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La reconquista de La Romareda
El Real Zaragoza más coral y completo de la temporada, sujetado por un Francés imperial, regala un triunfo a su afición un año y nueve meses después.
Se le había olvidado al aficionado del Real Zaragoza lo que era regresar de camino a casa conversando por teléfono con un amigo o un familiar relatándole una victoria del Real Zaragoza en La Romareda. Esa redonda sensación de domingo por la tarde. Pese al frío y al cierzo, los 18.000 seguidores que este domingo acudieron al viejo coliseo aragonés, se marcharon felices y radiantes tras volver a ver ganar a su equipo en casa. Había pasado un año y nueve meses desde la última vez.
Concretamente, el Real Zaragoza no vencía ante su gente en La Romareda desde el pasado 23 de febrero de 2020: 3-1 al Deportivo de La Coruña. Después llegó la pandemia del coronavirus y el fútbol regresó más tarde a puerta cerrada. Y desde lejana aquella tarde ante el Dépor, todavía con Víctor Fernández en el banquillo y el ascenso en la mesilla de los sueños, el aficionado no había vivido una tarde redonda como la de este domingo. La Romareda, liberada y feliz, despidió a los suyos con el himno a capela y ovacionó a todos y cada uno de los futbolistas.
Porque el Real Zaragoza, además de ganar, agradó. Gustó y se gustó. Superó al Sporting de Gijón con su partido más coral y completo de todo el curso. El equipo, por fin, hizo ‘clic’. Las piezas de la enésima revolución de Jim encajaron todas en su conjunto. El centro del campo, sujetado por Petrovic y lanzado por Igbekeme y Francho, fue superior al del timorato Sporting. Controlaron los tiempos y la posesión. Estuvieron escalonados y siempre ofrecieron una solución en el pase. Un apoyo. Además, como el resto del equipo, fueron generosos y coordinados en la presión. Asfixiaron la salida de balón de los asturianos, que cometieron varios errores de bulto propiciados por la intensidad y la coordinación de la presión zaragocista.
Borja Sainz y Nano Mesa, observados con lupa desde su llegada, fueron esta vez resolutivos en sus acciones cuando el partido lo demandó: por fin los delanteros anotaron. Y por partida doble. Sainz se inventó un gol con una cabalgada en solitario en la que solo él creyó, mientras que Nano Mesa finalizó con clase y frialdad un gran desmarque al espacio. Los últimos cuatro goles del Real Zaragoza los han anotado cuatro delanteros: Nano al Mirandés, Álvaro Giménez en Burgos y los dos de este domingo–Sainz y el propio Nano– al Sporting. Síntoma, este, de que el Real Zaragoza está encontrando poco a poco su camino en esta liga.
La tarde redonda de Francés
Atrás, arropado por un notable y siempre correcto Jair, Alejandro Francés se matriculó como un central de jerarquía superior. El canterano anuló y desquició a Djurdjevic, uno de los mejores delanteros de la categoría. Un seguro del gol (lleva 5 y el curso pasado festejó 22) que estuvo a la sombra del defensa aragonés. Francés fue el mejor jugador sobre el campo, con una actuación que recordó a los mejores tiempos del joven Vallejo con la camiseta del Real Zaragoza. Ganó todos los duelos, por alto y por raso. Taponó varios disparos peligrosos y siempre le dio sentido a la salida del balón. Y, para rematar su sobresaliente partido, le sirvió a Nano Mesa el gol de la sentencia con un envío en largo de bandera. Es una lástima que no vaya a jugar en Las Palmas por ser citado con la selección española sub-21. Normal, en cualquier caso, que le llamen con España... Con 19 años y encuentros como el de este domingo, su futuro invita a soñar en grande.
Francés, como todos sus compañeros, dio un paso adelante y reconquistó La Romareda tras quitarse una mochila de piedras pesadas el pasado jueves en Burgos. En El Plantío, el Zaragoza ganó en su peor partido y se quitó toneladas de presión de encima. Apenas tres días después, completó su mejor actuación y también sumó los tres puntos. El equipo aragonés le ha dado la vuelta a sus problemas en apenas 72 horas. Mérito de Jim y de una plantilla que decidió no bajar los brazos.
