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Abrir un negocio en época de pandemia: Clínica veterinaria Ohana

El centro, situado en el barrio zaragozano de Santa Isabel, abrió sus puertas a finales del pasado mes de mayo con el apoyo del servicio Sacme de la CEOE en Aragón.

Carlos Tabuenca (32), Teresa Manero y Rosa María Sánchez (36), son tres veterinarios aragoneses que decidieron lanzarse a la piscina del emprendimiento y abrir su propio centro veterinario hace tan solo cuatro meses, en plena crisis del coronavirus.

La clínica veterinaria Ohana, palabra hawaiana que significa ‘familia’, se ubica en el número 74 de la avenida Santa Isabel de Zaragoza. Abrió sus puertas el pasado 25 de mayo, aunque sus fundadores llevaban varios meses trabajando en el proyecto. 

“La llegada de la Covid-19 fue como un auténtico jarro de agua fría”, relata Tabuenca, que reconoce que durante las semanas previas a la apertura vivieron problemas de abastecimiento y tuvieron que hacer frente a diversos gastos adicionales en materia de protección sanitaria.

Sin embargo, ni siquiera la pandemia mundial pudo con el sueño de estos tres veterinarios. “Esta situación nos obligó a retrasar la fecha de apertura prevista y a aplicar una serie de restricciones que nos dificultaba el trato familiar y cercano que queríamos demostrar hacia nuestros clientes y pacientes”, añade Tabuenca.

A pesar de las dificultades, el joven reconoce que la gente del barrio de Santa Isabel ha sido un gran apoyo a la hora de poner en marcha este proyecto: “Nos brindaron una gran acogida desde el principio y, a día de hoy, siguen haciéndolo”.

En Ohana dan servicio a todo tipo de animales, desde perros, gatos o pequeños roedores hasta todo tipo de aves. “Nuestra intención es seguir formándonos para ampliar nuestros servicios y poder abarcar otras especies, así como especialidades de diagnóstico en imagen y tratamientos novedosos”, asegura Manero.

“Trabajábamos juntos desde hacía tiempo, pero decidimos montar nuestra propia clínica porque queríamos evolucionar, no solo por nosotros mismos sino también por los animales, se lo merecen después de todo por el cariño incondicional que nos aportan”, asegura la veterinaria, que asegura que la innovación y la aplicación de nuevas técnicas es una de sus mayores fortalezas.

Del mismo modo, además del tratamiento clínico convencional, cuentan con otro tipo de servicios como Urgencias 24 horas, vacunación, desparasitación o identificación animal así como servicio de hospitalización, peluquería o servicio de naturopatía -o medicina natural animal- de la mano de preparados artesanales no farmacológicos elaborados a partir de la maceración, en agua, de flores maduras de diversas especies vegetales silvestres que cuentan con diversas aplicaciones para el tratamiento ansiedad, miedo, estrés, etc.

Y aunque reconoce que eso de montar tu propio negocio es algo que, a priori, puede resultar impactante -sobre todo con los tiempos que corren-, el hecho de haberse encontrado y de contar con el apoyo de sus familiares y entorno más cercano fue un aliciente. “Teníamos un largo recorrido profesional y muchas ganas de iniciar una etapa que nos hiciera crecer, por lo que creímos que era el momento adecuado de dar el salto”, resume.

Para emprender una aventura de estas características, estos emprendedores contaron con el soporte del Servicio de Apoyo a la Creación de Empresas (SACME) gestionado por la Confederación de Empresarios de Aragón (CEOE Aragón), y el Ayuntamiento de Zaragoza. “Gracias a ello, obtuvimos la confianza necesaria para decidirnos por completo a iniciar el proyecto”, asegura Sánchez, que reconoce que se sienten “muy agradecidos” de haber tenido la oportunidad de formar parte de la 44 edición de esta convocatoria.

Nos asesoraron a nivel particular y profesional sobre los trámites para iniciar nuestra actividad, así como en otros aspectos de gestión cotidianos. A día de hoy contamos con su ayuda para resolver cualquier duda que nos surja”, concluye.

Unidos por una misma pasión

Sin lugar a dudas, en un momento tan complejo como el actual, hace falta algo más que ilusión y ganas para lanzarse a la aventura de abrir un nuevo negocio. En el caso de los tres fundadores de la clínica veterinaria Ohana, la pasión y absoluta vocación por su profesión ha sido algo fundamental. “Desde que tengo 5 años he sentido pasión por los animales. Mi primer perro murió a causa de la Leishmania y enseguida supe que quería ser veterinario para curarlos a todos”, asevera Tabuenca.

Por su parte, Manero reconoce que también tuvo clara su carrera profesional desde que tan solo era una niña: “He pasado toda mi vida rodeada de animales y siempre quise dedicarme a ellos”. En el caso de Sánchez, asegura que su principal motivación ha sido la vocación: “Siempre se ha dicho que la nuestra es una profesión totalmente vocacional y lo creo firmemente pues siempre he sabido que quería ser veterinaria”, concluye. 

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