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Leganés-Real Zaragoza: sobremesa para arreglar el tropiezo último o aumentar las dudas

En una nueva jornada de liga, el equipo de Baraja visita a las 16.30 de este jueves al rival madrileño, recién descendido de Primera, con el reto de reparar el fiasco del domingo pasado y diluir un posible bache.

Rubén Baraja da indicaciones a los jugadores en el entrenamiento del Real Zaragoza antes de partir hacia Leganés.
Rubén Baraja da indicaciones a los jugadores en el entrenamiento del Real Zaragoza antes de partir hacia Leganés.
Guillermo Mestre

Interesante partido el que acomete hoy jueves el Real Zaragoza en Leganés, con previsión de lluvia, ante un rival recién llegado del piso de arriba, la Primera División, en la que militó los últimos cuatro cursos. Es una fecha laboral, un día de hacienda en el que la locura del fútbol industria-negocio ha decidido que el choque se dispute a las 4 y media de la tarde, fuera de cualquier horario lógico, alejado de la franja de interés de los aficionados en general y, sobre todo, de los afectados, leganenses y zaragocistas. Es evidente que suena a falta de respeto absoluto, a desprecio total al que, históricamente, fue siempre el destinatario del fútbol: el aficionado, el socio, el sostén emocional de este antes deporte, ahora otra cosa bien diferente y mercantilizada en grado extremo.

Miles de trabajadores, de niños escolarizados, de estudiantes con horario vespertino, no tendrán opción alguna de ver este partido del Real Zaragoza en el sur de Madrid. Es el antifútbol llevado a la enésima potencia, una vez asumido hace días que la actual mentira, sin público real en las gradas, con monigotes cibernéticos superpuestos y una banda sonora embustera de videojuego que hace de las transmisiones televisadas una pieza de teatro bufo sin pies ni revés, se ha apoderado del balompié profesional arrasando con sus orígenes.

En lo sustancial, se trata de un choque liguero en el que los zaragocistas tienen ante sí una disyuntiva de destino inmediato. Vienen de sufrir su primera derrota, en un mal partido en La Romareda ante el Málaga, que los superó el domingo por 1-2. De las expectativas esperanzadoras, basadas en un inicio un tanto postizo con réditos positivos que eran muy superiores a los merecidos, se pasó en un par de horas a la decepción y cierto temor por la pobreza y escasez que emite la calidad del juego de los blanquillos.

Así que hoy, en Leganés, aguardan 90 minutos que pueden ejercer de reparación del fiasco de hace cinco días. Es lo que Baraja y sus muchachos pretenden y lo que desea todo el zaragocismo, tan sumido en las dudas después del fatal desenlace de la liga anterior y del enorme cambio que ha sufrido el equipo para la presente. El otro camino posible en este envite de Butarque, campo que no se pisa desde hace cinco años, es peor. Obviamente, pasaría por que el Zaragoza no pudiera puntuar ante uno de los grandes favoritos para estar todo el año en lo alto de la clasificación. Algo posible y hasta razonable, a priori, pero que no conviene en absoluto a los de Baraja en estos momentos tan tiernos de la nueva liga de Segunda.

El reto es, pues, de relevancia máxima para el corto plazo del Zaragoza, pues la competición ha activado un torbellino de jornadas concatenadas que van a desbrozar las aspiraciones verdaderas de cada uno en pocos días. No cabe apelar demasiado a la paciencia, ni a dejar pasar un tiempo más de ensamblaje de la remozada plantilla, ni acudir a ese subterfugio manido de que aún es pronto y que esto es muy largo. Si se aferra el Zaragoza a estos burladeros, la corriente puede arrastrarlo a lugares no deseables de los que luego es difícil escapar. Debe reaccionar.

Baraja, visto el defectuoso pedido del último día ante los malacitanos, ha preparado los pertinentes cambios para esta tarde a la hora del café y el chupito. No le queda otro remedio. Ha insistido varias veces con su 4-4-2 básico y el equipo no le coge el aire a la idea. Ni defiende bien (ese mantra de días previos se agrietó ante el Málaga), ni crea fútbol en la media, ni tiene olfato de gol arriba. O sea, ha de mejorar en todas las líneas, donde se esperan novedades, nominales y de estilo. Que en frente esté el Leganés, con el ex Borja Bastón y otros jugadores con aura de élite, es hoy secundario. El actor principal es el Real Zaragoza... y sus circunstancias.

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