo riesgo.

Lo que queda por detrás de la posición de los zaragocistas en la clasificación es únicamente el cuarteto de cola, los que el 28 de mayo se irán despeñados a la Primera RFEF, la categoría inferior:son los malparados y casi desahuciados Lugo, Ibiza y Málaga y el equipo clave de la pelea por la permanencia, la Ponferradina.

Seis puntos separan al Real Zaragoza de los bercianos, 35 suman los de Escribá por 29 los que entrena el catalán David Gallego. Este es, a 8 de marzo, el colchón de seguridad con el que cuentan los blanquillos sobre quien es ya, en lo sucesivo y hasta que pueda llegar una mejor circunstancia de analisis según avance la liga, su adversario referencial. Realmente, son siete, pues el ‘golaverage’ particular, una vez jugados ya los dos partidos entre ponferradinos y zaragocistas, es favorable al cuadro aragonés, que ganó 1-2 en El Toralín en la primera vuelta, lo que mejora el 0-0 de hace pocos días en La Romareda. La Ponferradina se ha convertido en el punto fijo que sale reflejado en el retrovisor de todo el zaragocismo. No hay más.

Se trata, por lo tanto, de administrar esa medida de seis puntos a favor de los zaragozanos durante las 12 jornadas que restan al torneo liguero. Respecto del Real Zaragoza, si al final fuese el equipo con el que los leoneses pelearan la salvación (hipótesis que tiene más variantes, pues los candidatos a atascarse con serio riesgo son varios más), la tarea pasa por no dejarse limar esos seis puntos en los 36 que han de dirimirse antes del final del campeonato. Solo 36... o aún 36, según venga la partida.

¿Quién tiene mejor calendario? ¿Los desesperados de la Ponferradina o los preocupados del Real Zaragoza? Adjunto se puede ver y analizar con detenimiento. No hay ya, pues, enfrentamiento directo entre ellos. Cada uno llevará su marcha. Comparten cinco contrincantes: Granada, Leganés, Oviedo, Huesca y Albacete. Y llevarán caminos dispares en los otros siete duelos.

La Ponferradina tiene un reparto equitativo de su docena de partidos todavía pendientes: seis en casa y seis a domicilio. El Real Zaragoza presenta un matiz diferenciador, pues tiene siete citas en La Romareda y sólo cinco como visitante. ¿Ventaja o perjuicio? Los precedentes de los zaragocistas, en esa temporada y en las anteriores, no aclaran si es mejor tener un partido más como anfitriones o, por el contrario, resulta contraproducente para este perfil de plantillas de segundo orden que han de portar la responsabilidad de la camiseta, el escudo y el nombre en días cruciales ante un estadio lleno y exigente. Así que, mejor, no entrar a valorar este factor a priori. Se nombra, como dato, y nada más.

Los siete rivales pendientes distintos a los del Real Zaragoza con los que le quedan por jugar a la Ponferradina son el Alavés, Mirandés, Lugo, Burgos, Andorra, Málaga y Sporting de Gijón. Y los que tendrá el cuadro aragonés que ya han pasado por el ring de los de El Bierzo son el Levante, Racing de Santander, Eibar, Las Palmas, Cartagena, Ibiza y Tenerife.

En este elenco se aprecia enseguida que a la Ponferradina, además de con los compartidos Granada y Albacete (el Zaragoza también los tiene en espera), solo le queda por jugar con uno del grupo de cabeza, de los favoritos que pugnan por el ascenso directo: el Alavés. Mientras tanto, a los blanquillos les aguardan, de ese pelotón de élite, Levante, Eibar y Las Palmas, sin descartar que el Cartagena esté metido en la pelea por la 6ª plaza que da derecho a la promoción de ascenso y que aún está en una nebulosa, con Albacete, Burgos y Cartagena como trío que pelea ahora mismo con claridad por ese escalón único, que parece puede estar abierto hasta el final del torneo.

Otros susceptibles implicados

Esta primera aproximación a los problemas principales del Real Zaragoza en lo que ya es el inicio del esprint final de la liga tiene únicamente un carácter puntual. Sirve como punto de partida para la huida urgente de las brasas del infierno. Pero no es un circuito cerrado, pues hay un ramillete de equipos que, en dos o tres jornadas más, pueden inmiscuirse en el lío con firmeza por lo reducido de las diferencias de puntuación:el citado Oviedo (gemelo del Zaragoza ahora, con 35 puntos también), el Andorra, el Sporting de Gijón, el Racing de Santander –estos tres con uno más, 36– y hasta el Tenerife y el Mirandés (con 37) están solo un cuerpo o dos por delante del precipicio, expuestos a que cualquier patinazo o inconveniente pueda poner en riesgo su integridad.

Pero eso será cuestión de estudio cuando toque y sea menester, según se desarrollen paso a paso las 12 jornadas restantes. Ahora, el Real Zaragoza solo tiene ojos para la Ponferradina por ser lo que es en la clasificación: una boya, una baliza a la que no conviene acercarse y, al revés, de la que es imprescindible alejarse cuanto antes. Da igual lo que hagan los demás del pelotón de torpes que preceden levemente a los zaragocistas. Su obsesión, al que no debe perder ojo, está en Ponferrada.

El nivel de altura que marcará este año 22-23 dónde queda el descenso tiende a definirlo el club leonés. Cuanto más vaya levantando sus actuales 29 puntos, más obligaciones creará a los que están justo delante, con el Real Zaragoza mostrándole la matrícula trasera y el tubo de escape en primer plano. Enjugar seis puntos (que son siete, con el ‘golaverage’ ganado por los aragoneses), con 36 en juego, no es sencillo para los ponferradinos pero tampoco es una quimera. Hay muchos de precedentes que les dan aún la vida.

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