REAL ZARAGOZA

Lo que esconde tanto empate en el devenir del Real Zaragoza

1-1 en Málaga: sexta igualada seguida, séptima en diez jornadas, con solo un triunfo en dos meses y medio de competición: el equipo zaragocista flota en la liga sin gobernar su destino.

Zapater y Francés, serios, en la fase en la que el Málaga se adelantó en el marcador en la primera parte y dominó al Real Zaragoza.
Zapater y Francés, serios, en la fase en la que el Málaga se adelantó en el marcador en la primera parte y dominó al Real Zaragoza.
Carlos Guerrero/LOF

A paso de rey, como en el ajedrez, solo existe y es posible el movimiento de casilla en casilla. En ese juego de estrategia e inteligencia, esa es la pieza clave, el rey, a la que hay que hacer jaque mate como rival y a la que tienes que defender a muerte si lleva tu color. Pero, en los planes de ataque, el rey es prácticamente nulo. Es torpe de desplazamientos, limitado en facetas de intimidación o amenaza al adversario, de tiro corto si ha de cambiar de sitio y, más allá de su escondite detrás de los peones, no puede exponerse porque es de fácil arrinconamiento y abatimiento por parte del que está enfrente. Así está jugando el Real Zaragoza en este primer tramo liguero que ya alcanza las 10 jornadas disputadas: como el ajedrezado rey.

Y en una Segunda División tan ramplona como es, futbolísticamente, la española desde hace largo tiempo, aun dentro de una praxis de juego tan escasa de iniciativas, tan raquítica de brillos y tan falta de personalidad como está manifestando el Real Zaragoza desde agosto, es posible aguantar un tramo largo de temporada –sobre todo si es el del inicio, como sucede– viviendo al albur de los vientos. Falta un mundo, las prisas aún no han aparecido con fuerza.

Ahí anda metido el Real Zaragoza de Juan Ignacio Martínez ‘Jim’, el entrenador milagrero que encabezó y firmó sobre lacre el curso pasado una salvación histórica para eludir la caída a Segunda B y, así, la liquidación a corto plazo del viejo club que va a cumplir 90 años en nada. El equipo que le ha armado Miguel Torrecilla –el director deportivo– en un singular verano de 2021 no encuentra la sintonía adecuada para ganar. En la noche de este sábado, en Málaga, tampoco lo hizo. Y ese era el objetivo. Porque técnico y jugadores llevan 45 días repitiendo la letanía de que hay que vencer ya como sea, que hay que salir de la zona baja de la tabla de inmediato para evitar problemas, que esto no puede ser...

Quieren romper con una dinámica perniciosa pero no hay manera. En La Rosaleda malagueña había ayer varios retos por alcanzar, diversos repiqueteos de errores que no paran de acontecer en cada partido desde la jornada uno que era obligado derogar para mostrarle a la afición –y a si mismos– que algo está cambiando. Y no supieron/pudieron hacerlo, una vez más.

Punto uno: había que ganar. Agua. Punto dos: había que tratar de marcar primero y romper el 0-0 inicial con un 1-0 a favor, algo que no se ha conseguido hasta ahora en ningún momento, en diez jornadas. Agua, también. Punto tres: era perentorio, junto con ese mandato de anotar un tanto por delante del rival, aguantar la portería de Cristian Álvarez sin perforar para, con tan poca sustancia futbolística como destila el equipo en las cuestiones fundamentales (la generación y definición de los goles, sobre todas las demás), tener a mano por fin el deseado triunfo. Agua, asimismo.

Un equipo que solo ha ganado un partido cuando ya se va a atravesar el primer cuarto de una liga tan larga como es esta Segunda de 22 equipos en España, está avisando de disfunciones serias, de riesgo con hondura. Conviene asustarse, siquiera un poco. Es sano.

Lo de Málaga es, si se entra en análisis concretos, detallados o pormenorizados, un caso gemelo al de varios partidos más de los jugados por delante. Digamos que es más de lo mismo. Y no se gana nada repitiendo diagnósticos o sospechas. Hasta cansa.

Fue el Real Zaragoza a Málaga, con Jim al frente, con la encomienda de ganar de una santa vez y remedar así un serial de resultados que están atascando al equipo abajo del todo y, a la par, alejándolo de la ‘pomada’ de la que habló Torrecilla en verano (al ascenso, se refería). Nada. Sexto empate concatenado. A paso de rey. Sin ser capaz de asustar, preocupar de veras y tumbar piezas clave del rival de turno sobre el tablero.

El equipo zaragocista ni camina con aire firme, ni provoca miedos en los de enfrente, ni presenta estrategias solventes en sus movimientos, enroques o saltos de caballo. Va demasiado al tuntún. Por eso no gana. Y el ajedrez es calidad, coeficiente intelectual, ataque, cintura, destreza. Nunca gana el improvisador ni el torpe.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión