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El equipo pierde la lucha de gigantes

Garuba y Tavares se impusieron en la pintura y los tiradores blancos terminaron con la esperanza rojilla.

El pívot caboverdiano Walter Tavares, del Real Madrid, disputa el balón con el ala pívot montenegrino Nemanja Radovic del Casademont Zaragoza,
Víctor Lerena/EFE

La lucha de gigantes le salió cruz al Casademont Zaragoza. El conjunto zaragozano se vio superado en la pintura y ni Thompson ni Hlinason pudieron frenar la sangría en las cercanías de su propio aro.

Fisac alineó a Benzing de cuatro y Thompson de pívot, mientras que Pablo Laso apostó por Tavares y Garuba de inicio en lo que advertía ser todo "un duelo salvaje" como decía Antonio Vega en aquella canción de Nacha Pop. La lucha de gigantes, sin embargo, no benefició a los zaragozanos, que vieron como los pívots locales hacían de la pintura rojilla su sala de estar y entraban e invitaban a sus compañeros a hacer lo propio las veces que querían. El de Cabo Verde secó por completo a Thompson en el primer cuarto, llegando incluso a desquiciarle, y Garuba, que hoy cumple 18 años, fue poco a poco alargando su sombra.

Ante la amenaza que suponía conceder tantas segundas jugadas, el técnico segoviano del Casademont dio entrada a Tryggvi Hlinason. El islandés firmó todo un partidazo en el choque de la primera vuelta en el Príncipe Felipe (12 puntos, nueve rebotes y 17 de valoración) y su presencia pareció intimidar a los locales, que dejaron de sumar desde la pntura con tanta facilidad.

Pero el radio de acción de Hlinason no alcanzó el perímetro, desde el cual Campazzo, Carrol, Rudy y compañía no tardaron en desequilibrar la balanza. Los locales firmaron un gran encuentro en lo que a anotación se refiere y prueba de ello es que seis jugadores estuvieron por encima de los 10 puntos. Algo que en el Casademont solo Alocén y Benzing, con nueve puntos en el último cuarto, pudieron lograr.

De entre todas las figuras del Real Madrid emergió Usman Garuba. Dos tapones, una asistencia y ocho rebotes fueron sus números al descanso, con solo dos puntos conseguidos. Pero el madrileño siguió haciéndose un gigante y terminó el encuentro con seis puntos, doce rebotes (nueve defensivos y tres en ataque), y 17 de valoración, para terminar con cualquier atisbo de esperanza que pudiera tener el Casademont por tratar de acercarse en el marcador. "En un mundo descomunal siento mi fragilidad", debió de pensar entonces el equipo rojillo al verse superado tan claramente por una escuadra a la que consiguió someter en un duelo histórico para el conjunto zaragozano.

Un mal partido coral de los de Fisac, que no pudieron hacerse grandes ante los gigantes blancos. Al verse tan lejos comenzaron las rotaciones que sugerían que el Casademont miraba ya al partido de mañana martes ante el Lietkabelis lituano de la Champions League.