Reabre el bar del centro de día de Calatayud: "Para los mayores es un punto de encuentro"

El servicio se cerró a raíz de la pandemia y se retomó hace dos semanas para usuarios, socios y público en general.

Usuarios del centro de día de Calatayud, en el servicio de restauración recientemente recuperado.
Usuarios del centro de día de Calatayud, en el servicio de restauración recientemente recuperado.
J. Macipe

Dentro del centro de día de Calatayud, situado en la confluencia de la Rúa de Dato con la iglesia de San Andrés, la lista de servicios y actividades es muy amplia. Desde las asistenciales -en las que se incluye, entre otras, la fisioterapia y cuidado de personas en situación de dependencia- hasta las de carácter más lúdico, como baile, gimnasia, risoterapia, yoga e incluso dibujo y taracea. Pero entre todos ellos, hay uno que muchos usuarios, socios y vecinos de la zona echaban de menos desde hace cuatro años: el bar, que cerró a raíz de la pandemia y los procesos de licitación fueron infructuosos hasta principios de 2024. Hace dos semanas, la actividad se recuperó al otro lado de la barra.

"Al no haber bar, no había alicientes y mucha gente dejó de venir. El bar es un punto de encuentro para los mayores", reconoce José Luis Uñez, presidente de la Asociación de usuarios del centro de día. Explica, que durante este tiempo, el servicio de comidas se ha mantenido por la vía del catering, para atender las necesidades de los dependientes especialmente, pero que "no es lo mismo". "Si la cocina está aquí, se nota en la calidad", reconoce Uñez. Por el momento, además de alguna tapa, el menú, que para socios y usuarios tiene un precio reducido de 7 euros, incluye dos opciones de primeros y dos de segundo que varían cada día de la semana.

Las instalaciones permanecen abiertas, de lunes a viernes, de 10.00 a 17.30, pero se contempla que el horario se vaya ampliando según crezca la demanda y en mayo, por ejemplo, se valora que la apertura se prolongue hasta las 18.30. "Queremos que, aunque el domingo no esté, que abran los sábados, que venir al vermú estaba muy bien, y a ver si algo más entre semana", valoran María Ibáñez y María José Francia, dos socias. "La comida está bien y a ver si poco a poco hay más", indica Francia. Para Ibáñez, estos cuatro años sin este recurso han supuesto que "solo había una máquina de café, que no a todos le gusta, y no se podían hacer celebraciones y meriendas".

Detrás de la barra Aarón Rivero y su madre, han sido contratados por la empresa Osventos, adjudicataria del servicio tras el concurso que licitó el Instituto Aragonés de Servicios Sociales del Gobierno de Aragón. "Hemos empezado poco a poco, el boca a boca funciona y va viniendo más gente, por recomendación de quién lo ha probado", indica desde detrás del mostrador, puntualizando que el servicio está abierto al "público en general". "El precio reducido es para los usuarios y socios, pero la gente puede venir igual", remarca. Con experiencia en el Pirineo, Rivero valora que "el perfil aquí es diferente, muchos son personas que viven solas o mayores y hay que tener más sensibilidad".

"Tienes que empatizar con ellos y con lo que te cuentan. Cuando ya te conocen te van hablando más y tú conoces qué les gusta, qué necesitan…", explica. Esa función social la reconoce también Uñez, que considera que el bar es un "gancho" para que se mantenga el número de socios, que hasta enero eran 2.921. "Hacerse socio es gratuito", remarca Reyes Tello, directora del centro desde hace poco tiempo. " El bar era un servicio muy demandado y que es un lugar para la sociabilización de los mayores, para compartir tiempo y experiencias", sostiene Tello. Así, buscan que poco a poco vaya creciendo y que esto dé pie a ampliar las actividades.

Calidad de vida

Baile en línea, yoga, pilates, risoterapia, informática, taracea, dibujo… Son algunas de las actividades que se alternan muchos días en la programación para socios. "Estamos muy bien y hasta hacemos excursiones, que el año pasado fuimos a Benidorm y a Portugal", explican Francia e Ibáñez. Todas estas alternativas, según las califica Uñez, son "calidad de vida". "Necesitamos mayor implicación de la gente para hacer más actividades, como guitarra o ajedrez. Pero nos hacen falta voluntarios", reconoce.

"Desde el año pasado me encargo del yoga, y es una manera de que siga habiéndolo y así tengamos más oferta", incide el propio Uñez.

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