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Juanjo Narváez, el colombiano que quiere salvarse

El cafetero, que anoche anotó su noveno gol, sigue siendo el principal foco de luz ofensivo de un Zaragoza al que le cuesta encontrar un modo de atacar con fluidez.

Juanjo Narváez celebra su gol en Logroño.
Juanjo Narváez celebra su gol en Logroño.
Javier Belver

El año pasado, el Real Zaragoza contaba en su plantilla con un colombiano que tenía entre ceja y ceja ascender a Primera División: Luis Suárez. Qué bueno era Luis Suárez... y qué injusticia que no pudiera disputar el ‘play off’ de ascenso en agosto. Y este año, el Real Zaragoza cuenta en su plantilla con otro colombiano que tiene entre ceja y ceja permanecer en Segunda División: Juanjo Narváez. Con permiso del jugadón –mezcla de calidad y pundonor– de Alberto Zapater, el punta natural de San Juan de Pasto volvió a ser anoche la única luz ofensiva del equipo aragonés en el Nuevo Las Gaunas de Logroño.

Ante un rival directo, en una noche clave, Narváez fue agua en el desierto. Luz en la oscuridad. Como viene siendo habitual durante toda la temporada, es el único atacante con la claridad mental suficiente para anotar con regularidad. El único ‘9’ que ve puerta con naturalidad. El único delantero relativamente fiable. Sus nueve goles le convierten, de hecho, en el sexto mejor goleador de la categoría tras Djurdjevic, del Sporting (20 tantos), Raúl de Tomás (Espanyol, 16), Sadiq (Almería, 14), Rubén Castro (Cartagena, 13 y Corpas (Almería, 11).

Escorado a la banda izquierda –como ayer– o acompañando en una doble punta a Álex Alegría, Narváez es un futbolista con una sobresaliente pegada, que convierte en oro la habitualmente escasa producción ofensiva del Real Zaragoza. Ese es uno de sus grandes méritos: sumar nueve dianas a estas alturas en un equipo que produce, en la mayoría de partidos, muy poco volumen de fútbol atacante. En Logroño, ante un rival de perfil bajo y en caída libre, el bloque que prepara Juan Ignacio Martínez apenas disparó dos veces entres los tres palos: la del gol de Narváez y una imperdonable que erró en el área pequeña Bermejo. Frente a un rival encerrado tras el 1-0, el Zaragoza no encontró casi nunca el camino bueno para atacar. 

Ni por dentro, con la acumulación de centrocampistas; ni por fuera, a través de los laterales. Álex Alegría es una isla solitaria desde su llegada a Zaragoza, como lo fue Gabriel Fernández en el primer tramo de la temporada en el que era titular. A este equipo, con Baraja, Iván Martínez o Jim al mando, le faltan argumentos para construir fútbol ofensivo con regularidad y cualquier error defensivo –como el absurdo penalti de Jair anoche– penalizan de una forma rotunda. Más allá de Narváez, urge encontrar un plan B para llegar al gol, el tesoro mayor del fútbol y un bien absolutamente necesario para capturar la permanencia en Segunda División.

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