Chueca incluye un estadio portátil entre las alternativas para minimizar el impacto de las obras de La Romareda

La alcaldesa de Zaragoza dice que es una opción "pero no la única" e insiste en que la decisión "no está tomada". 

Presentación del proyecto básico del nuevo estadio de La Romareda
Presentación del proyecto básico del nuevo estadio de La Romareda
Guillermo Mestre

No hay una decisión tomada. Lo repiten por activa y por pasiva los artífices de la construcción de la nueva Romareda. Pero los ajustados plazos para cumplir los requisitos de la FIFA (Federación Internacional de Fútbol) para que Zaragoza sea sede del Mundial 2030 y el interés por minimizar las molestias a los aficionados empiezan a decantar la balanza hacia la opción B, la que implicaría jugar fuera del estadio.

La alcaldesa de Zaragoza, Natalia Chueca, incluyó ayer instalar un estadio desmontable entre las opciones que baraja la sociedad La Nueva Romareda SL, integrada por el Gobierno de Aragón, el Ayuntamiento de Zaragoza y el club. "Llevamos un mes y medio o dos meses estudiando distintas alternativas, y esa es una opción, pero no la única", aseguró. La decisión final, en todo caso, parece inminente. "Lo serio" es estudiar todas las posibilidades, atendiendo a los requerimiento del club y de LaLiga. 

Hay tiempo más que suficiente para habilitar el estadio desmontable. Sobre todo, porque no se utilizaría hasta la temporada 2025-2026. Durante la próxima, la corresponde al derribo del gol sur, el Real Zaragoza seguirá jugando en La Romareda. La fase más crítica de las obras corresponde al periodo en que coinciden la construcción del nuevo gol sur con la demolición  de la grada este, la más cercana al hospital Miguel Servet, a partir del verano de 2025.

Aunque entre las opciones se contemplarían desplazamientos puntuales a otros campos (El Alcoraz en Huesca y Las Gaunas en Logroño), si la situación es permanente se apostaría por el estadio desmontable, que se levantaría, probablemente, en el Parking Norte de la Expo, donde irá la Ciudad Inteligente del Deporte. Y ¿hasta cuándo se mantendría? Es otra de las cuestiones que analizan. De cara a 2030, podría ser un centro de entrenamiento adicional para el Mundial. O incluso sumarse, más tarde, a la futura ciudad inteligente del deporte, dimensionando la instalación a las necesidades del proyecto.  

El Ayuntamiento parecía más proclive al plan A (jugar en La Romareda durante las obras) hasta el lunes pasado, cuando se presentó el proyecto básico del nuevo estadio. El arquitecto César Azcárate aseguró entonces que durante las obras se podría garantizar la presencia de 21.000 aficionados. Pero, ¿qué ocurriría si durante los trabajos hay algún contratiempo? Es el tiempo más que el dinero el que llevaría a priorizar una opción frente a la otra. 

Sería la sociedad la que asumiría el coste de jugar fuera de La Romareda. Afectaría a los plazos, que se recortarían. "Si se reducen los plazos, todos encantados", reconoció el lunes la alcaldesa.

Para tomar la decisión final se están analizando los pros y los contras. El perjuicio principal sería el coste a asumir si se opta por un estadio desmontable, que tendría capacidad para unas 21.000 personas. Los beneficios, bastantes. Construir el nuevo estadio por fases costará 2,3 millones de euros, una cantidad que descenderá si se juega fuera de La Romareda a partir del verano de 2025. Repercutiría también a la baja en el beneficio industrial, presupuestado de inicio en 7,5 millones, y en los gastos generales, valorados en 16,2 millones. 

La incertidumbre de los ajustados plazos también se despejaría. Y se reduciría la incomodidad que tendrán que soportar los socios que acudan al estadio a ver los partidos en un estadio en obras. La puesta en marcha del estadio de manera anticipada, incluidos los usos terciarios que aún están por definir, adelantaría la obtención de beneficios. 

Si la opción definitiva es un estadio desmontable, se tendrá que licitar el proyecto y la construcción, lo que requiere entre cinco y siete meses para la tramitación administrativa. A estos plazos hay que sumar la ejecución definitiva de la instalación alternativa.

Calculadora en mano, con los pros y contras encima de la mesa, todas las opciones están aún abiertas. Pero el tiempo sigue corriendo, e interesa adoptar una decisión para que las empresas que opten a construir el estadio ajusten los costes económicos de sus propuestas.

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