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Bike polo en Aragón: un deporte para amantes de la adrenalina sobre dos ruedas

Este fin de semana se celebra en Alicante el campeonato Europeo de esta disciplina deportiva minoritaria en la que participa el equipo zaragozano.

Equipo Bike Polo de Zaragoza
Equipo Bike Polo de Zaragoza
Camino Ivars

No serán más de 20 las personas que practican este deporte en Aragón y, sin embargo, los actuales campeones de España de bike polo son de Zaragoza. Se trata de David Navarro, José Gómez y Johnny Moreira quienes se alzaron con el título en el último campeonato nacional celebrado en el año 2019.

“No ha vuelto a haber un ibérico desde la pandemia, pero esperamos revalidar el título cuando llegue el momento. Zaragoza siempre ha sido considerada una ciudad puntera en este deporte”, admite Gómez.

Precisamente, junto al resto de sus compañeros de Bike Polo Zaragoza, este fin de semana viajan hasta Alicante donde se desarrollará el clasificatorio para el Europeo donde los aragoneses se juegan dos plazas. A sus 30 años, Gómez, vecino de La Almunia de San Juan (Huesca), asegura que los grandes retos a los que se enfrenta este deporte hoy en día son el desconocimiento y el miedo generalizado a probarlo: “Es más divertido jugar que verlo”.

Desde hace más de una década, cada miércoles, viernes y domingo los aficionados que practican este deporte minoritario se dan cita en el campo ubicado en el parque Torre Ramona del barrio de las Fuentes, a la altura de la calle Tomás Higuera. Son fáciles de reconocer pues no resulta habitual toparse con un grupo de jóvenes montados sobre una bici, ataviados con cascos, guantes y rodilleras y portando una maza -denominada ‘mallet’- corriendo detrás de una bola de hockey sobre hierba. “En este caso, el bike polo se juega sobre asfalto. Es una de las diferencias principales con el polo, que se juega a caballo”, explica el zaragozano.

¿Otra diferencia? El número de jugadores. Son cuatro en el polo frente a los tres de su homólogo sobre ruedas. “El bike polo nace en Irlanda en 1891 como una alternativa al deporte con animales. De ahí da el salto a Reino Unido, Francia, Alemania, Estados Unidos o La India, llegando a ser deporte de exhibición en los Juegos Olímpicos de Londres de 1908”, relata Navarro. Tras su casi desaparición durante la Segunda Guerra Mundial, su práctica se recupera en la década de los 80. Hoy, aunque hay equipos en todo el mundo, Francia se considera el país más representativo en esta disciplina deportiva. España, aseguran, les sigue de cerca.

Con los años, llegaron nuevos cambios y, sobre todo, los primeros reglamentos. “La gente realmente no lo conoce. Pocos sabe que existe, y el que lo sabe se cree que es un deporte peligroso cuando hoy en día no lo es”, reivindica Ray Yanes, uno de los jugadores más jóvenes del equipo. Llegó al bike polo en 2020, un día que pasaba por el parque con su mochila de delivery. “Conocía a alguno de los jugadores del mundo de la bici urbana. Me dijeron que me quedara a probar, me quité la bolsa y aquí estoy”, explica, entre risas.

Y es que todos coinciden en los mismo. “Hay que probarlo para entenderlo”, añade. “Es un deporte que requiere de un buen control sobre la bicicleta, a parte de la maza y la pelota”, una suma de factores que lo convierten en un reto constante y, afirman, muy divertido. Porque sí, caerse es una de las posibilidades, pero para eso existen los elementos de protección que todos ellos portan.

“Para jugar a bike polo hay que tener coraje, agallas y muchas ganas, y, sobre todo, no tener miedo a caerte”, reivindica Manuel Jarque (35), que lleva practicándolo desde 2012. El zaragozano destaca que se trata de un juego de equipo -con todo lo que eso conlleva-, muy rápido -son encuentros de tan solo 10 minutos en los que no está prohibido posar los pies en el suelo- y en el que la velocidad, el equilibrio y la técnica son fundamentales. “Es un mundo apasionante. Te vas metiendo, vas adaptando tu bicicleta, y te vas enganchando. La técnica se va ganando con el tiempo. La actitud viene de fábrica”, admite.

Juan Artigas es el jugador más joven del equipo. A sus 20 años llegó por casualidad. “Era 2019 e iba por Gran Vía cuando me paró una chica que se fijó en mi bicicleta. No era la habitual de la gente que pasea -una bici de piñón fijo- así que me dijo que su marido jugaba a esto y que por qué no me pasaba un día a conocerlos, que creía que me podía gustar”, rememora. Y vaya si lo hizo. En su caso le enamoraron “el ambiente, la gente y el reto que supone jugar”.

Zaragoza, cuna del bike polo

Algunos de los integrantes del equipo zaragozano recuerdan cómo en 2015 la capital aragonesa se convirtió en la capital mundial del bike polo gracias a la celebración del sexto campeonato de Europa -European Hardcourt Bike Polo Championship-, momento en el que se reunieron más de 50 equipos llegados de distintos países como Hungría, Italia, Francia, Finlandia o Alemania. “Fue una época dorada. Ahora necesitamos gente que se anime a probar para volver a convertirnos en lo que fuimos”, reconoce Navarro, que explica que el nacimiento de este deporte en Aragón fue hace apenas 15 años.

Este fin de semana se celebra en Alicante el campeonato Europeo de esta disciplina deportiva minoritaria en la que participa el equipo zaragozano.

“El primer torneo en España se celebró en Barcelona en 2009, poco después daría el salto aquí”, explica. Desde entonces ha llovido mucho y, aseguran, se han llevado a cabo mejoras para salvaguardar el futuro de este deporte minoritario. “Contamos con un reglamento que busca, sobre todo, garantizar la seguridad de los jugadores. Se prohíbe alzar la maza a determinadas alturas, el contacto cuerpo con cuerpo, golpear a oponentes o sus bicis…”, especifica.

En busca de un espacio

Además, se trata de un deporte mixto que puede practicar cualquiera. “Al final es un deporte que se adapta fácilmente a cualquiera”, especifican. Independientemente, incluso, de la bicicleta que lleves, al menos al principio. Y es que aunque sus bicis son distintas: de piñón libre, con una sola marcha y un único freno delantero -no en vano tan solo utilizan una mano, en la otra llevan la maza-, aseguran que se puede empezar con cualquiera.

Aunque tradicionalmente se han ubicado en este campo urbano del parque de Las Fuentes, los jugadores recuerdan que, hasta hace unos meses, contaban con una caseta que hacía las veces de vestuario y en la que guardaban sus porterías. “La derruyeron y nos hemos quedado sin nada. Es muy difícil luchar por sacar adelante un deporte minoritario sin ningún tipo de apoyo o soporte. Necesitamos un espacio propio para seguir adelante”, reivindican.

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