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El último tango de Leo Ponzio

A punto de cumplir los 40 años, el excentrocampista del Real Zaragoza se despide del fútbol convertido en una leyenda del histórico River Plate.

Leo Ponzio celebra el título de liga con River Plate.
Leo Ponzio celebra el título de liga con River Plate.
Reuters

La última página de Leonardo Daniel Ponzio (Las Rosas, Argentina, 29 de enero de 1982) en el fútbol profesional se redactará este sábado, en el estadio Único Madre de Ciudades de Santiago del Estero. Porque Ponzio, el Leo Ponzio que cumplió dos etapas en el Real Zaragoza y en el que ganó la Copa del Rey al Madrid y la Supercopa de España al Valencia -los dos últimos títulos del club-, sigue jugando al fútbol. Lo hará hasta este sábado, hasta el desenlace del Trofeo Campeones argentino en el que su equipo, River Plate, reciente campeón de la Liga Profesional, se enfrenta a Colón de Santa Fe, vencedor de la Copa de la Liga en el primer semestre del año.

Será una despedida de altos vuelos, con un título en juego, para el centrocampista rosarino, convertido, desde que decidió dejar el Real Zaragoza en enero de 2012 y retornar a River Plate, en una leyenda de ‘Los Millonarios’. Un mito de tal calibre que ni él mismo lo pudo imaginar por entonces. Ponzio, aquel chaval silencioso, de oraciones escuetas y tímidas, que fichó el Zaragoza en verano de 2003 y que luego, en su segunda etapa, crecería hasta la capitanía, se ha elevado como una institución del fútbol argentino en la última década. En River, ha disputado 356 partidos: 208 en torneos locales, 88 en internacionales y 41 en copas nacionales.

Hace diez días, dijo adiós a su hinchada, en un estadio Monumental a reventar de gargantas entregadas a él y que desplegó sobre las gradas una simbología que reunía, a modo de tributo, a Ponzio con viejos dioses del club, como Labruna, Carrizo, Ortega, Francescoli, Beto Alonso o Gallardo. Allí, estaba un lloroso y emocionado Ponzio, recién proclamado campeón de liga, una corona más que añadir a su palmarés de 16 títulos, récord de River Plate junto a Ángel Labruna y Ricardo Vaghi. Lo ha ganado todo en Argentina y casi todo fuera de allí: Copa Libertadores (2), Recopa Sudamericana (3) Copa Sudamericana, Copa Suruga Bank…

Sin embargo, el logro más importante con River Plate lo conquistó en 2012, solo unos meses después de dejar Zaragoza: el ascenso a Primera. Ponzio había decidido regresar a Argentina, de nuevo a River Plate, entonces, en aquel invierno, reducido a la segunda categoría, sufriendo el momento más delicado de su historia. Ponzio estaba harto del Zaragoza de Agapito. Desgastado en tiempos en los que el club era irrespirable: impagos, crisis deportivas, ley concursal, plantillas inestables, desvaríos institucionales… A Ponzio le tocó aquello, en su segunda etapa, como capitán. Manolo Jiménez acababa de relevar a Javier Aguirre y la incertidumbre devoraba al club, en días de la directiva efímera de Salvador Arenere. Ponzio pactó su salida con Agapito. Pudo ir a Udinese, igual que pudo ir a Boca Juniors el verano previo, pero decidió retornar a River Plate, el club que en invierno de 2007 le había pagado 2,5 millones al Zaragoza. El club aragonés recuperaba prácticamente la inversión realizada en verano de 2003, cuando con apenas 20 años lo compró a Newell’s Old Boys. Ponzio firmó como el más desconocido de un memorable mercado de fichajes en la vuelta a Primera: Savio, Gaby Milito, David Villa y Álvaro Maior. Y también Ponzio, quien pronto destacaría por su entrega, su intensidad defensiva, su recorrido y su polivalencia: en el Zaragoza jugó de casi todo, pivote defensivo, mediocentro, interior, lateral derecho, lateral izquierdo… Ganó la Copa de Montjuic y la Supercopa de España posterior.

 Luego, formó parte del Zaragoza del 6-1 al Madrid y la Copa perdida contra el Espanyol. Entonces, llegó el faraónico desembarco de Agapito y la aristocratización de la plantilla lo relegó. Así, se fraguó su primera salida, en el mercado de invierno de la 2006-2007. Ponzio se fue a River Plate. Estuvo, así, sus primeras tres temporadas en el Monumental. En ese tiempo, se afianzó en la plantilla con Diego Pablo Simeone y ganó su primer título. También nació su hija Paula. En invierno de 2008, Pedro Herrera, secretario técnico del Zaragoza, el gran artífice de su llegada unos años antes, le planteó el regreso. El Zaragoza estaba en Segunda y Marcelino García Toral quería un pivote hecho a su medida: pulmón, recuperación, juego sencillo… Ponzio volvió, entró en el once en Murcia y el Zaragoza ya no perdió más. Junto a Gabi y Ander Herrera, dio forma final al corazón del centro del campo de aquel ascenso.

Ponzio permanecería en el club dos temporadas completas más, ambas vividas de sobresalto y sobresalto y con el club en descomposición económica e institucional. Afloró como capitán y voz autorizada y ese papel, de interlocutor con Agapito y su guardia en cada uno de los conflictos que aparecían, le desgastó de tal modo que, unido a motivaciones familiares y a una propuesta de renovación a la baja, decidió regresar a Argentina. Daniel Pasarella, presidente de River Plate, envió a un emisario, Hugo Buitrago, habitual en las oficinas de La Romareda en aquella época, para intermediar y se logró un acuerdo. A cambio de condonar unas cantidades adeudadas que asumiría River Plate en concepto de transferencia -900.000 euros-, Ponzio se desvinculó y volvería a Argentina para siempre. Hasta hoy. Ahora, tras su retirada, sueña con permanecer ligado al fútbol y a River Plate de algún modo. En la historia del Zaragoza, permanece registrado como el segundo futbolista extranjero con más partidos (246), solo superado por el uruguayo Gustavo Poyet.

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