naturaleza

Un descampado artístico en el Ebro

El proyecto de la zaragozana Lara Almárcegui en el meandro de Ranillas, que comenzó en 2009, resulta una oportunidad única para ser testigos de la recuperación natural de un soto

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Imagen del proyecto artístico de Lara Almárcegui
Heraldo

La recuperación de los sotos del Ebro con motivo de la Expo de 2008fue uno de los legados más importantes que dejó la Muestra en Zaragoza. Sin embargo, numerosos ecologistas y aficionados a las plantas coinciden en que esos arreglos podrían haber sido mejores y, sobre todo, haber mantenido el espíritu libre de la flora del soto, que huye de ajardinamientos y estructuras lineales. Por ello, el proyecto artístico de la zaragozana Lara Almárcegui en el meandro de Ranillas resulta una oportunidad única para ser testigos de la recuperación natural de un soto, lejos de intervenciones humanas o proyectos de jardinería acelerada. El "Descampado del Ebro" se encuentra en el extremo del Parque del Agua, frente a la ribera de La Alzomara. El inmenso tamaño del parque unido a la escasa señalización de este descampado logran que apenas tenga visitantes, lo que contribuye a que la flora prolifere a sus anchas, sin molestias.

A varios metros de la orilla crecen las llamadas formaciones "de orla", donde abundan los tamarices y sauces, que dan paso a la parte más arbustiva del soto, donde los árboles y arbustos abundan, sobre todo olmos, sauces, fresnos y álamos. Se calcula que en 20 años puede recuperarse por completo un soto, aunque serían necesarios hasta 40 años para que los ejemplares alcancen su porte máximo.

Especies vegetales en el soto

La recuperación de un soto depende fundamentalmente del comportamiento de su río. En el caso del Ebro, con sus crecidas y estiajes, la depositación de limos y restos de piedras supone el punto de inicio: con esos depósitos aumenta la cantidad de tierra fértil disponible y llegan raíces, esquejes o semillas de plantas que han sido arrastrados kilómetros arriba. Así, ya podemos encontrar encontrar en primera línea elegantes ramas de tamarices (tamarix gallica), brotes de la hierba conocida como grama (cynodon dactylon) y colonias de persicaria. (polygonum persicaria). Estas plantas ayudan a que la tierra quede retenida y no sea arrastrada aguas abajo si viene una nueva riada.

El lugar escogido para contemplar esta recuperación natural del soto ha sufrido durante años las consecuencias de las actividades humanas que se llevaban a cabo a su alrededor, sobre todo las de agricultura y ganadería. Por ello, en la explanada se puede contemplar el nacimiento de nuevas plantas y admirar la presencia de viejos ejemplares, sobre todo de tamariz, aunque en sus extremos también hay viejas saucedas y algunos olmos. Precisamente, la naturaleza tan viva del Ebro hace que las plantas que crecen en la orilla más extrema no disfruten de una vida muy larga, ya que es habitual que la fuerza del agua y los vendavales terminen por quebrar sus troncos. Pero no importará: pronto llegará una nueva planta para ocupar su espacio.

En este descampado, destaca enorme cantidad de canto rodado, que se ha depositado en esta orilla tras décadas de riadas y arrastres. Los cantos rodados, lejos de alejar a las plantas, atraen a nuevas comunidades que proliferan entre los limos que se depositan entre ellas. Allí, medran plantas capaces de soportar las sequías, como las agujas de pastor (Scandix pecten-veneris L) o la cebadilla silvestre (Hordeum spontaneum). Donde la tierra empieza a cubrir las piedras, se ven las juncias (cyperus fuscus) y bardanas (arctium lappa); en terrenos más alejados, crecen especies con mayores necesidades de agua, como las acederas (rumex crispus), arrancamoños (xanthium spinosum).

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