Banderillas negras, guindillas de Víctor Fernández al equipo

"Tenemos que interpretar mejor los partidos. En Las Palmas no lo hicimos. Y la obligación de un entrenador es estar siempre insatisfecho. Lugo es otro examen", advirtió el entrenador a sus jugadores antes de partir hacia Galicia.

Varios futbolistas del Real Zaragoza, en el último entrenamiento antes de Lugo: Álvaro Vázquez, Soro, Guitián, Nieto y el no convocado Gual, al fondo.
Banderillas negras, guindillas de Víctor Fernández al equipo
Toni Galán

Probablemente, otro entrenador que hubiese venido al Real Zaragoza en la segunda quincena de diciembre, siendo el tercero en la plaza aún en la primera vuelta de la liga, con el equipo hundido en zona de descenso a Segunda B, estaría emitiendo mensajes más edulcorados, llenos de loas y reflejos de brillo para presumir de la buena racha obtenida por el equipo bajo su mando, en las 6 jornadas transcurridas desde entonces, con un balance de 11 puntos sumados de 18 disputados. Pero Víctor Fernández no ha adoptado esa postura ni tiene intención de hacerlo de aquí a junio. Las taras del equipo durante 5 largos meses no merecen sesgos en un análisis cabal por parte de nadie. Es mejor llamar a las cosas por su nombre y mantener a todo el mundo en tensión, con rigurosidad permanente en las evaluaciones parciales del trabajo que se hace día a día.

Y Víctor, antes de partir hacia Lugo para acometer su séptimo test al frente del renacido Real Zaragoza, prosiguió con su método de banderillas negras y guindillas picantes que mantengan a los futbolistas en alerta máxima en cada partido oficial. Fernández indicó lo que más le extrañó en las primeras semanas de trabajo cuando aterrizó de urgencia en el vestuario blanquillo.

"Del equipo me ha sorprendido, en mi llegada, el porqué no jugaba bien, el porqué los jugadores no intentaban jugar más. El estado anímico influye mucho para hacer cosas, que sabes que las tienes, pero que nos las muestras porque no tienes confianza. Esta es una parcela importante en la que nos hemos soltado más, hemos mejorado, pero todavía tenemos que manejar los partidos mucho mejor", comenzó su tesis, que vino cargada de mandatos de conducta para sus jugadores.

"Tenemos que interpretar los partidos, saber lo que necesitamos en cada momento. En Las Palmas no lo hicimos, no lo interpretamos bien ni al principio ni al final. Al principio era fundamental jugar con un nivel de intensidad y de atención importante para evitar que ellos se adelantaran en el marcador pronto, algo que es vital para Las Palmas. Y tampoco supimos jugar bien al final, con una superioridad numérica que no aprovechamos porque nos precipitamos y no tuvimos paciencia para mover la pelota de lado a lado. Quisimos hacerlo todo muy rápido", criticó a los suyos a modo de lección magistral.

Y, finalmente, justificó su actitud de dureza analítica y recomendó máxima aplicación a sus pupilos en Lugo para aprobar una asignatura que sigue sin alcanzar calificación suficiente. "Claro, estamos buscando la excelencia. Y la obligación de un entrenador es estar siempre insatisfecho, porque se pueden hacer mejor las cosas. Pero sin olvidar que hacemos cosas bien y siempre ocurren cosas en los partidos y tenemos opciones de ganarlos. Así que, frente al Lugo, espero que sepamos interpretar bien lo que ocurra y que nos sepamos adaptar al estado del terreno de juego, a la humedad, al viaje, al cansancio... Es otro examen", avisó a navegantes.

Víctor Fernández no quiere confianzas, falsas expectativas, píldoras doradas y oídos regalados. Parte de las malas praxis que, en tiempos recientes, han ido deteriorando el rendimiento global e individual en muchos momentos del Real Zaragoza.

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