Fran Escribá: quince partidos después

Fran Escribá, en la banda del estadio Anxo Carro de Lugo.
Fran Escribá, en la banda del estadio Anxo Carro de Lugo.
Carlos Castro/LOF

Quince encuentros dirigió al Real Zaragoza Juan Carlos Carcedo y quince partidos al frente del equipo aragonés suma Fran Escribá. El análisis comparado de los grandes números de uno y otro dan como resultado un notable parecido. Escribá ha sumado 19 puntos, frente a los 16 de su antecesor. Los encuentros ganados son exactamente los mismos: cuatro cada uno. La diferencia estriba en el número de empates y derrotas. En cuanto al número de goles anotados, en el periodo de gobierno de Carcedo se marcaron 9 tantos, cifra que se ha elevado a los 14 con Fran Escribá. Por contra, la portería propia ha sido perforada 16 veces en este último periodo, cuando antes lo fue en 9 ocasiones.

En este caso, no es que la comparativa sea odiosa, sino que revela otras cuestiones. Acaso haya que pensar, en primer término, que el Real Zaragoza no se halla ante un problema de entrenador, aunque esta figura, en las crisis deportivas, siempre derive en la pieza más débil. El aspecto de la deficiencia apunta, más bien, a la dirección deportiva, a los despachos en los que se definió la política de fichajes, el diseño de las plantillas o la firma de determinados contratos durante las pasadas temporadas.

En este orden, habría que reflexionar sobre el papel desempeñado por Lalo Arantegui y su sucesor, Miguel Torrecilla, destituido el pasado mes de noviembre. Mientras tanto, a Juan Carlos Cordero, actual director deportivo, escaso margen le ha quedado, salvo recibir una herencia pesada que lo tuvo muy atado de pies y manos a lo largo del pasado mercado de invierno. No será hasta el próximo verano cuando tenga capacidad para actuar, remodelar, redefinir o reestructurar el plantel.

Como todos sabemos, la gran laguna la constituye la falta de gol, la apuesta por futbolistas que no cumplieron o cumplen, ni de lejos, con las expectativas y necesidades planteadas. El último episodio de este orden lo protagoniza Pape Gueye, cuyo rendimiento sobre el campo en nada se comparece con el contenido de los informes técnicos que avalaron su contratación.

Al margen de este repetido disparo en el pie propio, a Fran Escribá también le están penalizando las lesiones de Iván Azón, un jugador imprescindible para entender las salvaciones de las dos campañas anteriores, y de Víctor Mollejo, perdido para la causa para el resto de temporada.

En este contexto, únicamente queda pensar en la permanencia, en la conquista de un puente que lleve al siguiente proyecto deportivo, porque del presente no cabe esperar mayores cotas: resistir y permanecer donde estamos.

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