real zaragoza

Los refuerzos del Real Zaragoza se quedan escasos

Jim esperaba seis titulares entre los fichajes de verano para elevar el nivel del bloque del año pasado y no aparecen.

Miguel Torrecilla, director deportivo del Real Zaragoza, en La Romareda en la noche en la que se jugó ante el Cartagena, horas antes del cierre del mercado.
Miguel Torrecilla, director deportivo del Real Zaragoza, en La Romareda en la noche en la que se jugó ante el Cartagena, horas antes del cierre del mercado.
José Miguel Marco

Entre los diversos porqués que explican que el Real Zaragoza no está funcionando bien en el inicio de la liga 21-22 hay uno que, por su relevancia y repercusión global, supera a todos los demás datos y detalles en importancia. Se trata de la aportación de los nuevos fichajes hechos durante el verano para elevar el nivel –peligrosamente bajo– del esqueleto del equipo que quedó de la temporada pasada. Una vez transcurridas 10 jornadas, en el tránsito ya del primer cuarto del torneo, ninguno de los ocho refuerzos contratados por Miguel Torrecilla, el director deportivo, están dando la talla deseada, la esperada, la deseable, la de unos mínimos que ayuden a mejorar las máculas del grupo que viene del curso anterior, donde el Real Zaragoza eludió el descenso a Segunda B de manera milagrosa.

Gámez, Lluís López, Petrovic, Sainz, Álvaro Giménez, Nano Mesa, Vada y Yanis son, por el momento, tras más de dos meses de competición, elementos sin peso específico suficiente como para ser considerados puntales básicos del once inicial. Tanto es así que la mayoría no ostenta la vitola de titular y, quien lo hace, lo es bien por obligación –Gámez–, o bien de manera esporádica y volátil (todos los demás, excepto el panameño Yanis, un caso singular de falta de conocimiento sobre sus dotes y su rol en la plantilla que, en su momento, se plasmarán de manera empírica, a base de pruebas incontestables sobre el césped.

style="visibility: hidden" overflow tabindex=0 role=button aria-label="Loading..." placeholder>Loading...

Punto de partida: seis titulares

Juan Ignacio Martínez ‘Jim’, el entrenador que, tras firmar el año pasado el prodigio de la permanencia en una segunda vuelta paranormal –afortunadamente para el zaragocismo–, asumió su continuidad en el banquillo para tratar de conducir al Real Zaragoza a la zona noble de la Segunda División, reconoció en la pretemporada que esperaba seis titulares de futuro en el elenco de fichajes que faltaban por consumarse (solo se había hecho la operación del lateral Gámez, a toda velocidad y de urgencia, cuando Vigaray volvió de vacaciones con la rodilla estropeada y se supo que su papel iba a ser nulo o similar durante meses).

Jim dibujó un plan, un ideal, para que Torrecilla se moviese en el mercado. Al menos se necesitaban un defensa central; un medio centro posicional con vocación defensiva y potencia física; dos extremos/interiores; y tres delanteros (uno podía ser mediapunta, menos puro que los otros dos, que habrían de responder al perfil de arietes con gol, mucho gol).

Después de 50 días de serias dificultades en esa dura lonja estival, el central acabó siendo Lluís López, del Espanyol (tras la espantada de Peybernes); el pivote, fue Petrovic, del Almería; para los extremos vendrían Sainz, del Alavés, y el ya referido Yanis; y para las tres posiciones del gol se captó a Álvaro Giménez y Vada, del Almería, y Nano Mesa, del Cádiz.

Ahí, en este punto de partida en el libreto de Jim, debería haber seis titulares. Seis piezas fundamentales en cada partido del Zaragoza, media docena de jugadores diferenciales, que mejoren lo que había en mayo pasado.

Del dicho al hecho...

El paso de las primeras 10 jornadas está poniendo en evidencia que este ideario de Jim y Torrecilla está, al menos por ahora, fuera de coordenadas. No van las cosas por donde se pide a los refuerzos. El esqueleto del equipo que quedó del sufrido año precedente, de nuevo, está siendo la base titular. Y no porque sus componentes hayan dado un salto cualitativo evidente e indiscutible hacia mejores rendimientos. No es por eso. Es porque los nuevos no son mejores, no dan ganancias individuales y colectivas al equipo a través de sus aportaciones y solvencias.

De ese elenco heredado de la pasada liga, en un principio, solo Cristian Álvarez, Narváez, el lateral izquierdo (bien Chavarría o bien Nieto), un central (la misma disquisición del pasado entre Francés o Jair, cuando Peybernes se hizo fijo) y un centrocampista (entre Eguaras, Francho o Zapater) tenían avales suficientes para conservar su puesto entre los refuerzos llegados para consolidar un Zaragoza potente.

Pero resulta que Zapater es el mejor en muchos partidos. Más que capitán es capitán general, cuando se consideró en el anteproyecto de este curso que su rol iba a ser cada vez más atomizado. Y ocurre que Francés, dieciochoañero defensor que aún está en proceso de cocción, es desde un principio el más regular de la zaga, junto con Jair, el baluarte por alto del equipo, insustituible viendo las prestaciones aéreas del nuevo fichaje, López. Y pasa que Bermejo, pese a no haber avanzado ni un centímetro en su progresión tras un año gris oscuro –el pasado–, le da muchos días a Jim más garantías que los recién fichados. Y que los arietes veteranos llegados para marcar goles a discreción, Giménez y Nano, no han visto aún puerta, de tal manera que otro recién licenciado de juvenil, Azón, ha seguido sumando titularidades (pese a no marcar tampoco).

Total, que del once que casi se fue a Segunda B hace cinco meses solo se echa en falta a Vigaray/Tejero en el lateral diestro y a Toro Fernández/Zanimacchia en la zona de ataque. Los otros nueve son los mismos en muchas fases de los partidos. Por ello, no es extraña la dinámica, tan parecida a la vivida meses atrás. El equipo no siente los necesarios aportes de los nuevos. Es casi idéntico.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión