¿Por qué mi césped amarillea y tiene calvas?

No es fácil tener una hierba tupida, suave y sencilla de mantener: exige ocuparse con regularidad y anticiparse a los problemas. Aquí van los secretos del buen jardinero

La hierba requiere un suelo rico y bien aireado
¿Por qué mi césped amarillea y tiene calvas?
HERALDO

Hay un dicho que afirma que el césped del vecino siempre parece más verde. Pero, las cosas como son, suele ser verdad. ¿Por qué los hay que parecen tener una moqueta mullida y nosotros tenemos que soportar calvas, ronchones amarillos y hierbajos?Pues, como siempre, porque otros se anticiparon a los problemas, atendieron bien la hierba, se preocuparon de abonarla correctamente, de airear la tierra, de añadir recebo para repoblarlo..., mientras nosotros, quizá, estábamos muy ocupados tumbados a la bartola.

Existe la creencia de que el césped es lo que menos trabajo da. Los hay que dedican un amplio espacio de su jardín a la hierba con la creencia de que así se despreocupan del terreno. Nada más lejos de la realidad:un césped requiere cuidados regulares, no solo en su parte superior, sino también en su subsuelo. Una de las principales razones por las que las raíces de la hierba no prosperan y se mueren por zonas es porque se ha apelmazado el suelo, creando la llamada ‘suela’ que impide la aireación del terreno y que lleva a que el agua se encharque. ¿Por qué se apelmaza el suelo?Quizá porque se trata de una zona muy transitada y son nuestros propios pies los que acaban por crear esa suela. Otras veces se debe a que sobre ese espacio se ha colocado algún objeto pesado.

Desbrozar, ¿sí o no?

Para deshacer la suela a veces es necesario desbrozar el terreno. Es la manera de coger el toro por los cuernos y evitar perder el tiempo con recebos y demás:una desbrozadora levantará el terreno, aireará el conjunto y dejará el espacio mullido. Podemos entonces añadir las semillas y esperar a que crezca otra vez el césped.

Si no hay una calva tan visible, sino que simplemente el césped amarillea o muere en parches, podemos airearlo en el proceso llamado ‘escarificación’. Además de retirar primero con el rastrillo las partes muertas, conviene punzar el suelo. Para ello venden unos zapatos con alfileres en las suelas con los que podemos caminar mientras retiramos los restos muertos, así como al aportar las nuevas semillas, el proceso que se denomina ‘recebo’. El suelo bien aireado es fundamental para la salud del césped. En primavera, verano y otoño es buen momento para recuperar el césped. Se pueden resembrar calvas enteras, o bien hacer un recebo.

Fallamos también a veces a la hora de segar el césped. En una región tan calurosa como Aragón, con tantas horas de sol, temperaturas muy altas, y ausencia de lluvias en espacios prolongados, no tiene sentido dejarlo muy corto. ¿Por qué?Porque las gramíneas son plantas que gustan de tener los pies fríos y la cabeza caliente. Quieren que les dé el sol y disfrutan con el calor, pero su tierra ha de estar fresca. Por eso crecen de forma tan tupida y alcanzan gran altura, para mantener el suelo siempre en sombra.

Corte y abonado

Si cortamos el césped muy corto, el sol incidirá directamente sobre el terreno. La altura óptima del césped es de 5 centímetros, y en Aragón no puede estar más bajo de esa altura. Además, será una manera de ahorrar agua, porque si el sol no da directamente se evaporará en menor cantidad.

Finalmente, no hay que olvidar el abonado. Aplicar un regenerador de humus ayuda a evitar el apelmazado y el fertilizante añadirá alimento. Se suele abonar en primavera y se repite en julio y agosto.

LOS CONSEJOS

El suelo. Existe siempre un camino por el que cruzamos cuando pasamos por el césped. Y de tanto pisotón el suelo queda apelmazado. Si no es muy grave, basta con airearlo un poco con rastrillos o con zapatillas de clavos. Pero si hay calva, habrá que desbrozar y dejar el terreno mullido, por donde corra el aire y el agua.

El recebo. Con el terreno mullido y bien cuidado, se puede añadir la semilla una o dos veces al año para que se recupere la hierba. Antes, conviene retirar con un rastrillo la parte muerta y airear con las botas de clavos o con un rodillo especial. El recebo es esencial para que la pradera esté en buen estado.

El corte. Si es demasiado radical, las raíces sufrirán, gastaremos mucha más agua y la pradera acabará por amarillear. Hay que dejar al menos 5 centímetros, para que las raíces queden en sombra y se mantengan húmedas y frescas. Vale más pecar por un césped demasiado largo que cortarlo en demasía.

El abonado. El riego en una pradera es abundante y el alimento de la tierra acaba por filtrarse y perderse. Por ello, hay que añadir periódicamente fertilizante. En primavera, sobre todo, pero también suele ser necesario en julio o agosto, incluso puede ser que tengamos que aportarlo de nuevo en otoño.

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