El peligroso y escurridizo Pelao se juega otros 5 años de cárcel por un 'rapto' en Zaragoza

Solo unos días después de salir de la cárcel tras cumplir diez años de condena, los GOES volvieron a detenerlo el pasado enero en Las Fuentes.

Una cámara de seguridad permitió ver que ladrón llevaba una sudadera característica, que luego se halló en casa del Pelao.
Una cámara de seguridad permitió ver que ladrón llevaba una sudadera característica, que luego se halló en casa del Pelao.
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No podría considerarse un secuestro como tal, puesto que el autor nunca llegó a pedir rescate. Sin embargo, al Pelao, alias por el que se conoce al peligro delincuente José Luis G. N., le puede salir bastante caro haberse llevado un perro policía de una guardería canina de Zaragoza y haberlo mantenido retenido en su domicilio durante 17 días. En concreto, del 8 al 25 de enero, cuando agentes de los GOES (Grupo Operativo Especial de Seguridad) rescataron al animal en el barrio de Las Fuentes.

Todavía no hay fecha para el juicio, pero la Fiscalía acaba de solicitar cinco años de prisión para el ‘secuestrador’, al que imputa un delito de robo con fuerza y otro leve de maltrato animal. Y una condena muy parecida propone el sindicato Jupol, que por considerar a Zorro -que así se llama el agente canino- uno más de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, decidió personarse en el caso como acusación particular. Lo hace a través del abogado, Marco Antonio Navarro, quien exige una condena de cuatro años y medio.

Para Jupol, resulta especialmente grave el precario estado en el que se encontró al animal, un pastor belga malinois que con apenas año y medio ya había empezado a trabajar en la calle. Durante los 17 días de cautiverio, el perro perdió en torno a un 25% de masa corporal, pasando de 30 a 22 kilos de peso. Según el informe de los veterinarios, el can se mostraba además muy asustadizo y presentaba varias heridas en el cuello. Al parecer, consecuencia de los cortes que el encausado le hizo para quitarle el microchip de identificación.

El Pelao es un viejo conocido de la Policía y la Guardia Civil, ya que a sus 39 años arrastra otras tantas reseñas policiales. Donde también saben de él es en el centro penitenciario de Zuera, del que precisamente había salido el pasado 19 de diciembre tras cumplir diez años de condena. Fue quedar libre y volver a delinquir. E hizo lo que ya había hecho en otras ocasiones, puesto que no era la primera vez que José Luis G. N. robaba un perro adiestrado.

La Unidad de Guías Caninos de la Policía Nacional cuenta con una veintena de perros. Zorro ha sido entrenado para localizar drogas y billetes, aunque también los hay adiestrados para la detección de personas o explosivos. Son animales especialmente valiosos, ya no solo por su raza sino por su formación, y se calcula que su precio puede rondar entre los 6.000 y 8.000 euros.

Una grabación que lo delata

El Pelao no tendrá fácil defenderse, ya que la Policía Nacional lo detuvo cuando él mismo sacaba al pastor belga de casa. Además, hay varias grabaciones que permiten identificarlo como la persona que cortó la valla perimetral de la guardería canina y se llevó al perro. El delincuente actuó de madrugada vestido con una característica sudadera que los investigadores localizaron después en su vivienda. Pruebas que llevaron al juez de guardia a decretar su ingreso en prisión provisional.

El Pelao empezó a delinquir a una edad temprana. Siendo un veinteañero, ya tenía atemorizados a muchos vecinos de los barrios del Actur y Movera, ya que su especialidad por aquel entonces eran los robos con violencia e intimidación. La Policía lo consideraba un ladrón extremadamente violento. Prueba de ello, el hecho de que en junio de 2006 obligara a movilizar también a los GOES para detenerlo. Lo consiguieron, pero José Luis G. N. no acostumbraba a poner las cosas fáciles. Y cuando se hallaba en el juzgado de guardia de Zaragoza esperando que el juez le tomara declaración, saltó el mostrador y se dio a la fuga. Afortunadamente, poco después volvieron a arrestarlo.

Del carácter agresivo e intimidador del Pelao saben bien las personas de su entorno más próximo. Una joven con la que salía en 2012 acudió una noche literalmente “aterrada” a urgencias del hospital Miguel Servet de Zaragoza. Así lo confesó ella misma a los médicos, después de que estos llamaran a la Policía porque el Pelao había montado allí una bronca. Del miedo que le tenía, la mujer llegó a esconderse en los baños del hospital.

Según el atestado policial, cuando la encontraron, era tal su estado de nerviosismo que “no podía ni articular palabra”. Cuando se tranquilizó, contó que su pareja llevaba semanas golpeándola, amenazándola con cuchillos y obligándola a llevar a cabo prácticas sexuales que ella no consentía. La víctima dijo temer por su vida y lo cierto es que se la valoró después en situación de riesgo extremo.

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