fútbol

El Real Zaragoza rescata un punto en Logroño en un partido de baja estofa

El Logroñés se adelantó pronto en un penalti absurdo de Jair y, tras un primer tiempo horrible de los aragoneses, Narváez igualó en el cuarto de hora de la segunda parte.

Un punto. Un puntito. Ese fue el escaso botín obtenido por el Real Zaragoza en el campo de un deslavazado Logroñés, que estuvo por delante en el marcador largo tiempo y amenazó con hacer zozobrar una vez más a los aragoneses. Tras el descanso, los de Jim mejoraron ligeramente sus prestaciones e igualaron el tanto inicial, de penalti, anotado por los de La Rioja. La noche era exigente para ambos equipos y ninguno estuvo a la altura exigida en un encuentro de tanto calibre.

Horroroso fue el primer tiempo de los zaragocistas. Salieron al campo idos, como si fuese un partido de fiestas, de veteranos. Al trote, sin chispa. Todo lo contrario que exige una final por la salvación, como realmente era esta cita de Logroño. Una lamentable actitud colectiva que enseguida se pagó cara. El cuadro riojano, este sí enchufado a corriente de alta tensión, ocupaba el terreno con casta, con un 5-2-2-1 que ganó la partida a Juan Ignacio en su propuesta 4-4-2 habitual. Tras dos llegadas peligrosas de los locales, con Nano y Paulino como estiletes veloces, llegó un penalti absurdo de Jair al primero de ellos en el minuto 12, tras un centro del lateral Iñaki que Paulino había fallado de cabeza a placer. El central zaragocista pisó en el desmarque a Nano y el VAR avisó a González Esteban, que no lo había visto. El especialista del Logroñés (que sí lo tiene), el veterano Andy, engañó a Cristian Álvarez y puso el 1-0 antes del cuarto de hora. Olía ya a chamusquina la noche.

No se puede afrontar un partido de esta índole como lo hizo este Zaragoza pobre, escaso, defectuoso de todo el año fuera de casa. Nadie daba un pase entre líneas, nadie dibujaba desmarques, no se abrían líneas de pase. El Logroñés se plantó tácticamente de tal manera que no hubo modo de ver una jugada potable de los aragoneses. El primer remate blanquillo, ante el paso atrás que dio el equipo de Sergio Rodríguez a partir del minuto 20, lo hizo Narváez en un balón parado, a la salida de un córner de Zapater en el minuto 25, pero cruzó el balón demasiado, fuera. Alegría, una isla todo el tiempo porque el colombiano se iba a la banda izquierda a taponar al lateral Medina (el mundo al revés), chutó desde muy lejos en el 26, alto, fatal. Eran síntomas de impotencia, aunque se estuviera en un tramo tan prematuro del duelo.

El Logroñés apenas pisó el área zaragocista más. El 1-0 era para ellos oro el polvo, un tesoro que guardar. Y veían que el Zaragoza, como siempre desde septiembre, se altera cuando va por debajo en el marcador y no sabe reaccionar. Eguaras no daba una. Bermejo jugaba siempre hacia atrás, como el reaparecido Francho. Vigaray y Chavarría, los laterales (éste, de última hora al lesionarse Nieto en el calentamiento), eran un cúmulo de errores monumentales por sus bandas. Solo Zapater y Narváez tenían alguna luz, pero sin ayudas de nadie. Así se llegó al epílogo de la pesadilla del primer periodo, un querer y no poder de un Zaragoza histérico, con hechuras de equipo menor, inferior, algo que era más grave al tener enfrente a un Logroñés de muy baja solvencia futbolística.

En los últimos 3 minutos previos al descanso el Zaragoza desaprovechó una falta directa al borde del área, que Zapater envío a una barrera demasiado cercana, que nadie de los blanquillos exigió que se midiera bien y se marcara con espray sobre la hierba. Ni en eso están atentos, son un equipo de zombis, impropio de la situación que se vive. Y, a continuación, Narváez volvió a cabecear mal un balón colgado al tuntún sobre el área de un inédito Miño, el portero local. Qué mala pinta tenía la cosa una vez más.

Jim dejó en la ducha al obtuso Vigaray, en su peor partido, y metió a Tejero. El equipo salió espoleado, fruto de la bronca de la caseta. Intentó cosas, abrió balones por las bandas, pero nadie combinó bien en el área. El mal de siempre. Cuántas carencias técnicas hay por todos los poros del grupo. El Logroñés siguió metido atrás, a verlas venir, calibrando las fuerzas del Zaragoza, por si podía apostar por seguir así hasta el minuto 90 sin correr grandes riesgos. En los balones divididos, siempre ganaban los rojiblancos, era desesperante. En el minuto 55, tras mucho juego trabado, Francho recibió un balón al borde del área para encarar a Miño, pero se equivocó de decisión, no tiró a puerta, buscó un pase inútil a Narváez y el gol se esfumó. Enseguida replicó el Logroñés, y Nano taconeó de espaldas un chut flojo de Paulino para que Cristian Álvarez hiciera la primera parada de mérito del partido y evitara el 2-0 en el 56.

El dominio zaragocista encontró un fogonazo de luz divina en el minuto 61, al recoger Zapater un balón en la banda derecha, penetrar en el área hasta la línea de fondo y dar el pase de la muerte para que Narváez fusilara con potencia a Miño. Los dos más atinados del equipo, los únicos salvables hasta ese instante, fabricaron el 1-1 y llevaron el partido a otras coordenadas distintas, gracias a Dios. Al Logroñés, de paupérrima propuesta ofensiva toda la velada, ya no le servía la estrategia de jugar con el crono como aliado. La última media hora debía ser bien distinta a lo visto hasta ahí.

El volteo del tanteador lo tuvo en su pie derecho Bermejo, efervescente y poco rentable, al rematar a bocajarro un centro cerrado de Alegría. Era el minuto 67 y estrelló el remate en el cuerpo de un afortunado Miño. No era día para desaprovechar goles tan cantados, tan hechos, y menos un equipo que manufactura tan pocas ocasiones así como este Zaragoza. Se pagaría caro el error. El Logroñés intentó espabilar, pero pasaron los minutos y los riojanos no engancharon la onda buena en ningún momento. Parecía que, salvo regalo zaragocista, la resolución del duelo iba hacia el empate… o el triunfo aragonés en alguna acción aislada fruto de su mayor toque de balón. Jim retiró a Zapater del campo a falta de un cuarto de hora y puso en juego a Sanabria. Oxígeno por cansancio. Bien el de Ejea, un día más.

Paulino, el mejor del Logroñés con diferencia, probó suerte desde lejos en el 73, pero su disparo potente se marchó fuera por poco. Un susto que ayudaba al Zaragoza a meterse aún más en la tensión del final del choque. Se alcanzó la recta final con el deber de, al menos, no perder el punto rescatado tras la catastrófica primera parte de los blanquillos. Jim introdujo a falta de 5 minutos a Larrazabal e Iván Azón en punta, retirando a Narváez (extraña sustitución) y Alegría. También retiró a Bermejo por Adrián González, en su clásico cambio a tiempo concluido. Cosas del míster.

Y el partido se acabó entre nervios y falta de calidad global. El 1-1 no hizo daño grave a ninguno de los dos contendientes, pero no los sacó de pobres. El sufrimiento seguirá a tope en ambas ciudades del Ebro. El Real Zaragoza no sabe ganar a los rivales directos por norma general. Y así es imposible escapar de verdad de las arenas movedizas de la parte baja de la tabla.

Ficha Técnica

UD Logroñés: Miño; Medina, Álex Pérez, Bobadilla, Iago López, Iñaki Sáenz; Andy, Petcoff; Paulino (Rubén Martínez, 85), Olaetxea; y Nano (Leo Ruiz, 79).

Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Vigaray (Tejero, 46), Peybernes, Jair, Chavarría; Eguaras, Francho, Zapater, Bermejo (Adrián González, 90); Narváez (Larrazabal, 85) y Alegría (Iván Azón, 85).

Árbitro: González Esteban (Comité Vasco). Amonestó a Jair (13), Andy (75) y Petcoff (84).

Goles: 1-0, min. 14: Andy, de penalti. 1-1, min.61: Narváez.

Incidencias: Noche fresca en Logroño, con 10 grados al inicio del choque. El césped de Las Gaunas presentó un buen estado. A la llegada de ambos equipos al campo, en torno a las 19.00, medio millar de seguidores logroñeses recibieron a los autobuses, con gritos de ánimo hacia los locales y pitidos para los aragoneses

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Final del partido UD Logroñés 1-Real Zaragoza 1, en directo
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