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Leyre Urdiain y Arantxa Portález: tocar el cielo siendo menor de edad

Las jóvenes jugadoras aragonesas, de 16 y 17 años, repasan la temporada donde conquistaron la Copa de la Reina con el Casademont y analizan su futuro más inmediato.

Arantxa Portález y Leyre Urdiain posan sonrientes en la plaza de Santa Engracia de Zaragoza.
Arantxa Portález y Leyre Urdiain posan sonrientes en la plaza de Santa Engracia de Zaragoza.
Guillermo Mestre

¿Recuerda qué hacía usted cuando tenía solo 15 años? La aragonesa Leyre Urdiain, todavía en edad cadete, ganar una Copa de la Reina. Dos más, 17, tenía su amiga y compañera de equipo Arantxa Portález, inesperada integrante también del histórico Casademont que conquistó el título el pasado 2 de abril en Zaragoza. A pesar de la cercanía de edad (Leyre ya tiene 16 y Arantxa cumplirá este año los 18), las dos jugadoras aragonesas afrontan en los próximos meses un futuro muy dispar.

No ha sido una temporada fácil para ninguna. Siendo todavía menores de edad, las dos jóvenes han vivido en una montaña rusa de sentimientos y experiencias que, tal y como recuerdan, les ha curtido en su todavía breve carrera. “Empezamos con el júnior y después nos metieron con el Liga Femenina 2, con el que desgraciadamente hemos descendido. Al principio creíamos que íbamos a ayudarles, que iba a haber más jugadoras séniors, pero al final hemos tenido bastante protagonismo. La temporada ha ido bien, pero los resultados no han sido los esperados”, reconoce Urdiain, que actualmente disputa en Guadalajara el Campeonato de España cadete con el Casademont.

El próximo año, a pesar de haber disputado ya dos veces el Nacional júnior, la exterior vivirá oficialmente su primera temporada en esta categoría. Una etapa formativa de dos años que acaba de concluir Portález, habitual también en las convocatorias del Liga Femenina 2. “Acabamos prácticamente todo el equipo júnior jugando ahí. Ha sido duro, porque ha habido fines de semana con dobles partidos, viajes… pero lo hemos sabido llevar. Nos ha ayudado a crecer también. En la liga de Zaragoza, desgraciadamente, algunos partidos son bastante fáciles. Enfrentarnos a gente de otras comunidades, más mayor, ha sido útil para nuestro crecimiento”, afirma la ala-pívot, de 1,85 de estatura.

A las puertas de realizar la Evaluación de Acceso a la Universidad (Evau), Portález tiene claro su futuro: “Mi sueño es ser jugadora profesional, pero también tengo claro que quiero estudiar una carrera”, asegura. Dos opciones que podrá compatibilizar el próximo curso en Estados Unidos, después de firmar con la universidad americana de Delaware. Sí continuará en el Casademont Leyre Urdiain, que será la indiscutible referencia del último conjunto formativo del club. “La competición aquí en Aragón no es difícil, por lo tanto lo más importante es crear un bloque, ser una piña, para competir lo mejor posible en el Campeonato de España”, señala.

La llamada de la Copa

Pero si hay un momento que ambas jugadoras recordarán siempre es la llamada para disputar la Copa de la Reina. “Fue al final de un partido con el LF2. Es algo que está ahí, pero que nunca esperas”, reconoce Portález, todavía emocionada por “vivir algo así desde dentro”. “Siempre he sido una gran aficionada al Casademont. Estar en el banquillo, en el hotel con las compañeras, en el calentamiento… fue algo impresionante”, evoca la interior.

Urdiain, que incluso tuvo la oportunidad de debutar en el primer partido contra el Araski, comparte el “impacto” que sintió cuando recibió la noticia. “Cuando Carlos (Cantero) me llamó para salir, no me lo imaginaba. Soy una persona que se pone muy nerviosa siempre y, aunque no se viera, me temblaba todo”, afirma la primera jugadora en la historia de la Copa de la Reina que anota un triple sonriendo. Porque con 15 años y debutando con la primera plantilla, el talento y la osadía le invitaron a mirar el aro en los últimos segundos del choque de cuartos de final.

“¡Metió uno y tendría que haber tirado otro!”, apunta Portález, convocada en el duelo de semifinales ante el Valencia, en referencia a la nueva oportunidad que dispuso Urdiain poco después, con la bocina del Príncipe Felipe clausurando el choque. “Por la noche llegué al hotel y todavía no me lo creía”, confiesa la exterior.

Sin haber alcanzado todavía la mayoría de edad, tal vez, ambas han podido vivir ya el momento más especial de su carrera. Ahora, la inevitable ley del deporte separa sus caminos a la espera de que el futuro, siempre incierto, les permita reencontrarse sobre una pista de baloncesto.

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