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El Casademont Zaragoza despide la temporada con una digna derrota ante el Real Madrid (97-88)

El conjunto zaragozano planta cara al actual campeón con un importante protagonismo de la cantera. Los de Fisac finalizan el curso en la sexta posición. 

El Casademont Zaragoza cerró este viernes la temporada con una derrota ante el Real Madrid (97-88), en un duelo triste, plano, trivial, sin ninguna trascendencia para los contendientes: ni el cuadro aragonés ni el conjunto blanco –actual campeón– contaban ya con opciones de acceder a las semifinales del torneo. En el caso de los madridistas, su eliminación supone un fracaso de grandes proporciones por su elevado presupuesto y su inmenso potencial. Por el contrario, la actuación del equipo zaragozano en esta Fase Final –una sola victoria en cinco partidos– ni mucho menos desacredita su intachable andadura en el presente curso.

El conjunto de Porfirio Fisac abandona la competición con una nueva derrota –la derrota más previsible–, aunque con la cabeza alta, la moral intacta y el prestigio engrandecido tras haber protagonizado la mejor temporada de toda su historia. Su sobresaliente desempeño tendrá la recompensa de jugar nuevamente la Champions League, una competición que engrandece la estatura del club , que sitúa a Zaragoza en el panorama internacional y que supone un atractivo premio para los aficionados. El derecho a participar en Europa fue adquirido por el cuadro aragonés el pasado mes de marzo, antes de que el coronavirus obligara a detener todas las competiciones. Por entonces, el Casademont se alineaba en la tercera posición de la tabla, con una balance de 16 victorias en las 23 encuentros disputados.

Sin embargo, el equipo zaragozano llegó a la Fase Final muy debilitado, tras las ausencias de Thompson, Seeley, Vázquez, Radovic y Justiz, al margen de presentarse con el equipo más joven del torneo y con hasta seis jóvenes valores de su propia cantera.

Ante el Madrid, en su último partido del curso, el Casademont de nuevo compareció con dudas, con su silueta desfigurada: fue un bloque quebradizo atrás, con importantes desatenciones en defensa, concediendo tiros liberados a su rival; y se precipitó, además, en sus acciones de ataque, por lo que permaneció los tres primeros minutos sin anotar. En este paisaje, encajó de inicio un parcial de 7-0, con Fabien Causeur (5 tantos) como principal ejecutor.

El cuadro aragonés, sin embargo, se sobrepuso con prontitud. Elevó sus prestaciones defensivas, su compromiso colectivo, su grado de intensidad, y el Real Madrid por fin tuvo dificultades para anotar. La mejoría en las labores de contención, los triples de Brussino y Urdiain y el enorme desempeño de Pradilla –otra vez Pradilla–, lideraron la reacción de los zaragozanos, que se situaron a un solo punto, en los primeros compases del segundo acto, tras una canasta de Tryggvi Hlinason bajo los aros (22-21).

El Casademont había recuperado su esencia competitiva, su carácter ganador. E igualó la contienda poco después, al filo del cuarto de hora, con los lanzamientos exteriores de Jonathan Barreiro y Ander Urdiain (29-29). Eso sí, el Real Madrid contestó con contundencia, también desde el perímetro, con dos triples –Reyes y Rudy Fernández– que conllevaron el tiempo muerto de Porfirio Fisac (35-29). El conjunto blanco es un bloque rutilante, intenso, vigoroso, imponente en todos los aspectos del juego. Y no admite ni una sola distracción. Así, cuando el Casademont entró un periodo especialmente improductivo –cinco minutos sin convertir una sola canasta en juego–, los de Pablo Laso no desaprovecharon concesiones de tal magnitud. El Real Madrid, de esta forma, edificó una sólida renta en los últimos minutos del cuarto, impulsado por los puntos de Thompkins y Llull, y alcanzó el intermedio con el partido muy inclinado a su favor (48-36).

Al descanso, el canterano Ander Urdiain era el máximo anotador del duelo, con 10 puntos en su haber, además de haber aportado 2 rebotes, 1 recuperación de balón y 12 créditos de valoración en 11 minutos de juego.

No hubo cambios en la reanudación. El Real Madrid hizo valer su mayor potencial y, favorecido sobre todo por su mayor profundidad de banquillo, disfrutó de un duelo plácido durante muchos minutos. El conjunto aragonés tiró de casta y orgullo para intentar cuestionarle el triunfo a su adversario, pero al final no le alcanzaron las fuerzas, tras haber realizado un desgaste físico formidable no sólo en el choque de ayer, sino en diez frenéticos días en los que ha acumulado hasta cinco encuentros de máxima exigencia. Aunque el Madrid era un muro inabordable, el Casademont nunca bajó definitivamente los brazos. Exhibió carácter, seguridad y ambición, y momentos de brillantez colectiva, para situarse a cinco puntos de distancia (89-84) a dos minutos de la conclusión. No pudo ganar, pero finalizó el curso con alegría y decoro. Fue una digna despedida (97-88).