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Casademont Zaragoza: el viaje a ninguna parte en la FIBA Europe Cup

El equipo aragonés finalizará este miércoles su participación europea en la pista del Chemnitz (19.00). Los aragoneses tendrían que remontar una desventaja de 34 puntos para pasar a las semifinales. 

Watt y Bell-Haynes, durante un entrenamiento del Casademont Zaragoza.
Watt y Bell-Haynes, durante un entrenamiento del Casademont Zaragoza.
Guillermo Mestre.

¿Qué beneficios reporta la FIBA Europe Cup? Salvo imprevisto mayúsculo, el Casademont finalizará este miércoles su participación en el torneo –la cuarta competición continental–, y de nuevo lo hará por la puerta de atrás, con la reputación dañada y el orgullo malherido. Para avanzar a las semifinales, el cuadro aragonés necesita doblegar al Chemnitz germano (19.00, Aragón TV) por más de 34 puntos de distancia, y además en rodeo ajeno, tras el oprobio sufrido la semana pasada, en el pabellón Príncipe Felipe (64-98), en el primer asalto de los cuartos de final.

Un reto gigantesco, prácticamente inabordable, por el mayor mayor potencial de su rival –líder de la Bundesliga– y por la situación actual de los zaragozanos, quienes han encajado tres sonoras palizas en sus tres últimos compromisos. Al margen de la contundente derrota contra los alemanes, el Casademont también cayó con amplitud frente al Barcelona (109-68) y el Gran Canaria (111-85) en la Liga Endesa.

Europa aporta prestigio al club aragonés y sitúa a Zaragoza en el panorama internacional, al margen de conllevar un atractivo premio para los aficionados. Sin embargo, también supone un importante lastre para la condición física de la plantilla y para la adecuada preparación de sus partidos. Con dos encuentros por semana, se reducen los entrenamientos y los días para estudiar al rival, además del desgaste que acumulan los jugadores en los desplazamientos.

En su primera presencia en la FIBA Europe Cup (temporada 2021-22), el Casademont completó una actuación deficiente, muy por debajo de las expectativas generadas, y fue eliminado a las primeras de cambio tras haber facturado dos únicas victorias en los seis encuentros disputados. Mayor ha sido el recorrido de los aragoneses en la presente edición, aunque siempre sin estridencias, sin grandes atractivos, sin apenas impacto mediático. Y todo ello soportando, ya desde el principio, un calendario tedioso y perjudicial.

Porque el Casademont no accedió al torneo por méritos deportivos –finalizó decimotercero el pasado curso–, sino que lo hizo a través de un invitación de los organizadores. Y para presentarse en la fase de grupos tuvo que superar una ronda previa, celebrada en la localidad sueca de Östersund, que se desarrolló del 3 al 5 de octubre, en apenas 48 horas. Primero derrotó al Pardubice (94-88), conjunto de la República Checa, y posteriormente se impuso al Jamtland, el equipo anfitrión (65-81). Así que dos días más tarde llegó exhausto a Manresa, donde claudicó (81-75) en la cuarta jornada de la Liga Endesa.

La fase de grupos

En el torneo continental, el Casademont superó la primera fase como líder del Grupo F, por delante del Kalev y el Brindisi, después de haber ganado tres de los cuatro compromisos dirimidos. Posteriormente, el cuadro aragonés quedó encuadrado con el Nymburk, el Manisa y el Gravelines, en la segunda ronda de la competición, y avanzó a las eliminatorias directas como segundo clasificado del grupo, con un balance de cuatro triunfos y dos derrotas.

En los cuartos de final, sin embargo, fue arrollado el pasado miércoles por el Chemnitz, pese a actuar al calor de sus aficionados, y la eliminatoria quedó ya sentenciada tras un sonrojante duelo de los zaragozanos (64-98). El partido de vuelta es ya irrelevante para la escuadra aragonesa, más allá de la obligación de defender un decoro deportivo muy erosionado por sus últimas actuaciones. En la FIBA Europe Cup, el trayecto ha sido incómodo, inestable, con numerosos altibajos; un viaje a ninguna parte.

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