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Zaragoza entrega la Medalla de Oro a título póstumo a José Luis Violeta
La máxima distinción de la ciudad fue entregada a la familia del exfutbolista este domingo, en estadio municipal de La Romareda, minutos antes del inicio del partido entre el Real Zaragoza y el Oviedo.
El Ayuntamiento de Zaragoza ha entregado este domingo, 9 de octubre, en el estadio municipal de La Romareda, la Medalla de Oro a título póstumo al exfutbolista José Luis Violeta. El acto de entrega se desarrolló en el césped, en los minutos previos al inicio del partido entre el Real Zaragoza y el Oviedo. José Luis y Julia, hijo y nieta del exjugador, fueron quienes recibieron la Medalla de manos del alcalde Jorge Azcón, quien estuvo acompañado por el director general del club zaragocista, Raúl Sanllehí.
La propuesta de concesión de la Medalla de Oro fue ratificada por unanimidad en el Pleno Municipal para rendir homenaje a uno de los mejores jugadores de la historia del Real Zaragoza, fallecido el pasado 5 de mayo. José Luis Violeta nació en 1941 y estudió en el colegio de San Antonio, desde donde todos los días, al salir, iba con sus compañeros a ver los entrenamientos del Real Zaragoza. Siendo un niño jugó en los equipos del River y Juventud hasta que se incorporó al Real Zaragoza. Debutó con la camiseta del primer equipo en la temporada 1963-1964, frente al Pontevedra,en la primera jornada de Liga.
Conocido como 'El León de Torrero', Violeta fue uno de los dos jugadores que más veces vistió la camiseta blanquilla, en un total de 473 encuentros. El futbolista jugó durante 14 temporadas en el Real Zaragoza, fue capitán y perteneció a dos de las plantillas más emblemáticas del club, la de 'Los Magníficos' y la de 'Los Zaraguayos'. Con estos conjuntos llegó a conquistar diferentes reconocimientos deportivos como la Copa de Ferias de 1964 o el subcampeonato de Liga en la temporada de 1974–1975.
José Luis Violeta fue también internacional con la selección española en 14 ocasiones. Calificado como un deportista admirable y un zaragozano ejemplar, Violeta mostró, a lo largo de toda su vida profesional y laboral, una admiración sincera tanto al Real Zaragoza como a su ciudad, de la que se convirtió en un embajador más allá de sus fronteras.
