naturaleza

La crecida del Ebro llena de vida las riberas

El ecosistema del Ebro no solo está acostumbrado a estas avenidas, sino que las necesita para conservar su salud y perpetuarse en el tiempo

riberas
Imagen de la ribera zaragozana en una crecida del Ebro
Heraldo

>> Bienvenida. Cuando el Ebro lleva un caudal extraordinario, se considera una mala noticia. Supone daños y pérdidas millonarias para los agricultores y  molestias para los ciudadanos. Sin embargo, el ecosistema del Ebro no solo está acostumbrado a estas avenidas, sino que las necesita para conservar su salud y perpetuarse en el tiempo. El Ebro ha sufrido grandes crecidas y estiajes durante miles de años, gracias a las cuales se ha configurado su paisaje.

Los lodos y limos son la principal riqueza de una crecida. Se trata de tierras muy ricas en nutrientes que servirán de alimento a las tierras ribereñas a lo largo del año y que salen del fondo del río. Mientras, entre esos lodos y corrientes de agua, viajan semillas de especies de ribera, como los olmos o sauces, que recorren  kilómetros hasta llegar a otros puntos, donde germinarán en esos ricos limos. Junto a ellas, se transportan raíces y ramas de especies como el carrizo, el tamariz o la acedera, que se reproducen de manera vegetativa y solo tienen que depositarse en el suelo para enraizar y volver a la vida.

UNA RIADA BENEFICIOSA

>> Menos algas. Las algas son un peligro para las aguas del Ebro, porque pueden convertirse en invasivas y, además, albergar colonias de otro invasor, la mosca negra, que vive entre ellas para reproducirse. La fuerza de la corriente arrastra a las algas y renueva la zona en la que se habían establecido.

>> Gravas limpias. Las toneladas de limos y lodos que arrastra el Ebro en una crecida proceden, en gran parte, del fondo del río. Gracias a las crecidas, quedan limpias las gravas del fondo, que se convierten en el hogar perfecto para que diversas especies de peces desoven entre ellas.

>> Llegada de especies. El arrastre de semillas y esquejes va acompañado de especies de peces que aprovechan la fuerza de la corriente para desplazarse a nuevas zonas. Además, el desbordamiento lleva a que dos lugares vuelvan a unirse de nuevo, como los galachos o las lagunas de infiltración.

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