Descanso. El césped celebra el año nuevo en otoño. Atrás queda un verano lleno de insolación y calor y por fin llega su gran momento en el que puede descansar. Es habitual que, durante el verano, se hayan formado 'calvas', que hay que tratar cuanto antes para evitar que se erosione la tierra.

Si tenemos una pradera muy cuidada, lo mejor es plantar en esos huecos nuevo césped mediante tepes, que consisten en rectángulos de hierba de un metro de largo por 50 centímetros de ancho y que se venden en los viveros. Si nuestra hierba es más 'de batalla', entonces lo mejor es sembrar nuevas semillas, a ser posible de alguna especie resistente como la grama, que requiere menos agua y precisa muchos menos cuidados que otras gramíneas.

Los que dispongan de un terreno de hierba y se vean abrumados por los cuidados, pueden cambiar el estilo e introducir, junto a la grama, brotes de trébol que, además de ayudar a mantener la fertilidad de la tierra, servirán como tapizantes. También la vinca cubrirá huecos en lugares difíciles, como el espacio bajo los árboles.

TAREAS PARA MEDIADOS DE OTOÑO

>> Aireado Aportar oxígeno a la tierra asegura que las raíces del césped se mantendrán sanas durante los meses del invierno. Para ello, se utiliza una horca, clavándola en la tierra y levantando levemente el tapiz. Se trata de una labor que en grandes extensiones se puede realizar con máquinas más cómodas.

>> Escarificado El pisoteo y los riegos hacen que bajo las raíces del césped se cree una 'suela' que impide que el agua drene bien y que puede provocar la pudrición de las raíces. El rastrillo no consigue romper esa 'suela' y es mejor utilizar una máquina escarificadora, que puede alquilarse en establecimientos de maquinaria.

>> Recebo y siembra En otoño, es importante aportar el recebo o abono. Se puede aplicar un mantillo o, en los suelos excesivamente arcillosos, una capa de arena que ayudará a equilibrar. Con el suelo preparado, se procede a la siembra en las 'calvas' y zonas donde haya clareado durante el verano.