baloncesto

El extraño caso del Casademont Zaragoza femenino

La temporada del equipo de Carlos Iglesias está lejos de las expectativas creadas en verano. 

El Casademont Femenino juega este domingo en Logroño.
Taylor Wurtz, lanzando a canasta.
Casademont

De proyecto ilusionante, a equipo decepcionante. La temporada del Casademont femenino está lejos de las expectativas creadas en verano, cuando, a través de un acuerdo de vinculación, el Basket Zaragoza se hizo cargo de la plaza del Stadium Casablanca en la Liga Femenina Endesa. Era el inicio de una nueva etapa en la élite del baloncesto y Carlos Iglesias fue el escogido para dirigirla -junto a José Carlos Marcos- desde el banquillo.

Ambos, el tándem entrenador-asistente, fueron los primeros fichajes anunciados. Iglesias regresaba al Casademont después de dos temporadas en las que estuvo vinculado a la Federación Aragonesa de Baloncesto (FAF) como máximo responsable del combinado infantil masculino. Antes, había dirigido al filial del Basket Zaragoza, tanto en la Liga EBA como en la LEB Plata, siendo artífice del desarrollo de varios miembros de la llamada Generación Z.

Jugadores como Alocén, Pradilla o Krejci siempre destacan la capacidad de liderazgo de un entrenador que también cuenta con gran experiencia al frente de equipos femeninos (pasó por el Mann Filter, el Rivas Futura o el Celta Vigourbán), pero esta campaña no se termina de hacer con un grupo que solo mantuvo a Zoe Hernández y Aroa Ayuso de la antigua estructura y se tuvo que reconstruir en tiempo récord.

La dirección deportiva, con Pep Cargol al frente, se movió con rapidez en el mercado veraniego, formando un equipo completamente nuevo pero repleto de jugadoras internacionales. Markeisha Gatling, a la postre convertida en uno de los mejores refuerzos gracias a su dominio en la pintura (promedia 21 puntos y casi ocho rebotes por partido), fue la primera en aterrizar, abriendo el camino a la llegada de otras diez piezas.

Julie Vanloo vino para liderar la dirección de juego y, hasta la fecha, combina actuaciones destacadas con otras muy discretas. Del mismo modo, el curso de Chantelle Handy y Taylor Wurtz en el puesto de alero viene marcado por la irregularidad, por momentos de lucidez y sucesiones de errores en el lanzamiento exterior, usado de forma abusiva para subsanar los problemas en la circulación del balón.

Carlos Iglesias tuvo muy poco margen para trabajar la pizarra durante la pretemporada y esta circunstancia, sumada a la celeridad con la que todas las jugadoras incorporadas tuvieron que aclimatarse, se percibe en las deficiencias tácticas que el equipo muestra en ambos lados de la cancha.

En la zona, la citada Markeisha Gatling ha sido capaz de imponer su poderío físico ante jugadoras de la talla de Mariam Coulibaly, Maimouna Diarra o Julia Reisingrova y, con todo, este dominio interior no siempre ha valido para conquistar los encuentros.

Aminata Sangare, Samra Omerbasic y, sobre todo, Laura Nicholls, fichaje estrella en el mercado de verano, tienen que aumentar sus prestaciones para revertir la dinámica de un conjunto que actualmente ocupa la decimotercera posición de la Liga Femenina Endesa, con un balance de seis victorias y 12 derrotas que, a la espera de que se jueguen los tres choques aplazados por covid, está muy por debajo de las perspectivas planteadas.

Ni siquiera el estelar refuerzo de Anna Cruz, que llegó justo antes de Navidad para ocupar la plaza de Gorecki, ha conseguido enderezar el rumbo del equipo. La internacional española le dio otro aire al Casademont contra el Cadí La Seu (70-69 favorable), pero después no pudo evitar los tropiezos ante Ciudad de La Laguna (69-66), Valencia (62-91), Bembibre (66-63), Spar Girona (76-80) y Durán Maquinaria Ensino de Lugo, donde las de Carlos Iglesias encajaron un preocupante marcador de 88 a 55 que invita a la reflexión.

El Casademont Zaragoza femenino, creado para aspirar a cotas altas, ve como los verdaderos colosos (Perfumerías Avenida, Valencia y Girona) quedan a años luz, con 20, 19 y 18 victorias respectivamente. Los puestos de ascenso son inalcanzables. El objetivo está en la salvación, en eludir el sufrimiento y convertir la recta final de la temporada en una transición hacia futuras aspiraciones. 

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