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Un entrenador que "tonto no está" y que no vende motos viejas

Juan Ignacio Martínez 'Jim', atravesado casi el primer tercio de temporada, deja varios mensajes descriptivos antes de jugar ante el Sporting de Gijón y tras lograr el flotador vital en Burgos dos días antes. 

Juan Ignacio, en el campo de entrenamientos del Real Zaragoza.
Juan Ignacio, en el campo de entrenamientos del Real Zaragoza.
Guillermo Mestre

Juan Ignacio Martínez es el hombre tranquilo. Si fuese guitarrista, sería de la escuela de 'mano lenta' (Slowhand, como se apodó a Eric Clapton por su particular modo de tocar magistralmente el instrumento). Si fuese pistolero, sería El Manco (Clint Eastwood, en 'La muerte tenía un precio'), con su poncho camuflador de un revólver ágil y decisivo en manos de un tipo seguro, firme, listo y con decisión para actuar. Hace las cosas sin estridencias, sin grandilocuencias... pero las hace. Resucitó a un muerto entre noviembre de 2020 y mayo de 2021. Y está viviendo un trimestre duro entre agosto y noviembre de 2021, con un equipo que no está respondiendo a las expectativas generadas en verano. 

Jim, su acrónimo convertido en marca con el paso de los años, ha respirado hondo en las últimas 36 horas, tras haber ganado 0-1 en Burgos y haber roto con 9 jornadas seguidas empatando, lo que llevó al equipo a puestos de descenso inexorablemente. La falta de gol, el bajo rendimiento de los 8 fichajes nuevos de su mentor, Miguel Torrecilla (el principal responsable de las carencias actuales, agazapado tras la sombra de la amable figura de Jim, que tan bien le ha venido hasta hoy) y el casi nulo progreso de los jugadores que ya estaban y que heredó del pasado reciente, están ahí. No se pueden ocultar bajo ninguna alfombra. La crítica, las evaluaciones negativas, han sido indiscutibles y él ha ayudado a que se asimilen dentro del vestuario de la mejor manera posible, para buscar su positivación a corto plazo. 

En la previa al partido de este domingo ante el Sporting de Gijón, Jim dejó varias perlas en su discurso ante la prensa que dibujan su benéfico carácter para este Real Zaragoza dubitativo, escaso y, camino de mitad de noviembre, buscando aún su primera victoria como local desde mayo, terrible récord parcial. 

"Hay gente que puede decir 'este entrenador está tonto'. Y tonto no estoy", dijo en un pasaje de su discurso. A veces, puede parecer que pasa de puntillas sobre los problemas del equipo, futbolíticos todos ellos. Pero Jim quiere dejar claro que no es así. Que una cosa es lo que emite de puertas afuera, siempre limando aristas y minimizando las máculas, y otra lo que se dice y trabaja entre las cuatro pareces de la caseta. 

En otro momento, para que nadie tenga duda alguna de que Jim tiene bien regulado su termómetro competitivo, que su baremo sobre el fútbol del equipo no está adulterado ni subjetivizado a martillazos, lanzó otra para que quede constancia: "Hay que ser sinceros: creo que en Burgos hemos ganado en el peor partido que hemos jugado", lanzó al aire con fuerza. Y añadió: "Y en el minuto 90, casi nos empatan otra vez, 1-1". No intenta Jim vender motos viejas, al más puro estilo de otros entrenadores que se van de órbita cuando vienen mal dadas. Aprovechó para recordar cómo hace un par de semanas ya había admitido que "el año pasado ganamos partidos que, al final, no sabíamos cómo los habíamos ganado", dado que llegaron fruto de un juego poco vistoso y cargados de buenas dosis de fortuna, algo que también forma parte de este negociado.

Hubo otro epígrafe para guardar en el discurso de Jim este sábado 6 de noviembre de 2021. "El equipo del Real Zaragoza tiene un ADN. Y, claro, si tú ves que no puedes ganar de una manera, pues tendrás que intentar ganar de otra", señaló el de Alicante para explicar esa mutación que se percibe en el método de las primeras cinco o seis jornadas -cuando el equipo era alegre, generaba muchas ocasiones de gol sin éxito y terminaba por no ganar- y el que se viene observando en las últimas seis o siete, con menos profundidad, menos llegada al área rival y más cuidado por guardar la portería propia y evitar que sucedan demasiadas cosas con el balón en poder de los rivales. El ADN es el de la falta de gol, inequívoca. Las maneras, confrontan el intento de jugar con atrevimiento con un marcado control conservador. Dos apuestas opuestas derivadas del fallido ADN. 

Por último, explicó sus 'revoluciones' constantes en los onces iniciales. Los 8 cambios de Gerona, los 5 de Burgos... "Cada jugador debe saber que está en el Real Zaragoza para jugar en cualquier momento. Los titularísimos no existen, eso se lo ganan ellos en los 90 minutos que duran los partidos. El cansancio, que estén frescos, todo se mira por el bien del equipo. El 'yo' lo apartamos por 'el colectivo'", argumentó para sostener el porqué de sus bamboleos.

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