Real Zaragoza: la mezcla buena, igual cantidad de ilusión que de pragmatismo

La promoción de ascenso llega en el mejor momento del año para los zaragocistas. Pero conviene considerar que cada curso, de los cuatro contendientes, tres se marchan de vacaciones muy fastidiados.

Varios jugadores del Real Zaragoza posan ante la afición tras ganar 0-2 en Barcelona este sábado.
Real Zaragoza: la mezcla buena, igual cantidad de ilusión que de pragmatismo
Albert Salame

Ya está aquí la promoción de ascenso a Primera División para el Real Zaragoza. Los blanquillos, tras una segunda vuelta con números de récord (47 puntos, una barbaridad), han acabado terceros. Los mejores tras los dos ascendidos directamente, Rayo Vallecano y Huesca. Por lo tanto, los zaragocistas llegan a la fase decisiva en la mejor posición posible, con todas las ventajas clasificatorias a su favor (factor campo, factor prevalente en caso de empate en la eliminatoria al no existir las tandas de penaltis). Y lo hacen en su momento culminante de rentabilidad y solvencia de los 10 largos meses de competición, pues nunca antes habían pisado la 3ª plaza y justo la han conquistado en el último partido de la liga regular, en la 42ª y definitiva jornada, ganando 0-2 al Barcelona B.

Todos estos inputs positivos, unidos a que la confección final de los cruces de promoción han designado al Numancia como sorprendente e inesperado rival tras alcanzar los sorianos la 6ª posición en una jornada, la postrera, donde fallaron favoritos como Cádiz u Osasuna de forma impactante, derivan inevitablemente en que el Real Zaragoza afronte los ansiados 'play off' con la vitola de gran favorito para todo el mundo del fútbol español. No hay nadie en cualquier rincón del país que no señale a los aragoneses como los principales candidatos a ocupar en 16 de junio la tercera y definitiva butaca del avión que lleva a Primera División a los mejores, junto a rayistas y oscenses. Es es una cuestión tan obvia como inevitable, que está ahí por pura lógica, por puro sentido común en los analistas que la firman.

El Real Zaragoza viene con el viento de cola hace cuatro meses. En los trazos gruesos de la competición y en la mayoría de los hilos finos de sus partidos, puede afirmarse que les sale todo. Ganan cuando juegan de maravilla. Ganan también cuando les sale un partido menos vistoso. Y han ganado incluso sin ejecutar un fútbol ágil, en días donde antes, con lo mismo, caían derrotados ante cualquiera. El equipo, el colectivo, se ha hecho fuerte. Las individualidades han crecido exponencialmente con el paso de las fechas, de los triunfos en cadena, un sin fin de éxitos que ha acostumbrado a propios y extraños a ver un Zaragoza triunfante con enorme asiduidad. Por todo esto, el Zaragoza da miedo a todos. Y no hay muchos que, a priori, se atrevan a apostar por otro de los rivales que van a pelear la promoción: Sporting de Gijón, Real Valladolid y CD Numancia. 

Presentados los hechos, ahora llega el momento de manejar el material ambiental con sumo cuidado. Porque, en el mundo del fútbol, se trata de materia inflamable. En efecto, semejante favoritismo, este grado de euforia previa ante una competición corta, comprimida en apenas 11 días si se llega a su desembocadura, es incluso explosivo si no se manipula, se conduce y se administra con sumo cuidado, con inteligencia, con ese punto de modestia que requiere cualquier objetivo complicado que, de puertas afuera, muchos dan por hecho de antemano por parte del ejecutor, en este caso el Real Zaragoza.

La mejor medicina a aplicar en estos casos es la de adjuntar al creciente grado de ilusión y optimismo (natural e irrefrenable) una dosis similar de pragmatismo. El contrapeso ha de existir para no caer en la trampa del exceso de confianza, de creerse en posición privilegiada simplemente por la aclamación mayoritaria del resto. Y esa condición de pragmáticos, a poder ser con unas pocas gotas de escepticismo, hay que tomarla cada 8 horas, después de las comidas.

Es, más que conveniente, necesario, tener siempre presente que cada año, por estas fechas, siempre hay cuatro equipos pletóricos, con el sueño del ascenso a tiro de solo cuatro partidos, los de la promoción. Y que, en apenas dos semanas, solo uno de los cuatro encuentra la aguja en el pajar y sabe salir del pozo a través de la estrecha gatera. O sea, que cada año a mitad de junio, hay tres promocionados que se marchan de vacaciones muy fastidiados. Que solo uno tiene el premio gordo en una lotería sin pedreas ni premios secundarios. De los 'play off', o se sale millonario, o se sigue en la precariedad. No hay término medio. Y el porcentaje de boletos en poder de los contendientes es del 25 por ciento, a pachas. Tan legitimados están para pensar en el éxito los numantinos, los pucelanos o los gijoneses.

Afrontar la promoción con el pecho fuera, reventando botones de autosatisfacción en las horas previas, no es lo más recomendable. Que se lo digan al Girona el año en el que el Real Zaragoza les bajó los humos y los tiró de la nube en su propio campo y con un 0-3 a su favor en la ida. Error monumental considerar que el Zaragoza parte con varios cuerpos de ventaja sobre Numancia, primero, y Sporting de Gijón o Valladolid, si llegara el caso, después. Ojo. Peligro a la vista con este planteamiento. Aplíquense la medicina del contrapeso pragmático con suma urgencia. El Real Zaragoza solo podrá salir triunfante de este reto si, en los pronósticos previos a cada uno de sus choques de promoción, observa y considera a sus rivales como iguales o mejores que él mismo. Si durante la liga no se gana un solo punto con la camiseta y el escudo, ni siquiera con una afición soberbia como la zaragocista activada en grado supremo, en un mini torneo eliminatorio de cortísimo recorrido como son estos 'play off' de la muerte, mucho menos.

Prohíbanse por 15 días la utilización de la palabra 'favorito', como quien se quita el pan, el alcohol o los embutidos. Nada de nada con ese vocablo. Si son capaces de sentir un poco de miedo por jugar ante el Numancia, algún rato de devaneos mentales pensando en que el Real Zaragoza puede perder perfectamente su cruce con los sorianos, es que el tratamiento requerido en esta situación funciona y empieza a tener efecto. Nadie ha subido en la promoción de calle. Jamás. Todos los años hay sudor, lágrimas, hipertensión, histerias y circunstancias de máximo riesgo. Repasen la historia. Acuérdense de Las Palmas... Lo que ha de ser, será. Pero habrá que ganárselo y sufrirlo. Pisando tierra. Y si se empiezan a construir castillos, que sea con cimientos sobre el suelo, nunca en el aire. Esos se caen.

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