Exigentes rutas de esquí de montaña por la Sierra Negra, valles de Vallibierna y Estibafreda

Las dos etapas organizadas por club oscense de Peña Guara rodearon la Tuca de Vallibierna en travesía de ida y el cordal de Castanesa en la vuelta.

La expedición de Peña Guara, en lo alto del Tuca de Vallibierna.
La expedición de Peña Guara, en lo alto de la Tuca de Vallibierna.
Peña Guara

La tercera alta ruta de esquí de montaña de la temporada se centró en dirigirse al refugio de Llauset recorriendo la Sierra Negra desde el valle de Ampriu por el cordal de Castanesa, atravesando los pasos elevados, descender al lago que da nombre al refugio para hacer una segunda etapa en torno a la Tuca de Vallibierna y descender, de igual modo, por el largo de Vallibierna hasta el fondo del valle ascendiendo a cerrar el círculo por el valle de Estibafreda al cordal de Castanesa-Estibafreda, con el objetivo de terminar en el valle de Ampriu. Ese era el plan, y el aliciente añadido vendría por las fuertes ráfagas de viento anunciadas, a lo que se añadieron pasos sobrevenidos de torrenteras.

En la primera etapa una de las opciones era dirigirse al cordal de Castanesa desde el barranco Ubago en el valle de Ardonés, pero se vió la pista sin nieve que requería portear los esquís un buen rato, por lo que la expedición debió encaminarse por la estación de Ampriu hacia el pico Pasolovino. Este puntal situado en la parte más occidental del cordal de Castanesa próximo a un amplio collado se presta a recoger vientos como ocurrió en las rampas finales, donde había que trazar en nieve dura con cuchillas, lo que requirió empeño en soportar algunas violentas ráfagas.

Afortunadamente ya en el cordal las ráfagas amainaron en el momento de pasar por la cumbre de la Tuca de Castanesa. Después atravesar la Sierra Negra, lo siguiente hito importante en la travesía que se observa enfrente, el cuello de Llauset. En la Sierra Negra vigilantes a la inclinación de las vertientes un buen tramo se hace por el lado Norte menos pendiente.

Segunda parte de la jornada

El primer paso fue alcanzar el cuello por la ladera que se va inclinando cada vez más y detrás de Carlos que va trazando, zeta a zeta, que salen más de las que aparentaba el paso visto de lejos. Tomando distancia de seguridad, los 13 esquiadores de la travesía llegaron al collado con un sol que regalaba buenos momentos, y se pudo llevar a cabo una buena transición.

A la vista del valle de Llauset y del gran lago, se cambió de valles camino del refugio, dejando atrás la vista del macizo del Posets en el valle de Benasque. Posición de descenso y buena esquiada a las proximidades del lago para tomar la ruta de la senda de verano al lago Botornás que lleva al refugio. En la última transición sobre el lago el viento volvió con sus ráfagas pero se calmó en el ascenso al refugio al que llegamos sobre las cuatro de la tarde. Ahí nos aplicamos a secar pieles de foca y materiales de esquí de montaña para la siguiente etapa. Las bebidas y la buena cena prosiguieron a una sesión de estiramientos dirigidos por Ruth, que formó parte de la expedición.

En la previsión meteorológica se esperaban calimas llegando al Pirineo, que llegaron por la tarde y la nubosidad abundante que podía terminar en lluvia. Así amaneció, pero no precipitó, por lo que se inició la jornada con la foto en la puerta del refugio hacia la Tuca de Vallibierna, que deja el camino al collado de Vallibierna para dirigirse a los lagos.

Asomados al barranco de Vallibierna, las primeras palas fueron inclinadas y la visibilidad con la calima y la nubosidad escasa, pero decididos se bajó al lago Superior de Vallibierna, para esquiar por ladera con fuertes espesores sobre el Ibón Bajo. En el desagüe se quitaron los esquís y se pasó el torrente, hasta orientarse en el mejor trayecto hasta la palanca de Estibafreda, o de Riberetes que se alcanzó pasando a pie una fuerte torrentera.

El paso del cordal cercano al pico Estibafreda exigió y mucho, pero era el último momento duro. En el descenso se atinó bajo las laderas del Castanesa y, por el bosque, siguiendo el track, se alcanzó la pista de Ubago, felizmente, después de otras ocho horas de travesía. Valientes procedentes de Molina de Aragón, Pamplona, Guadalajara, Madrid y de otros tantos lugares que acuden a las actividades de esquí de montaña del club, volvieron a dejar su huella en una primera jornada de 1.400 metros de desnivel y otra de 1.200, con una distancia esquiada de 16 kilómetros en la primera etapa y de 20 en la segunda.

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