La odisea de unos jóvenes de Zaragoza para salvar los 67 gatos que tenía un vecino

Una pareja ha cuidado durante cuatro meses de los animales que se descubrió tenía un jubilado al que le dio un ictus y se tuvo que ir a una residencia.

Gatos encontrados en la casa de un jubilado en Torres de Berrellén (Zaragoza).
Gatos encontrados en la casa de un jubilado en Torres de Berrellén (Zaragoza).
H. A.

A Alba y Jorge, dos jóvenes maestros que residen en Torres de Berrellén, un pequeño municipio a solo 22 kilómetros de Zaragoza, siempre les habían gustado los animales. Tenían dos perros, pero no imaginaban que iban a terminar cuidando también de 67 gatos.

Un vecino del municipio sufrió un ictus en su hogar y al ser atendido se descubrió que convivía con semejante número de felinos. Estos campaban a sus anchas en el corral de su vivienda, una casa de pueblo con un amplio espacio exterior y que suma 1.000 metros cuadrados. El jubilado los alimentaba, pero se iban reproduciendo sin ningún control ni cuidado veterinario.

Cuatro meses atendiendo a los felinos

El hombre tuvo que ser trasladado del hospital a una residencia para tratar de recuperarse de las secuelas que le dejó el ataque y los animales quedaron desatendidos. El suceso ocurrió a principios de noviembre y desde entonces, la pareja de treinteañeros ha dedicado tiempo y dinero, con la ayuda de protectoras y donaciones altruistas, para alimentar y buscar un hogar a los animales, una tarea que reconocen que no ha sido fácil, pero que han conseguido.

"Abrías la puerta de la casa que da a la zona exterior y entraba una manada. Ese primer día conté como 40 gatos y esa misma tarde me puse a escribir a todas las protectoras como loca a ver qué se podía hacer"

Alba recuerda que el primer día que vio a los animales se quedó en 'shock'. "Abrías la puerta de la casa que da a la zona exterior y entraba una manada. Ese primer día conté como 40 gatos y esa misma tarde me puse a escribir a todas las protectoras como loca a ver qué se podía hacer", cuenta. La joven es familia del representante del propietario y se ofreció para ayudar. Nadie sabía cuántos gatos podía haber y ellos no tenían ninguna experiencia. El primer paso que les dijeron que tenían que dar era cumplir con la obligación de esterilizar. De las gestiones para encontrar una clínica se hizo cargo el Ayuntamiento, que tampoco se había enfrentado nunca a un caso similar, según han asegurado fuentes municipales.

"Sabíamos que tenía gatos, pero no nos imaginábamos que tenía ese número"

"Sabíamos que tenía gatos, pero no nos imaginábamos que tenía ese número", asegura Félix Rubio, familiar del jubilado que se ha hecho cargo de las gestiones porque él no tenía mujer ni hijos y asegura que tampoco recursos. "Es una casa muy grande y los gatos siempre estaban en la zona del exterior", no entraban en la casa ni salían fuera, indica, sobre la vivienda, alejada del casco urbano. Así, afirma que "nunca había tenido una queja de los vecinos". No sabe cómo llegó a multiplicarse tanto la población de felinos. "Él dice que hay varias casas abandonadas por la zona y al haber comida en la suya entraban gatos de fuera y se quedaban", explica sobre lo que le va contando el jubilado, que echa de menos a sus animales en la residencia donde se encuentra y le pregunta por ellos. Los jóvenes le han ido explicando su labor y enseñándole fotos y vídeos. "Entendemos que, aunque no estuvieran en las condiciones óptimas, él los quería", reconocen.

Entre la ley de bienestar animal y una infracción administrativa

El caso puede convertirse en el primero en Aragón que encaje en la recientemente aprobada Ley 7/2023, de 28 de marzo, de protección de los derechos y el bienestar de los animales. Al menos, en ella se ha apoyado desde el principio el representante del propietario para que la administración, bien sea la local u otra, se hiciera cargo de los felinos y sus costes, los primeros, los de las esterilizaciones. La factura de las castraciones alcanzó los 3.000 euros. Cree que deben considerarse "animales abandonados", regulados en el artículo 3 de la ley, porque asegura que el pensionista no tiene medios para hacer frente a la factura del veterinario.

La situación plantea muchas dudas legales a ambas partes, ya que el ayuntamiento del pequeño municipio, de unos 1.500 vecinos censados, viene sosteniendo que debe hacerse cargo la familia, aunque sea lejana, y que no dispone de una partida en su limitado presupuesto para estos casos. Además, fuentes municipales explican que existiría una infracción administrativa grave que habría que resolver antes al haber tenido todos estos animales sin ningún control durante años ni como núcleo zoológico ni como colonia felina, dos de las figuras legales que viene regulando la normativa.

Mientras la solución administrativa llega para la parte económica y legal, el destino de los animales se ha resuelto a través de los voluntarios. El portavoz de la familia agradece que hayan atajado parte del problema, aunque lamenta que no hayan actuado con más rapidez las administraciones.

Cadena de voluntarios y protectoras

Los jóvenes reconocen que cuidar de los animales "ha sido duro", pero afirman que lo han conseguido gracias a la "cadena de personas voluntarias y altruistas" que se ha ido formando, con la que se han sentido "muy arropados". Pidieron ayuda a través de una cuenta de Instagram@lacasitatricolor. En los momentos de desesperación, cuando temían que la casa tuviera que ser vendida para afrontar los gastos, difundieron un vídeo por las redes sociales. En su cuenta han ido contando el día a día para manejarse con los animales, con vídeos como uno explicando cómo se organizaban para alimentarlos a la vez.

Actualmente tienen alrededor de 1.050 seguidores y un ‘teaming’, una plataforma gratuita para recaudar fondos para causas sociales, “para poder conseguir donaciones de alimento y costear los gastos veterinarios que iban necesitando”, cuenta Alba sobre cómo se han ido organizando. Además, “nos ha servido para poder dar a conocer a los gatitos y que pudieran salir adoptados o acogidos”. Para poner un ejemplo de los costes de alimentación calcula que entre todos “comían en torno a 100 kilos de pienso al mes”.

"Gracias a las donaciones de la gente que, la verdad, ha sido maravillosa, hemos conseguido poder llevar a casi todos ellos al veterinario para tratarles o hacerles un chequeo", relata, y agradece el trato y las facilidades que les dieron en la clínica veterinaria Ohana en Santa Isabel a la que acudieron después de hacer las castraciones en otra.

En la lista de agradecimientos destaca a las protectoras que "a pesar de que están a tope porque los abandonos son enormes, nos han acogido gatos, donado material, prestado jaulas y, sobre todo, nos han ayudado siempre con muchísimos consejos". Estos les han resultado necesarios para todo el trabajo de cuidados del que se han encargado como tratar las enfermedades que tenían algunos animales, adecuar el espacio para que pudiesen vivir mejor, socializar con ellos para estar listos para ser adoptados ya que no estaban acostumbrados a vivir dentro de casa e ir llevándolos a todos al veterinario. "Algunos viajes de adopción fuera de Zaragoza han sido viajes solidarios de personas que se han ofrecido para llevarlos porque les pillaba de paso o incluso de propio", añaden. Algunos de los felinos han sido adoptados en Madrid, Logroño, Baracaldo, Valencia y Vitoria.

Todos los gatos con nombre, ficha personal y adoptados o acogidos

Su trabajo ha sido tan cocienzudo que han llegado a elaborar una ficha de cada gato, con su seguimiento además de ponerles nombre. En su cuenta de Instagram se puede ver a Watson, Pomelo, Valkiria, Momo, Pirata, Limón, Bimba, Fideo, Leo... "Hicimos un registro en Excel donde apuntamos todos los nombres, si eran machos o hembras, su estado actual (acogido, adoptado...) y también cuándo los esterilizamos. Y además una carpeta en papel con fichas individuales de los gatos y una foto", detallan.

Al final han cumplido el objetivo de encontrar hogares para todos en este tiempo. De los 67 gatos terminaron siendo 64 porque tres murieron, uno por un carcinoma y dos como consecuencia de las esterilizaciones. Otros 20 fueron adoptados a través de los contactos de los dos jóvenes, más dos gatitas que se quedaron ellos en acogida; 27 consiguieron un nuevo destino gracias a seis protectoras de Zaragoza y los últimos 15 se encargarán ellos mismos de llevarlos a un "santuario de animales" en Extremadura, llamado Ciudad Animal Brego. "El viaje y los gastos hasta Cáceres los realizamos nosotros con la ayuda de donaciones", explican sobre el trayecto que van a hacer de más de 1.000 kilómetros que suma la ida y la vuelta entre el municipio zaragozano y el cacereño de Villanueva de la Vera donde se encuentra este proyecto sin ánimo de lucro de ciudad autosostenible. Aprovecharán esta semana de vacaciones escolares para cubrir el final de esta odisea en la que los últimos felinos tendrán su nuevo hogar en un recinto de ocho hectáreas con espacios para distintos animales y una ecoaldea para visitantes.

Todavía no asimilan la gesta que han conseguido, pero tienen claro que les ha compensado todo el esfuerzo invertido. "Es muy satisfactorio ver cómo tienen un final feliz, disfrutando de un hogar y verlos tan cambiados y bien. Pero creo que vamos tan al día con tanto volumen de trabajo que no somos todavía conscientes, de cuánto tiempo y energía hemos invertido", confiesan.

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